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Emigrar desde el sur de Italia

Fuentes: La Jornada

Italia ha sido desde siempre un país de migrantes. Hoy la península asiste a un fenómeno de inmigración mayoritariamente económico o por razones humanitarias, que es objeto de polémicas vacuas y tensiones sociales importantes. Miles son los extranjeros que pisan suelo itálico cada año en búsqueda de trabajo o refugio. Hace tiempo Italia fue tierra […]

Italia ha sido desde siempre un país de migrantes. Hoy la península asiste a un fenómeno de inmigración mayoritariamente económico o por razones humanitarias, que es objeto de polémicas vacuas y tensiones sociales importantes. Miles son los extranjeros que pisan suelo itálico cada año en búsqueda de trabajo o refugio. Hace tiempo Italia fue tierra de emigrantes que poblaron regiones enteras del planeta, y también escapaban de la pobreza de un país que ha requerido décadas para recuperarse de los atrasos históricos determinados por decisiones políticas, por cuestiones meramente culturales y, ¿por qué no?, por dos guerras mundiales que aquí desahogaron mucha de su fuerza destructora.

Como hacía notar Arnaldo Córdova ( La Jornada, 15/07/07), en los años 60 casi 10 millones de italianos trabajaban en el norte europeo: minas, restaurantes, fábricas. Esa era la mano de obra barata que Italia exportaba en ese entonces. Al mismo tiempo, se dio una inmensa migración interna que llevó a millones de habitantes del sur a moverse hacia el llamado triángulo industrial constituido por Milán, Turín y Génova. A principio de la década casi 300 mil italianos se transferían cada año hacia el norte industrializado, fenómeno que nunca se acabó por completo, pero que había venido disminuyendo en las décadas recientes.

Sin embargo hoy, en 2007, el fenómeno migratorio en el eje sur-norte parece haber recobrado su relevancia numérica. Del reporte anual de Svimez, la Asociación para el Desarrollo del Mezzogiorno (se llama así al conjunto de las regiones sureñas italianas), se desprenden datos sorprendentes. A principio de la actual década comenzaron a aumentar otra vez los flujos migratorios internos en Italia. Desde el año 2000 hasta 2004 se pudo registrar un paulatino, pero constante, aumento de personas residentes del sur de Italia que se movieron hacia las más ricas regiones del norte. Desde Sicilia, pero sobre todo desde otras áreas constitutivas de la célebre bota itálica, cientos de miles se han mudado al norte, cerca de los lugares de trabajo. En 2004, según el informe, se han registrado 270 mil cambios de residencia desde municipios del sur a los del norte, cifras que están acercándose a los números de otras épocas. Según Svimez, estos datos reflejan no sólo la enorme desigualdad económica entre sur y norte del país, sino también una «nueva y positiva voluntad de la gente del sur de buscar mejores condiciones de trabajo en el norte». Esta renovada fuerza de voluntad se ve reflejada sobre todo en los jóvenes y en los más escolarizados. Mientras hace 40 años los italianos que migraban del sur al norte del país salían de situaciones no sólo de precariedad económica, sino también escolar, hoy se registra un aumento de personas preparadas, inclusive un sensible aumento de los titulados en las universidades del sur de Italia.

Paralelamente a este fenómeno de migración interna hacia el norte de Italia, el informe analiza también otro proceso en crecimiento y de notable impacto social: los pendulares, es decir, las personas que van y vienen de un territorio a otro para poder trabajar. Un fenómeno que en Italia abarcó, en 2006, a 150 mil personas que viajaron constantemente entre norte y sur de la península. Desde Sicilia, pero sobre todo desde Calabria y Puglia -la punta y el tacón-, viajan semanalmente miles de personas que en el norte encontraron trabajo y en el sur tienen familia.

Las razones de tal movilidad -facilitada, según el informe, por la creciente red interna de transporte en el país; y aunque a veces se representa como estable al norte, en otras ocasiones la población se encuentra en viaje perpetuo a lo largo de todo el territorio- son el atraso económico y las dificultades ocupacionales al sur de Italia. Si bien es cierto que la tasa de desempleo ha venido disminuyendo, como confirman los datos de Svimez, la misma asociación demuestra que dos terceras partes de los empleos en el sur corresponden a los llamados empleos atípicos, es decir, precarios, temporales y sin garantías. Al mismo tiempo, si el desempleo registrado en las estadísticas frena su aumento, los mismos números confirman el crecimiento del trabajo irregular, sin contrato, que hoy ocupa a casi millón y medio de personas sólo en el sur de Italia.

Lo que en los manuales de historia de las escuelas italianas se estudia como un fenómeno del pasado -la migración interna- hoy regresa. El informe de Svimez nos muestra una fotografía sin piedad de un sur de Italia que no parece haber cambiado en los últimos 50 años: un sur donde se registra el más alto nivel europeo de abandono escolar y el más bajo nivel de titulados en Europa (0.7 por ciento de la población contra el promedio europeo de 1.3 por ciento); un territorio que registra el menor nivel de crecimiento económico de todo el país, con 1.5 por ciento contra 2 por ciento de promedio nacional, lo cual se traduce en una renta personal de casi 17 mil euros anuales contra los 30 mil del norte.

«La cuestión meridional», como le decían hace un siglo a los problemas relativos al sur, hoy regresa con fuerza en el escenario político de Italia, llevando otra vez a primer plano los atávicos paradigmas de un territorio abandonado por el Estado: pobreza, marginación, precariedad y emigración.