Una bofetada al sistema
[Cuando queda menos de un año para las elecciones presidenciales en Francia, había una gran expectación por ver que resultado ofrecían las elecciones regionales y departamentales cuya primera vuelta se celebró el domingo 20. Finalmente, la enorme abstención electoral, que tradicionalmente favorece a los presidentes de región salientes –prime aux sortants-, no ha permitido grandes sorpresas, pero cuando menos sí hay que resaltar la debilidad del partido de Macron, que gobierna sin ningún anclaje en las instituciones intermedias…
Y también que con esta dinámica y a pesar del ligero bajón de Marie Le Pen en estas elecciones, por el momento no se puede descartar del todo que en las elecciones presidenciales del 2022 no encontremos con una segunda vuelta en la que la alternativa a la extrema derecha sea la derecha extrema. Más aún en un clima en el que desde el PS o el PCF e incluso EELV se participa en iniciativas de calado ultraderechista como la manifestación policial del pasado 9 de mayo. A continuación, una primera valoración de la mano de Manu Bichindaritz]
El domingo pasado, la primera vuelta de las elecciones regionales apareció como un reflejo, aunque distorsionado, de la situación social y política del país. Una abstención histórica alimentada por la rabia social de los últimos años, una bofetada magistral a todos los representantes de la macronía, una extrema derecha contenida en las urnas pero aún peligrosa, y una alternativa que queda por construir para romper con este viejo mundo…
Abstención contra un sistema chamuscado
Apenas uno de cada tres votantes acudió a las urnas (frente a uno de cada dos votantes en las anteriores elecciones regionales…). ¡Esta abstención llega incluso al 87% en la categoría de 18 a 24 años! Una abstención masiva que afecta en gran medida a la clase trabajadora y que no sólo se explica por el sol, o la atracción de parques y terrazas… Afirmar que el tema de estas elecciones parecía estar fuera de la realidad de nuestras vidas es un eufemismo. La gente no ha considerado estas elecciones como un medio para oponerse a la ofensiva total de este gobierno –antisocial, autoritario, racista, etc.– entregado a los capitalistas, que lleva año y medio lidiando con una crisis sanitaria ciertamente inédita pero ante la que ha parecido en gran medida incompetente para hacerle frente. Esto es comprensible.
Con esta abstención histórica, lo que estalla es la crisis política que se viene incubando desde hace mucho tiempo en el sistema de los de arriba, que ilustra su ilegitimidad para gobernar la sociedad. Además, el domingo a la noche había muchas razones para cargarse el televisor cuando se escuchó a todos estos políticos profesionales hablando de su moral cívica y ciudadana, pretendiendo no entender que son ellos y su sistema los primeros puestos en cuestión, y que ha sido su campaña electoral, totalmente alejada de los problemas reales de la gente y orientada a los temas de la seguridad que rentaban en las encuestas, la que ha sido masivamente rechazada.
Macron se da un tortazo, ¡el peligro reaccionario sigue ahí!
En ese contexto, podemos alegrarnos de que los grandes perdedores de esta velada electoral sean los dignos representantes del macronismo, empezando por los que asumen la responsabilidad directa del mismo. Símbolo de esta derrota (que les lleva a una media del 11% de los votos emitidos, es decir, menos del 4% de los inscritos), el antiguo responsable de la reforma de las pensiones contra la que luchamos en el invierno de 2019-2020, Laurent Pietraszewski, ni siquiera llega a la segunda vuelta en los Hauts-de-France, a pesar del fuerte apoyo de dos barones, Dupond-Moretti y Darmanin [Ministro de Justicia y de Interior]… Si bien su presencia, más que un apoyo, constituía un repelente para quienes sufren los efectos de sus políticas a diario.
Afortunadamente, a pesar de la poca música mediática y de las encuestas de las últimas semanas, el varapalo recibido por Macron y sus representantes no ha abierto el camino a que la Rassemblement National (Marine Le Pen) se haga con el control de varias regiones. Si hace seis años estaba a la cabeza en seis regiones, ahora sólo lo está en una (en la PACA), y ha bajado del 28% al 19% a nivel nacional. Lo que no es nada desdeñable. Por tanto, la amenaza persiste, lo que exige estar atentos y movilizarse, especialmente el 3 de julio ante el congreso de RN en Perpignan.
Ahora bien, el árbol, algo vacilante pero aún presente de RN, no debe ocultar el bosque reaccionario de la llamada derecha clásica, que la mayoría de las veces compite con la extrema derecha sobre sus temas preferidos (seguridad, inmigración, en definitiva racismo…). Sin duda, esta derecha de Les Republicans mantendrá todos sus puestos y regiones en los próximos días, abriendo el apetito de Bertrand [candidatos en Hauts de France] a Pécresse [candidata en Île de Paris] para 2022. Derecha, derecha extrema o extrema derecha… hay que ser muy astuto para ver con claridad sus matices.
En la calle y en las urnas, por una alternativa anticapitalista
En el campo de la izquierda, había que estar atento para captar la multitud de configuraciones. Totalmente unidos, en particular en Hauts-de-France y PACA (menos la FI), todo el panel de combinaciones posibles de la izquierda institucional estaba representado en estas elecciones. La abstención masiva se tradujo en una prima para los candidatos salientes, incluido el PS (como en Occitania, Nueva Aquitania, Bretaña o Borgoña), a pesar de que el PS que sigue debilitado y cuestionado por la irrupción de EÉLV [Verdes]. Pero en general, incluso cuando las listas tenían un cierto carácter radical (como las impulsadas por France Insoumise, el NPA en Nueva Aquitania y Occitania), los resultados siguen siendo débiles. En cuanto a Lutte ouvrière, que presentó listas en todas partes, sigue cosechando resultados todavía modestos pero que resisten y a veces aumentan, sobre todo en las regiones donde el resto de la izquierda iba junta desde la primera vuelta.
Las elecciones no son el terreno preferido para el mundo del trabajo, y este domingo volvió a ser una muestra de ello. Para avanzar en la defensa de nuestros intereses, para que estos estén representados, queda mucho por hacer. Empezando por construir movilizaciones para acabar con los despidos y los recortes de empleo, para defender nuestros derechos frente a los ataques liberticidas, para resistir a la ofensiva racista e islamófoba, para luchar contra el llamado capitalismo verde y exigir justicia climática, para conseguir una igualdad real de derechos…
Para destrozar la ideología y el programa común de las clases dominantes y de los partidos que les sirven contra nuestro campo social, para expresar nuestros intereses y organizarnos… De las huelgas y las manifestaciones a las urnas, este es el camino –anticapitalista y revolucionario– que el NPA trata de impulsar, buscando los medios para seguir impulsándola en próximos meses; modesta pero firmemente.
Traducción Viento sur.
Artículo original: L’Anticapitaliste (hebdo)