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Haití, Guatemala, Argentina

Elecciones ¿De quiénes? ¿Para qué?

Fuentes: Rebelión

Tres son los procesos electorales en América latina anunciados para este domingo 25 de octubre. Los «ciudadanos» de Haití, Guatemala y Argentina acudirán a las urnas para ejercer «su derecho al voto». Como siempre, por obligación; con, o sin, coima. Todos, impelidos por la sanción y/o la multa, o por el temor al castigo de […]

Tres son los procesos electorales en América latina anunciados para este domingo 25 de octubre. Los «ciudadanos» de Haití, Guatemala y Argentina acudirán a las urnas para ejercer «su derecho al voto». Como siempre, por obligación; con, o sin, coima. Todos, impelidos por la sanción y/o la multa, o por el temor al castigo de la secta o sectas religiosas que apoyan a los candidatos. De cualquier forma:

Nada distinto es esperable

1. En Haití, los pobres seguirán comiendo galletas de lodo «horneadas» al sol, con un poco de aceite y sal. Los ricos (el 1% de los ocho millones de su población) seguirán usufructuando del 80% del ingreso nacional. Los miles de «cooperantes» internacionales; los burócratas del «poder permanente»; los mercenarios de las empresas «contratistas» (que cuidan de la seguridad de los ricos y del gobierno gracias a la ONU); y, esos otros mercenarios de las ONG (que alimentan la ignorancia, el hambre, la prostitución, la violencia, el SIDA), seguirán gozando de los millones de dólares de las instituciones financiarizadoras de la deuda; de las vinculadas con el espionaje, la violencia y el terror; de las «humanitarias» vinculadas con la salud, la educación y la cultura, la infancia. En Haití los pobres son afro-caribeños. Son mayoría, pero no definen ni deciden nada.

Son 54 los candidatos que buscan «continuar» la trayectoria del presidente saliente Michel Martelly auto-apodado como el «dulce o rico Micky» (Sweet Micky). Aficionado al teclado electrónico, este «drag queen» hizo «carrera musical» en sórdidos cabarets de los suburbios de Puerto Príncipe interpretando una degeneración, aún mayor, del llamado » konpa dirèk». Une a la ignorancia común que vertebra a la población haitiana, su evangelismo y su adherencia a la francmasonería subsidiaria en su país de origen. Halagado por Obama es, sin lugar a dudas la más clara expresión de lo que la ignorancia y estupidez pueden escalar en el orden democrático impuesto y manejado por Estados Unidos.

Íntimo del dos veces presidente de Haití René Preval, entre 1996 y 2011, que llegó al poder aupado por la dupla FMI-BM, y del comandante Michel François convicto por crímenes de lesa humanidad, el «dulce o rico Micky», sirvió de bufón travestido a la rancia «burguesía» haitiana y a los «tonton macutes» del poder militar. Su gobierno ha transcurrido en un Estado donde la ocupación estadounidense impuso la desaparición del parlamento y determinó que todos los puestos electivos de administración local como alcaldías y otros, así como todos los cargos administrativos del ejecutivo fuesen ocupados por personas pertenecientes al partido del presidente, llamado «Haitien Tèt Kale-PHTK», o por simpatizantes comprometidos con éste. Por su parte, el «dulce Micky» gobernó desde sus casas en Puerto Príncipe y en Palm Beach-Florida. (El refugio preferido de músicos y artistas decadentes y de «políticos» mil millonarios como Donald Trump).

Esto agravó aún más el estado de corrupción del Estado y el enriquecimiento de los allegados al gobierno como es el caso del actual candidato a la presidencia Jovenel Moise al que promueve y apoya el «dulce Micky». Miembro del PHTK, Moise ha hecho fortuna con una empresa exportadora de banano orgánico a Europa a través de contratos otorgados por el gobierno. Ha sido promocionado como el continuador de las «políticas» del «rico Micky». Es, a no dudarlo, el candidato que asegura la continuidad del intervencionismo estadounidense. No en vano, el Secretario de Estado John Kerry, ha dicho: «Estados Unidos y otros miembros de la comunidad internacional (como la OEA) están trabajando con el Consejo Electoral Provisional haitiano para asegurar que las elecciones del 25 próximo sea un proceso más suave que el que tuvo lugar el 9 de agosto pasado». Fecha en la se celebraron las elecciones municipales y que han sido denunciadas como fraudulentas. Por su parte, la Iglesia jesuítica y masónica ha dejado entrever que Haití sólo puede ser capaz de organizar las elecciones como un Estado moderno con la presencia de EEUU y de la OEA.

2. En Guatemala, si bien los indígenas aún no han empezado a comer galletas de barro, esto ocurrirá cuando las empresas transnacionales hayan terminado con desarraigarlos de sus tierras; el ejército y los paramilitares haya terminado de mutilar sus organizaciones comunales; y las sectas religiosas (católicas y evangélicas) hayan terminado por convencerlos que «ganarse el pan con el sudor de la frente significa volver a la misma tierra, pues tierra eres y en tierra te convertirás».

