Geógrafo, profesor asociado en la Université de Provence, el argelino Ali Bensaad es uno de los principales expertos en migraciones procedentes del África subsahariana, a las que ha llegado a seguir en diversas misiones sobre el terreno. Profesor Bensaad, ¿qué juicio le merece la Conferencia di Tripoli? Esa Conferencia -como la que tuvo lugar en […]
Geógrafo, profesor asociado en la Université de Provence, el argelino Ali Bensaad es uno de los principales expertos en migraciones procedentes del África subsahariana, a las que ha llegado a seguir en diversas misiones sobre el terreno.
Profesor Bensaad, ¿qué juicio le merece la Conferencia di Tripoli?
Esa Conferencia -como la que tuvo lugar en Rabat el pasado julio- demuestra sobre todo una cosa: la gestión de los flujos migratorios se entiende sólo en términos represivos. Mas allá de las declaraciones de propósitos, las decisiones que se toman en esos consensos van sólo en un sentido: lucha contra el tráfico de personas, cooperación judicial y policial, control de las fronteras. Medidas, todas, que, por lo demás, se revelan ineficaces. Tengo, no obstante, que hacer una observación de carácter positivo…
¿Cuál?
Esas reuniones, por el hecho mismo de que tengan lugar, demuestran que no es posible tratar la cuestión migratoria sólo desde el punto de vista económico. En cierto sentido, devuelven a la migración su dimensión humana. Los inmigrantes subsaharianos han logrado que se ponga en el centro del debate la libertad de circulación. Los resultados de las discusiones son decepcionantes, pero al menos la cuestión queda planteada. Es al menos un paso adelante, tras el declive del proceso puesto en marcha en Barcelona, que trataba de lanzar una cooperación real euromediterránea.
¿No le parece que se presta demasiada atención, por parte de Europa, a los flujos migratorios procedentes de África?
Cuando se habla de cifras, en efecto, se ve que es una falsa percepción del problema: este año, se han registrado 28 mil legadas a las Islas Canarias españolas. Un fenómeno que ha sido calificado como de «emergencia» y que ha inducido los acuerdos de readmisión firmados en Madrid con diversos Estados del África occidental. Pero nadie dice que los africanos representan apenas un 3% del total de los inmigrantes en España. Nadie dice que si la economía española ha tenido, junto con la irlandesa, la mayor tasa de crecimiento económico del continente europeo es gracias a los inmigrantes. Nadie dice tampoco que los inmigrantes tienen una tasa de empleo superior a la de los españoles, lo que quita su mordiente a la presunta ecuación entre inmigración y desempleo… Se trata, también en este caso, de un discurso orientado a criminalizar a los inmigrantes. El tráfico de seres humanos existe, pero es un fenómeno insignificante. El grueso de los candidatos subsaharianos a la emigración se mueven de forma autogestionada, explotando las posibilidades abiertas en lugares de marginación preexistente. En el desierto del Sahara, en Nigeria y en Mali son los comerciantes tuareg — incluso en connivencia con los respectivos gobiernos- quienes organizan a los interesados. En la frontera argelino-marroquí hay una fuerte tradición de comercio informal, sobre todo en dirección a la región del Rif, siempre rebelde a Rabat. No son, desde luego, los passeurs quienes provocan todo este movimiento. El movimiento es una realidad. Ellos se limitan a ofrecer un servicio a gentes que quieren emigrar. Son como pequeñas agencias de viaje. Marruecos y Libia, que han sido anfitriones de estas conferencias internacionales, están desempeñando un papel de control de los flujos migratorios hacia Europa, organizando redadas y procediendo a repatriaciones.
¿Qué gana el norte de África haciendo de gendarme por cuenta ajena?
Lo que se les ha propuesto a los países del África septentrional es desempeñar el papel de centinelas avanzados de la Unión Europa, la cual desplaza así sus fronteras más hacia el sur y externaliza el control. Y a cambio se ofrecen dineros, medios y, sobre todo, reconocimiento político. Tomemos el caso de Libia: hasta hace unos pocos años era impensable que una conferencia de este tipo, con la participación de ministros de asuntos exteriores europeos y africanos, tuviera lugar en Trípoli. Es también gracias a la cuestión migratoria que el coronel Gadafi ha logrado su rehabilitación a escala internacional.
Alí Bensaad es profesor en la Universidad de Provenza, en Francia
Traducción para www.sinpermiso.info : Leonor Març
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