El control comunitario de los fondos públicos ya no será sólo una eficaz idea local, plasmada por líderes sociales en un municipio del sur de Brasil. El primer premio logrado en el quinto Concurso de Experiencias en Innovación Social permitirá que la iniciativa trascienda hacia el resto de América Latina. «El premio nos ayudará en […]
El control comunitario de los fondos públicos ya no será sólo una eficaz idea local, plasmada por líderes sociales en un municipio del sur de Brasil. El primer premio logrado en el quinto Concurso de Experiencias en Innovación Social permitirá que la iniciativa trascienda hacia el resto de América Latina.
«El premio nos ayudará en la tarea central que nos hemos propuesto, que es replicar nuestro proyecto, tomando las experiencias acumuladas para beneficio de otros grupos en Brasil y demás países de la región», dijo con manifiesto optimismo a IPS Fernando Otero, coordinador del Observador Social de Maringá, localidad del meridional estado brasileño de Paraná.
Es que el salto de fronteras que se proponen los pioneros de esta iniciativa, que obliga a la transparencia en el manejo de los bienes comunales, ya tiene como antecedente haber logrado que observatorios similares se hayan instalado en otras 35 ciudades brasileñas.
«Nuestra metodología es aplicable en cualquier lugar del mundo, con alguna de las lógicas particularidades de aplicación local», explicó Otero tras recibir el galardón, junto con otros activistas, al término de la V Feria de la Innovación Social, realizada del miércoles al viernes en la Plaza de los Mártires Estudiantiles de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
«A través de la movilización de la comunidad, el Observatorio de la Sociedad Éticamente Responsable, fiscaliza las compras del gobierno, previniendo los fraudes, la corrupción y el desperdicio de los recursos públicos, clamor de toda América Latina», describió Norah Rey de Marulanda, portavoz del Comité Notables encargado de decidir los premios.
El objetivo buscado, según los responsables del Observatorio, «es estimular el ejercicio de la ciudadanía, movilizar el trabajo voluntario en acciones de responsabilidad social, educación fiscal, ambiental, civismo y cultura, así como desarrollar actividades que estimulen el comportamiento ético entre los maringueses».
Se reconoce la importancia de cumplir con el pago de los impuestos, por ser la «única fuente sustentable de recursos para concretar la justicia social», pero, consecuentemente, «controlar el correcto y transparente uso de los gastos públicos».
«Responden al convencimiento de que, si se cumplen estas dos condiciones, cualquier municipio podrá alcanzar con éxito los Objetivos de Desarrollo para el Milenio», aprobados por los gobiernos en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de 2000 y que tienen como meta principal la reducción de la indigencia y el hambre.
En medio de la algarabía por haber sido destacado su programa entre los 13 finalistas de decenas de novedosas propuestas de desarrollo social, Otero informó que el paso inmediato será coordinar acciones inmediatas con los responsables de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para llegar a otras comunidades de la región.
Y es que la réplica de los proyectos sociales innovadores es una de las metas buscadas por el concurso convocado por la Cepal, con el apoyo de la Fundación Kellogg, que aporta 30.000 dólares al primer premio, 20.000 al segundo, 15.000 al tercero, 10.000 al cuarto y 5.000 al quinto, además de asesoramiento técnico.
Para poder destinar tiempo a un seguimiento más acabado de los alrededor de 4.800 programas comunitarios novedosos presentados en los últimos cinco años, la Cepal decidió no realizar la Feria el año próximo, informó a IPS la economista colombiana María Luisa Bernal, directora del Proyecto de Innovación Social.
«Dedicaremos todo nuestro esfuerzo a recomendar a los gobiernos la incorporación a las políticas públicas de las iniciativas nacidas, diseñadas y gestionadas por las comunidades» de desarrollo social, producción, educación, construcción de ciudadanía, alfabetización, asesorías en asuntos de violencia doméstica y otros, puntualizó Bernal.
DE OAXACA AL CHACO
Con la modestia y la calma como estandartes, la mexicana Catalina Sánchez valoró el aporte que significa para el desarrollo de la organización de 150 mujeres campesinas que preside haber logrado el segundo premio del Concurso de Experiencias en Innovación Social.
«Creo que es un reconocimiento que se busca para todos los productores que hay en mi zona, porque somos la parte fundamental de un programa que trata de vincularse con otros de su tipo», comentó a IPS la responsable de la organización Mujeres Envasadoras de Nopal de Aloquezco y de la empresa Procesadora de Alimentos Nostálgicos de Oaxaca.
«Aún nos faltan recursos para poder ampliar nuestro trabajo», añadió, en referencia a los esfuerzos de las campesinas de la comunidad de Ayoquezco de Aldama, con 5.200 habitantes y ubicada en el sureño estado de Oaxaca, dedicadas al cultivo y venta del nopal, una cactácea originaria de México.
Sánchez entiende que el premio de la Cepal las «ayudará a obtener créditos y respaldo de instituciones y los propios gobiernos nacional y local, que hasta ahora poco o nada han hecho».
El Proyecto Binacional de Inversión de Remesas que lleva adelante Sánchez y sus compañeras es posible gracias al dinero que envían desde Estados Unidos los y las emigrantes, como ella fue tiempo atrás, para producir los llamados «alimentos nostálgicos», luego exportados a ese mercado de mexicanos que residen en la potencia vecina del norte.
La producción del nopal en unas 16 hectáreas es vendida una parte en su estado natural para consumo local y otra es procesada para su envío al exterior en un complejo industrial montado en la zona a un ritmo que ya llega a dos toneladas por mes.
De este modo, esa comunidad logró darle valor agregado a un cultivo ancestral, atrajo la inversión de los propios emigrantes de la zona y saltó por sobre los intermediarios negociando directamente su producción.
Otras mujeres, estas residentes en la nororiental provincia argentina de Chaco, también recibieron con marcada sorpresa el quinto premio del Concurso por su trabajo de promoción de la lectura en niños y niñas como práctica cultural y transmisión de valores estéticos y educativos.
Se trata del Programa Abuelas Cuentacuentos, nacido por impulso de la Fundación Mempo Giardinelli, creada por este destacado escritor y periodista a partir del dinero obtenido del premio Rómulo Gallegos que ganó en 1993.
En los ocho años de vida del proyecto ya abarca unas 60 instituciones escolares, donde abuelas capacitadas en el arte de leer atraen la atención de unos 16.000 niños y niñas, además de incluir a orfanatos, hospitales pediátricos, comedores comunitarios, geriátricos, institutos para ciegos y cárceles.
Hoy ya cuenta con una decena de premios, como el otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de la Organización de los Estados Iberoamericanos y ahora de la Cepal.
La experiencia intergeneracional se ha extendido a casi todo el país, con casi 2.000 voluntarias, y ha cruzado las fronteras para llegar a Colombia y Chile.
«Esperamos seguir y que se tome la iniciativa en otros países, porque es un proyecto fácilmente replicable», comentó a IPS una de sus representantes en la Feria que sólo quiso identificarse como la abuela Maritza.
La premiación del V Concurso de Experiencias en Innovación Social se completó con el proyecto de «Atención en salud integral a la población indígena altamente móvil», de Costa Rica, que quedó en tercer lugar, y con la iniciativa «De la basura a la rehabilitación: una esperanza integradora», de la región chilena de Coquimbo y que involucra a discapacitados, en el cuarto puesto.