Los movimientos sociales europeos están teniendo su expresión máxima en Francia, donde la oposición de los sectores obreros a los intentos del gobierno de implantar leyes contrarias a sus intereses se proyectan y se convierten en la avanzada de la clase trabajadora en Europa. En un contexto de convulsión y cambios, la izquierda gala se […]
Los movimientos sociales europeos están teniendo su expresión máxima en Francia, donde la oposición de los sectores obreros a los intentos del gobierno de implantar leyes contrarias a sus intereses se proyectan y se convierten en la avanzada de la clase trabajadora en Europa.
En un contexto de convulsión y cambios, la izquierda gala se debate entre las posiciones acomodadas de los partidos socialista, comunista y de los verdes y las reivindicaciones más radicales y vanguardistas del Polo de Renacimiento Comunista de Francia (PRCF).
Pierre Pranchére, que asistió el pasado fin de semana al VIII Congreso del Partido Comunista de los Pueblos de España, es uno de los dirigentes del PRCF y, en sus declaraciones resume el punto de vista de su organización sobre las causas que han hecho surgir la contestación en Francia, el papel de los sindicatos en ese país y sobre la acción común a emprender contra los intereses capitalistas europeos.
¿De dónde nace la reacción social en Francia y qué análisis cabe hacer de los movimientos que la protagonizan?
Si comenzamos por uno de los hechos más destacables de esta reacción, hay que decir que el No del 29 de mayo de 2005 a la Constitución europea es un No que viene de las profundidades del pueblo trabajador.
El 80 % de la clase obrera dijo No a la Constitución Europea, que no es más que el rechazo a la política reaccionaria llevada a acabo por la derecha francesa y también por los sectores que, en Francia, se hacen llamar la izquierda plural: socialistas, verdes y comunistas «mutantes», que es como, entre ellos, se denominan.
Por otro lado, la protesta y la contestación de los jóvenes en las barriadas, en los guetos populares que tuvo lugar en septiembre y octubre pasados corresponde a la lucha de clases. Fue su rechazo a las formas de explotación de esa juventud, aunque incluyera algunos métodos de lucha discutibles como quemar coches de otros trabajadores, pero que, expresó, de manera desesperada eso sí, su disconformidad radical con esa explotación que sufren.
El contexto, en definitiva, ha sido de grandes batallas y de grandes victorias contra una política que cuestiona el derecho del trabajo y las conquistas del pueblo francés, en materia social, a partir de las huelgas de 1936 y obtenidas a raíz de la liberación de 1945.
El Gobierno y la política actual agreden todas esas conquistas históricas de la clase obrera francesa y ello está teniendo su respuesta. Así , las últimas movilizaciones sociales parten de poner en cuestión un proyecto, que es el de Contrato de Primer Empleo (CPE), inscrito dentro de una Ley ultrarreaccionaria llamada Ley de Igualdades y que ha podido conseguir la simpatía y el apoyo de los trabajadores y trabajadoras , aunque en su primera fase, fuera un movimiento juvenil.
En general, en Francia las direcciones sindicales, incluso la del sindicato mayoritario, de origen comunista, la Confederación Nacional del Trabajo, que pertenece a una confederación europea de carácter reformista, tienen una política moderada, de colaboración de clase y de apoyo a las políticas patronales. Por tanto, la confianza dada por los trabajadores, e incluso por algunos sindicatos, a esas movilizaciones se produjo en condiciones muy difíciles y precisamente en base a esto es que tiene una significación aún más importante.
Sin embargo, en la otra cara de la moneda está la negativa de los sindicatos a apoyar la convocatoria de una huelga general, que no se logró, y que hubiera servido, no sólo para cuestionar el CPE, sino el conjunto de la Ley y el conjunto de la política económica del Gobierno.
Pese a todo, las movilizaciones que se produjeron en febrero y en marzo de 2006 pasaron de ser movilizaciones de decenas de miles de personas a sacar a la calle a tres millones de franceses, a comienzos de abril; tres millones de jóvenes y de trabajadores que hicieron fracasar al poder, que tuvo que dar marcha atrás a su proyecto.
El Gobierno francés amparó algunas negociaciones con los sindicatos pero ésto lo le sirvió de nada.
A partir de los éxitos y los fracasos de esta experiencia, ¿qué elementos habría que conjugar para que la política en Francia y en Europa cambiara radicalmente?
