Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
Los sociólogos Michel Pinçon y Monique Pinçon-Charlot, viejos amigos de la página web Là-bas, han pasado sus vidas poniendo su saber al servicio del contrapoder. Sin importar cuál fuere, el de los desechables contra los notables.
Para ellos, lo que vivimos actualmente es un “virus de clase”, la primera sacudida de un seísmo más profundo y también una cita histórica. Pero además se preguntan sobre el alcance de su compromiso y nos instan a superar el confortable “mercado de la protesta social”. Palabras lúcidas y raras: “El capitalismo nos ofrece unas migajas en reconocimiento por el trabajo que realizamos para desvelar sus infamias, sus corrupciones, sus fraudes de toda clase, porque todo lo que hacemos contribuye paradójicamente a ayudarlos a refinar sus métodos de sometimiento y a aumentar cada vez más sus beneficios. Hay una especie de mercado de la protesta social. Nos encontramos en las mismas fiestas, en reuniones comunes, estamos contentos de nosotros mismos. Y finalmente no osamos ir más lejos frente a la violencia de los ricos”.
Ofrecemos a continuación la versión escrita e integra dela entrevista realizada el pasado 13 de abril a Monique Pinçon-Charlot, socióloga y exdirectora de investigación del CNRS [siglas en francés de Centro Nacional de Investigación Científica].
Daniel Memet: Monique ¿cómo están pasando ustedes, los Pinzón Charlot, este “confinamiento”?
Monique Pinzón Charlot: ¡Nosotros bien! Tenemos un jardín y por lo tanto un confinamiento de clase privilegiada, diría yo. Lo que nos permite volver a admirar un inmaculado cielo azul de nuestra infancia, sin trazas de aviones. El aire es puro y nos produce un bienvenido sentimiento de paz.
Daniel Mermet- Si ustedes quisieran trabajar sobre sus amigos, los ricos, tendrían que ir al campo, a orillas del mar, porque todos han abandonado los hermosos barrios.
M.P-Ch: Sí, están en sus castillos. Los más ricos tomaron inmediatamente sus jets privados para ponerse a resguardo del coronavirus. Este coronavirus es ciertamente un virus de clase y Macron ha estado muy acertado como apoderado de la oligarquía del Elíseo al favorecer a los más favorecidos, por ejemplo, mediante el teletrabajo.
D, M: Pero, bueno, se nos anunció muy bien que se trataba de una guerra, la sagrada unión. ¡No son tiempos para polemizar, Monique!
M.P-Ch: Sí, pero cuando eres combatiente, no cambias tu arma en función de las imposiciones de aquel contra el que combates. De modo que, para mí, la unión sagrada no existe en la medida en que desde que llegó al Elíseo Emmanuel Macron dividió a la sociedad francesa como nunca se había hecho antes, tratando a los más desfavorecido de nada, de haraganes, con un desprecio de clase incompatible con la función presidencial. Junto con sus amigos del Medef [la patronal francesa], Macron no deja de recordar que los trabajadores solo son costos y cargas. Siempre palabra hirientes para aquellas personas que no pertenecen a su Francia del más alto nivel, por lo que lo hemos rebautizado como ¡el “despectivo” de la República!
Además, ha dado (como nunca hizo antes ningún presidente de la República) a sus camaradas de clase – los ricos que lo instalaron en el Elíseo – decenas de miles de millones de euros en forma de regalos fiscales sin el menor control, menospreciando a los trabajadores y abarrotando de dinero a los dueños de los medios de producción, de comercialización y de información.
De manera que es él el gran divisor y, como has dicho, ahora declara efectivamente la guerra, pero…contra un virus. Ha usado seis veces esta expresión, “estamos en guerra”, para que los franceses no entiendan que en realidad se trata de una guerra en la que él es el jefe de los ejércitos, una guerra de los ricos contra el pueblo francés, contra aquellos que están actualmente en el frente, contra todas las personas que se ocupan de los cuidados, los basureros o los albañiles que deben continuar trabajando, exponiéndose y poniendo su vida en peligro
D.M. Eres un poco dura para con tus amigos los ricos que están mostrando ser muy generosos. Hacen donaciones, fondos, dan mucho de sí mismos. Fabrican cubrebocas, líquidos para la higiene, etc. Cuando se quemó Notre-Dame ya se habían mostrado generosos. Y como dice la gente, no tienen obligación de hacerlo. ¿Ni siquiera eso te satisface?