Aquí los indígenas son cada día menos. Los erradicados del campo, forman parte de los pobres de las ciudades y se han «aculturado». Han perdido su identidad y sobreviven con eso que llaman «informalidad». Esta incluye servidumbre doméstica, prostitución, delincuencia en todas sus formas. Los «aculturados», son «achorados». Una mezcla que agrega, al mestizaje, el desclasamiento, la sub-ocupación y el robo. Cada nueva generación reconoce menos su origen indígena. En cambio se reconocen como «hermanos». Hechos a la medida de las iglesias y sectas religiosas. «Jimmy» Morales, el candidato con más opción de ganar las elecciones es uno de estos. Por su parte, la jerarquía militar es una «élite» que desde hace más de 70 años sirve al poder de los EEUU. Desde entonces se ha sucedido en el poder y lo continuará haciendo. No sólo por ser parte del llamado «poder permanente», sino porque es la única institución que puede garantizar la continuidad del orden impuesto bajo el control del Comando Sur. La «burguesía» nacional es minoritaria y, junto a los militares, medran del control de la riqueza y del poder político que ejercen las instituciones financieras y sus «socios» inversionistas transnacionales. La Iglesia (jesuítica y masona) completa, junto a la Universidad y a la burocracia del Estado, la estructura del «poder permanente». ONGs y Fundaciones, como la de la premio nobel de la paz de 1992, le hacen el amén.

Morales, otrora llamado James, cambió su nombre por uno más popular y merenguero. Evangelista, familiar e institucionalmente, es de esos «peritos» contadores que le entran a todo. De allí su (de) formación como «teólogo», sus estudios en defensa y seguridad y su experticia en «moralejas» y «comediante» en películas y televisión «chicha». Ese híbrido del folklore callejero donde lo cursi, lo banal, lo vulgar, se entremezcla con la imitación, el reality show, lo estupidizante.

3. En Argentina, la complejidad demográfica es mayor. Se trata del país «crisol de razas», donde la historia del poder político, desde la invasión española hasta hoy, pasando por sus constantes inmigraciones europeas, euroasiáticas y orientales, advierte una preeminencia de lo «blanco» sobre lo nativo u originario de las pampas, la Patagonia, el Nordeste argentino, y sobre los descendientes de los negros llegados como esclavos durante el Virreynato. Quienes decidirán la elección del sucesor de Cristina Fernández será esa variopinta «clase media» de las grandes ciudades como Buenos Aires que va desde la farándula hasta los oligopolios mediáticos. Tampoco aquí, en Argentina, los pobres definen ni deciden algo. Los tres candidatos con mayor opción, fueron proclamados por «su clase» y están respaldados por sus riquezas personales acumuladas al «servicio del Estado» y por la «inteligentzia» del Mossad, la CIA, el FBI. Cada uno se encargó, durante su trayectoria como funcionario público, de cimentar las alianzas que les permitan garantizar que lo ganado con «su esfuerzo» nadie lo ponga en cuestión. Sólo así se hace «verdadera historia», dicen sus slogans. Los tres acusan una trayectoria política que se entronca con el «menemismo» de la deformación peronista y con el «radicalismo» decadente de la Unión Cívica.

  Elecciones a la medida de la institucionalidad dominante

No hay por qué extrañarse. En Haití, en Guatemala y en Argentina se trata, una vez más, de elecciones donde los pobres son obligados a «escoger» a quienes los «representarán». No entre los suyos, sino entre los que no son pobres y se imponen en nombre de la «Constitución del Estado». El instrumento que les fue igualmente impuesto por los mismos que hacen las elecciones y «fabrican» a los gobernantes.

Los pobres, siendo mayoría, son tratados como retardados mentales urgidos de que alguien piense y hable por ellos. Esto, en parte, porque la única educación «de calidad» (esto es, con sello de clase), es la de los «blancos» y poderosos, cuya riqueza y capital cultural, dicen, les viene «de sangre y apellido». También porque los «nuevos ricos» del narcotráfico, de la farándula, de la administración pública, del cohecho, de la corrupción, del servilismo, de la obsecuencia, son unos perfectos analfabetos y unos ignorantes en política. Apenas payasos del travestismo del poder en la «nueva era».

De manera contundente, porque la única institucionalidad existente para todo orden de cosas, desde el nacimiento hasta la tumba, tiene la marca y es impuesta por el poder burgués imperialista sobre los explotados. Fue creada y responde a los intereses supranacionales de las élites del poder mundial, del FMI-BM, del BID-USAID, de la banca especulativa, de las transnacionales, del Comando Sur, de la inteligencia sionista internacional. A esa institucionalidad pertenece y sirve el modelo de democracia representativa y sus elecciones.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.