Los resultados del referéndum sobre el » Tratado por el que se establece una Constitución para Europa» y los sesudos análisis efectuados los días posteriores en » EL PAIS», SER y televisiones libres, no dejaban lugar a la duda: el pueblo español tras leerse concienzudamente el libreto – eso sí en versión adelgazada y dejando […]
A los colectivos que empecinadamente y sin atender a razones o encíclicas de las sabias cúpulas sindicales de CC.OO. y UGT en amoroso arrullo con la CEOE, habíamos mantenido la estúpida e infantil postura del No, se nos había puesto en nuestro sitio y además íbamos a descubrir que nuestros votos no eran nuestros, que a la hora de votar nos habíamos transformado en ultraderechistas del barrio de Salamanca sin movernos de Córdoba y ,si mirábamos fijamente en las paredes de nuestras habitaciones, podíamos observar como la bandera tricolor que llevaba tantos años allí no era tal, que la franja morada había desaparecido a favor de otra roja y que de la franja gualda salía en unos casos la silueta del toro de Osborne y en la mayoría, el aguilucho. Pero eso no era lo peor, el «poster» del Che Guevara con la frase de Dolores Ibarruri – Bolívar a los pies, había cambiado de rostro y la querida efigie con la boina calada había tomado un sospechoso parecido con el peor de los «gremlin»: uno que tuviese las orejas de Arias Navarro, el bigote de Aznar y la cara de un demagogo de la COPE ( aunque el PP y la derecha económica se pronunciasen a favor del Tratado).
Cautivos y desarmados, nos echamos ceniza en la cabeza y decidimos retirarnos al rincón de la historia para golpearnos la frente cien mil veces, como malos alumnos, con cascotes del muro de Berlín.
Todo había vuelto a su estado natural, el cielo era azul, los pajarillos piaban en la hermosa primavera, los contratos precarios seguían creciendo, las multinacionales aumentaban exponencialmente sus beneficios y la Europa soñada por Giscard D’Estaing y sus palmeros ( José Borrell, Iñigo Méndez de Vigo, Carlos Carnero, Ana Palacio, Diego López Garrido…) asomaba por el horizonte.».
Y de pronto, cuando la música del final feliz estaba a punto de culminar el beso de Gobiernos y Parlamentos casi unánimes, los franceses y los holandeses, diabólicamente coordinados, van y cambian el guión. Y los colectivos del NO españoles, a punto de completar el castigo que nos habían impuesto, no sabíamos si acudir a la farmacia a comprar Trombosil o escuchar a los sesudos analistas. Y en la tesitura, decidimos hacer lo segundo , sabia opción, que nos ha servido para convalidar un curso de autoayuda que cuenta para los trienios y recuperar el perdido dicho délfico del » conócete a ti mismo», pues gracias a quemar orejas en la radio y pestañas en papel y televisión, ¡ por fin! hemos descubierto nuestra verdadera identidad que podemos resumir en pocas líneas. A saber:
- Los partidarios del NO somos xenófobos y racistas ( atavismos raros nos hacen disimularlo entonando la Internacional o coreando » Papeles para todos. Ninguna persona es ilegal»).
- Tenemos un trasfondo clerical que atufa ( aunque, como pecadores pillados » in fraganti», intentemos disimularlo reivindicando una enseñanza laica y pública, la religión fuera de las escuelas o que el dinero de todos no se emplee para entregar la enseñanza a ordenes religiosas con el sistema de conciertos. Eso sí, los muy progresistas y anticlericales representantes de por ejemplo el gobierno Chaves, no confundir con el Chávez venezolano de izquierdas, llevan el brazo en cabestrillo de tanto firmar conciertos y si el dinero que dan se transformase en música, serían Mozart redivivos).
- Le hacemos el juego a los Estados Unidos y nuestras movilizaciones por el NO a la OTAN – como se ve, la cabra tira al monte – , contra las bases, o contra las guerras injustas, sean en Yugoslavia, Afganistán o Irak, no pasan de poses de salón.
- Estamos a favor del neoliberalismo y no deja de ser una manipulación interesada el pregonar que el remedo de Constitución entronizaba este concepto y una economía de mercado altamente competitiva como única opción posible.
- Estamos contra la Europa social aunque hagamos aspavientos en defensa del sector público y echemos pestes de la directiva Bolkestein
- Pese a nuestra pintas, y pretensiones – dichas con la boca chica – de «Otro mundo es posible «, quien realmente nos excitan son el Frente Nacional y los neonazis.
- En definitiva, quienes desde el No creíamos defender una Europa social capaz de mantener las conquistas realizadas desde la lucha obrera o una Europa participativa hecha desde la ciudadanía, quienes pensábamos estar señalando la evidente desnudez del rey – las burocracias gubernamentales habían vendido un tejido lleno de la palabra » democracia» pero a la vez negaban el poder decisorio al único organismo, el Parlamento europeo, elegido por sufragio universal- realmente apostamos por nuestro ombligo, deleitándonos en pequeños egoísmos cotidianos, abriendo la puerta al caos. Al principio esta argumentación chocaba, pero ¿ quiénes somos nosotros para poner en duda los pensamientos prístinos, profundos y altruistas de Loquillo, Gabilondo, Los Morancos o Luis del Olmo?. ¿ A cuenta de qué poníamos trabas a un proyecto de tratado que busca una Europa pacífica, solidaria, para los pueblos, para la gente, atenta a lo cotidiano, a una economía al servicio del ser humano, como lo atestiguaba nítidamente la nómina de sus defensores: Berlusconi, Botín, Zapatero, Rajoy Blair, Repsol,El Corte Inglés, BBVA, Caixa, Polanco, todos los periódicos, todas las televisiones?.
- Y ahora, cuando el desánimo puede hacer mella en los débiles, debemos repetir cien veces:»No es el pueblo español quien va en dirección contraria, son los otros los que llevan el paso cambiado y el tiempo les dará la razón a nuestros tertulianos de guardia: en las próximas elecciones a la presidencia francesa, saldrá elegido Le Pen, todos los Noes fueron suyos, pues el aciago día del referéndum no fue a votar ningún trostkista, ningún comunista, todos los verdes y socialistas siguieron a rajatabla la orientación de sus direcciones…»
- …Lo peor de todo no es que esto no fuese un mal sueño, es que cuando proclaman sus verdades no se les nota la risa.