En este punto, hay que decir que algunos partidos, llamados de la izquierda, como el Partido Socialista y el Partido Comunista francés, que finalmente siguen la misma línea, intentan revitalizar una política de cohabitación o de izquierda plural, que ha fracasado totalmente, porque se basa en el acomodamiento y en la no confrontación con el poder.
Sin embargo, los trabajadores y las trabajadoras no aceptan esa política por mucho que se la intente presentar como una política progresista y enfrentada al sistema dominante. Lo cierto es que hay fuerzas de la izquierda que no abren una perspectiva real para los protagonistas de las últimas grandes victorias de la clase obrera, que piensan que es necesario hacer fracasar a la Europa transnacional, que no ha hecho otra cosa que defender los intereses de los imperialistas.
Nosotros, el Polo de Renacimiento Comunista de Francia, planteamos la urgencia de llevar a cabo una ruptura radical con esa política, que se concreta en la salida de la Unión Europea y en la adopción de una serie de medidas que pongan en crisis el poder del gran capital.
De ello ya hay un precedente en Francia, que ocurrió tras la liberación de 1945, cuando, con la participación de ministros comunistas en el Gobierno, se desarrolló una política de nacionalización de los intereses económicos.
A partir de aquí, desde nuestro punto de vista, el objetivo es hacer fracasar el sistema y fortalecer a la clase obrera, a la juventud y a las fuerzas progresistas para que se enfrenten a la política insolente del gran capital desarrollada por el aparato ejecutor de la UE. Buscamos todas las posibilidades de acción común con partidos comunistas en lucha a nivel europeo, con todos los partidos que se enfrentan a las restricciones sociales y le han plantado cara a la política que ha intentado criminalizar al comunismo en Europa.
Creemos necesario afirmar resueltamente todas esas líneas de acción común para reforzar la resistencia a los planes del gran capital y rechazar las ilusiones de los que hablan de la posibilidad de una Europa social.
Esa Europa social es una mentira porque, en las condiciones actuales de la UE, no hay espacio para lo social, ni para la defensa de los derechos de los trabajadores.
Estamos convencidos de que es necesario apoyar las iniciativas de lucha que se inspiran en la lucha de clases y no sobre una base reformista.
El ejemplo lo da la lucha de los estibadores franceses y europeos frente al intento de la UE de eliminar el estatus profesional de los trabajadores portuarios. En este caso, ha habido una coordinación de los portuarios franceses y también de otros países, que llevaron a cabo una manifestación muy combativa en Estrasburgo, que logró que se retirara del Parlamento Europeo la discusión de ese proyecto de reforma profesional.
Con este ejemplo, se confirma y se demuestra que una acción común, enérgica y coordinada de la clase trabajadora puede servir para hacer retroceder la política del gran capital.
Dentro de esta estrategia de combate frente al capitalismo, ¿qué influencia tendría la población inmigrante?
En Francia hay una larga tradición de lucha de clases entre trabajadores franceses y trabajadores inmigrantes. De hecho, el verdadero Partido Comunista francés favoreció esa acción común de clases trabajadoras.
Aquí se debe tener siempre presente a las Brigadas Internacionales y el combate de los españoles y de los hombres y mujeres de otras nacionalidades en la resistencia contra los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En esa etapa, existían organizaciones que reunían a trabajadores extranjeros para luchar contra la ocupación alemana de Francia.
Ahora es como si hubiéramos vuelto a esa época porque estamos comprobando que hay un proceso de fascistización que afecta a toda Europa.
En ese contexto, el Gobierno ultrarreaccionario de la derecha francesa busca y aplica la represión contra los trabajadores de origen inmigrante. Por ejemplo, la policía, durante las últimas manifestaciones populares, ha estado deteniendo a gente por el aspecto físico, lo que es una muestra de la acción común existente entre los trabajadores inmigrantes y los trabajadores franceses.
A estas alturas es incuestionable que la política del gran capital francés pretende dividir a la clase trabajadora y, frente a eso, la política de los comunistas tiene que ser la contraria, la de buscar su unidad. Ese es el gran trabajo que tiene el Polo de Renacimiento Comunista francés, con fuerzas que aún no son suficientes, pero que son cada vez mayores. También es el reto que tienen ante sí los partidos comunistas en Europa y en el mundo.