1. Es probable que Nicolás Sarkozy, el derechista presidente francés, sea derrotado en las elecciones de las próximas semanas por Francois Hollande, candidato del Partido Socialista Francés del fallecido Mitterrand. Pero el triunfo del PSF no cambia las cosas en aquel país, como tampoco sucedió nada en beneficio de los trabajadores en España después de […]
1.  Es probable que Nicolás Sarkozy, el derechista presidente francés, sea  derrotado en las elecciones de las próximas semanas por Francois  Hollande, candidato del Partido Socialista Francés del fallecido  Mitterrand. Pero el triunfo del PSF no cambia las cosas en aquel país,  como tampoco sucedió nada en beneficio de los trabajadores en España  después de los gobiernos «socialistas» de Felipe González y Rodríguez  Zapatero o los gobiernos socialdemócratas de Alemania del fallecido  Brand que gobernó antes de la derecha encabezada hoy por Ángela Merkel y  Joachim Gauck. Este fin de mes ha destacado en Francia otro candidato:  Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda, que ha convocado  movilizaciones, pero de acuerdo al contexto del país desarrollado, nada  importante logrará. Estas y otras elecciones -como las yanquis- no  levantan polvo porque los gobiernos sólo llegan a cumplir con el sistema  de explotación.
 2. Contrario a lo que sucede electoralmente en Europa y los EEUU, los  grandes movimientos de masas de los trabajadores (como la huelga general  anunciada en España para el 29 de marzo), las grandes movilizaciones  estudiantiles que se registraron en Francia, España, Chile; así como las  protestas en Grecia, EEUU e Italia, México, sí causan mucha  preocupación entra las clases dominantes. Las combaten y reprimen con la  mayor violencia posible porque representan un enorme peligro para sus  intereses capitalistas. Por el contrario los procesos electorales  siempre pacíficos significan simple cambio o acomodamiento de personas  que ellos mismos han aprobado. Por eso el candidato de la izquierda  francesa Mélenchon ha dicho: «cuando un gobierno viola los derechos del  pueblo, la insurrección es, para el pueblo, el deber más sagrado». Sin  embargo si bien es muy justa la frase, la realidad francesa es otra  cosa.
 3. En países como Suecia, Dinamarca, Holanda, los gobiernos no parecen  jugar un papel central porque la población -por particulares condiciones  históricas, económicas y políticas- posee mucha madurez en  participación dentro de la comunidad. Lo que no puede decirse de los  países de los otros continentes que se han desarrollado luchando a brazo  partido, con muchas desventajas, por defenderse de los rigores de la  naturaleza; pero sobre todo, ¿cuántos siglos han tenido que batallar  cientos de naciones por defenderse de las invasiones, ocupaciones,  saqueos y la explotación de los países imperiales? La elecciones  francesas, aunque se presenten a ella más de diez partidos pequeños, no  obtienen la atención de más que de los directamente interesados en los  negocios. Aún más, ni los demás gobiernos europeos encuentran una  diferencia esencial entre los partidos de la derecha y de la izquierda,  lo cual es ya muy grave.
4. Francia, Alemania, Italia, Inglaterra, pertenecen al núcleo de países europeos del «primer mundo», con alto desarrollo capitalista. Como EEUU han sido países con altas tasas productivas, pero que se construyeron como naciones cuando saqueaban riquezas de otros pueblos colonizados. Podría pensarse que la enorme riqueza que poseen esos países ha servido para garantizar que no haya familias pobres en su interior, sin embargo la realidad es que hay altos porcentajes de la población en cada uno de ellos que vive en la pobreza y la marginación. A pesar de ello las corrientes de izquierdas han vivido aisladas y quienes han estado presentes -compitiendo con la derecha, los conservadores y socialcristianos- han sido los partidos socialdemócratas. Jean-Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda, servirá sólo para una especie de negociación, así como otros partidos y candidatos de ultra derecha.
5. Muchos ideólogos del capitalismo «civilizado» (al estilo Krauze, Camín, Dresser en México) viven añorando esa democracia europea cuyos partidos pueden competir en paz y gobernar sin amenazar la estabilidad. Les disgusta e incomoda personajes como Hugo Chávez, Evo Morales o, incluso López Obrador, porque en sus discursos denuncian la explotación, la miseria, condenan al imperialismo y, como el caso AMLO, bloquean avenidas como el Paseo de Reforma de los bancos y grandes hoteles. Se confunden comparando a África, Asia, América Latina con Europa y creyendo que México son las zonas residenciales de las Lomas, Santa Fé o Polanco. Olvidan la represión y los asesinatos que han sufrido de manera permanente los pueblos de Oaxaca, Chiapas, Guerrero. Veracruz, así como los barrios de la ciudad d México como Tepito, La Merced e Iztapalapa y la necesidad de esas culturas de defenderse del poder.
6. Cuando hemos estado por estudio o paseos en aquellos países europeos observamos con la «boca abierta» las maravillas edificadas del «primer mundo», pero olvidamos que fueron construidas con riquezas saqueadas a nuestros pueblos. Dejamos de recordar que como pueblos conquistados y sometidos sufrimos todos los bloqueos posibles para impedir nuestro desarrollo a fin de que los países colonialistas o imperialistas sigan vendiéndonos lo que ellos querían. ¿Qué puede hoy interesarnos que triunfen los Zarkozy y los Hollande, los Rajoy, los Obama o los Merkel si ellos luego se convierten en simples agentes del sistema capitalista, de la OTAN, del FMI, de las determinaciones que toman el G8 y demás cónclaves imperialistas? El desplome de la economía de Grecia, la invasión que se prepara contra Siria y para someter a Irán está demostrando que -dentro de sus contradicciones y hasta confrontaciones- Europa, EEUU, Japón y China, pueden estar jugando el mismo papel.
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