M.P-Ch: En absoluto, por dos razones. La primera es que lo único que se les pide es que paguen sus impuestos, que no sigan depositando su dinero en paraísos fiscales, que no dejen de contribuir a la solidaridad nacional. El coste no de hacerlo es muy grande para los contribuyentes franceses, es decir, cada año faltan 100.000 millones de euros en las arcas del Estado.
Podría agregar aún otros 100.000 millones de euros que también faltan en las arcas del Estado a causa de los nichos fiscales que favorecen masivamente a los más ricos. Y podría sumar aún otros 100.000 millones de euros, pero paro aquí. En estos últimos se ocultan los MPCI (las modalidades particulares del cálculo impositivo), que en realidad consisten en un magma de nichos fiscales, de cosas de las que no se debe saber demasiado pero que favorecen a los poderosos.
Eso significa enormes sumas en relación a lo que donan los ricos de forma despectiva por ser caritativa, para calmar la cólera de un pueblo que ya no acepta las fortunas indecentes de las grandes fortunas capitalistas que presienten que se van a encontrar con la misma correlación de fuerzas que en la postguerra, cuando la Liberación, cuando la burguesía había colaborado directa o indirectamente con los nazis, mientras los trabajadores se habían comprometido valientemente con la Resistencia. Hemos hecho un libro que incluye 2672 referencias a trabajadores ferroviarios, víctimas de la represión de las autoridades nazis alemanas o de las del régimen colaboracionista de Vichy. Fue en ese contexto en el que se pudo concebir en 1944 el programa del Consejo Nacional de la Resistencia, llamado “Los días felices”, que definía los marcos sin los cuales sería inevitable la vuelta al pasado. Así se pudo construir el estado de bienestar y especialmente la Seguridad Social, todo este sistema sanitario único en el mundo de nuestra Francia solidaria y rebelde.
D.M.; ¿Qué opinas sobre el origen de esta pandemia, dónde crees que comenzó?
M.P-Ch: La única causa que se halla en el origen de esta pandemia es ciertamente el saqueo que le han hecho a la naturaleza los capitalistas, con la deforestación, el hormigón, la urbanización intensiva, la contaminación y todo lo relacionado con el “cambio climático” o, mejor dicho, la “desajuste climático”. El capitalismo siempre ha explotado al ser humano robándole su fuerza de trabajo y sin pagarle su valor con verdadera justicia; explotando al mismo tiempo el mundo animal y el vegetal.
Hoy en día ya no existen fronteras biológicas entre los virus, especialmente de la fauna salvaje y los humanos. Estamos ante estas nuevas enfermedades que los ecólogos llaman zoonosis, tales como el SIDA con los primates, el SRAS (debida a otra forma de coronavirus) y con el COVID-19, que es una forma extremadamente patógena para los seres humanos a causa de un virus que nos llega directamente de un murciélago. De modo que es el capitalismo, son los capitalistas quienes son absolutamente responsables de esta pandemia que nos obliga a este confinamiento y a hacer esta entrevista telefónica. ¡No tengamos miedo de llama a los males por su nombre!
D.M.- Sí, porque “capitalismo” es una buena palabrota. Bueno, cada vez lo es menos…
M.P.-C: Es cierto. El año pasado fuimos a Arras para el 1° de mayo. Michel y yo fuimos a la manifestación, que fue muy formal, la abría y cerraba la policía. Entre los manifestantes había muchos que gritaban y cantaban eslóganes anticapitalistas. Era la primera vez que lo escuchábamos porque vamos todos los 1° de mayo a Arras. Le comentamos nuestro asombro a un militante comunista que nos confesó sencillamente: “¡Bueno, lo que pasa es que antes éramos anticapitalistas, pero no osábamos decirlo!”
D.M. -Yo me refiero a la “avestruz capitalista” que es capaz de “tragarse” todo, tragarse todas las crisis. El capitalismo siempre ha sabido sacar partido de ellas, superarlas. Mientras que nosotros siempre estamos diciendo: “ya está, está jodida, ¡la bestia está muerta!” Y, sin embargo, cada vez, ¡hop!, se levanta sobre las patas y vuelve a reiniciar un tour. Y nosotros seguimos ahí firmes conteniendo el dique, tratando de resistir como se puede. No somos lo bastante ofensivos, sin duda. Se trata de una crisis sin precedentes; entre tus recuerdos de socióloga ¿habías vivido ya este tipo de cosas?
