Un verdadero terremoto político. Este es el escenario italiano tras las elecciones legislativas del 4 de marzo. El seísmo se veía venir, pero nadie esperaba que la sacudida fuera tan fuerte. Los débiles cimientos de la Segunda República -nacida tras el escándalo de Tangentopoli a principios de los años noventa- se han venido abajo, los […]
Un verdadero terremoto político. Este es el escenario italiano tras las elecciones legislativas del 4 de marzo. El seísmo se veía venir, pero nadie esperaba que la sacudida fuera tan fuerte. Los débiles cimientos de la Segunda República -nacida tras el escándalo de Tangentopoli a principios de los años noventa- se han venido abajo, los dos partidos que han sido el pivote del sistema político de los últimos veinte años -el Partido Democrático (PD) y Forza Italia- han sufrido un desgaste brutal y el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y la Liga de Matteo Salvini son los verdaderos ganadores de estos comicios, en los que una vez más la abstención ha batido récords (27,1%). Nadie tiene una mayoría clara en las dos Cámaras del Parlamento. Se abre así una etapa extremadamente compleja en la que Italia se adentra, una vez más, pero más que en el pasado, en territorio desconocido. Naufragan los viejos actores políticos, se imponen otros, cambia por completo la geografía política de la península. Podemos afirmar que ha nacido una incierta Tercera República. Cómo acabará, nadie lo sabe.