M.P.-Ch: No, no lo había vivido. Michel y yo habíamos alertado mucho acerca de la violencia del desajuste climático que los ricos no frenan y con el que incluso especulan por medio de productos financieros como los derivados, los “bonos catástrofe”, y hoy los llamados “bonos pandémicos”, siempre tienen muchas razones para seguir deforestando y rociando pesticidas. Todo eso nos inquietó siempre mucho a Michel y a mí. ¿Porqué no frenan el desajuste climático que va a eliminar a la parte más pobre de la humanidad, a seguramente más de 3.000 millones de seres humanos? ¿Cómo es posible suprimir vidas para generar ganancias?
Lo extraordinario hoy en día es que se trata de la primera sacudida de un seísmo que tendrá múltiples réplicas. Es decir que no debemos ubicarnos en el planteo de “¿y al día siguiente? Debemos ubicarnos en una posición anticapitalista de largo plazo para salvar al planeta y a la humanidad en integridad. Y ya podemos comprobar que con el confinamiento los menos protegidos son los más pobres y los que están obligados a trabajar. Y como por casualidad en Francia no hay ni tapabocas ni tests ¿Será a propósito? ¿Por qué se producen tantas lagunas? ¿Cómo es posible? Deberán rendir cuentas porque esos errores, esas lagunas, en realidad son criminales o por lo menos producen consecuencias criminales.
D. M. –Ya existen denuncias en los tribunales, existen por lo menos algunos escudos que se levantan, voces que se alzan. Hay algo que se suma a la angustia general, la incompetencia. El fracaso y la incompetencia de este poder son muy inquietantes.
M.P-Ch. No estoy de acuerdo. No se trata de incompetencia, se trata de una estrategia de clase y eso se ve claramente, por ejemplo, con los descubrimientos de [la página web] Mediapart: Laurent Mauduit y Martine Orange han podido acceder a la hoja de ruta de Macron destinada a altos funcionarios de la Caja de Depósitos y de Consignaciones. Ahora bien, ¡esta hoja de ruta pretende reformar el sistema sanitario en el sentido de una privatización y una mercantilización acelerada! Los ciudadanos se sorprenderán al constatar las manipulaciones de quien con voz temblorosa dice blanco en sus discursos como jefe de Estado pero entre bambalinas dispone negro como apoderado de la oligarquía que lo ha instalado en el Elíseo [1].¡Pero continuarán las manipulaciones en los medios de sus amigos multimillonarios cuando en el momento de salir del confinamiento haya que camuflar este camuflaje! Anunciando, por ejemplo, asociaciones público-privadas. De modo que con la palabra “público” la gente pensará que es una buena idea. La reivindicación de la innovación, con un gran impulso a la «salud digital», parecerá elegante, aunque lo que se deteriorará aún más será el proceso de deshumanización de la relación médico-paciente.
Finalmente, se presentarán los hospitales públicos y los organismos de salud pública no lucrativos como si fueran la misma lógica. La gente no percibirá las diferencias entre las mutuas, las fundaciones que ganan dinero y los hospitales públicos. Por lo tanto, nos encontraremos ante una ofensiva ideológica y lingüística de gran envergadura. ¿Por qué se ha destituido al director de la Agencia Regional de Salud del Gran Este? Porque osó decir lo que sabía, es decir, que a partir de junio se iban a suprimir 174 camas y 598 puestos de trabajo en el Gran Este.
D.M.– Comprendo lo que quieres decir. Hay algo que preocupa mucho en estos tiempos y es el “tracking” [rastreo] que con el pretexto de protegernos, nos puede controlar aún más.
M.P.-Ch: Siempre es la misma lógica, la del hermoso libro de Naomi Klein La doctrina del shock: el ascenso de un capitalismo del desastre [2]. Se ha hablado mucho del coronavirus , con sus muertos, el pánico ha sido instalado de una manera inédita, algunas personas confinadas, otras que tienen que trabajar y para ello se reduce la frecuencia del transporte subterráneo, hay que usar tapabocas, ¡pero no hay tapabocas! La estrategia del shock es aprovecharse de una pandemia peligrosa para provocar miedo, aturdir a la población con órdenes contradictorias para amordazar la posibilidad de criticar al presidente de la República. ¿Por qué? Para hacer precisamente lo que tú comentabas anteriormente: permitir al sistema capitalista en su fase neoliberal transformar esta pandemia en una oportunidad de volver a poner en marcha un sistema capitalista actualmente en dificultades.
Para contestar a tu pregunta sobre las pulseras electrónicas para todos los enfermos a partir de este “tracking”, se trata de una etapa más para perfeccionar la vigilancia generalizada del pueblo francés. Los dominantes se aprovechan de la pandemia como hicieron antes con los atentados y una vez que se instalen estos dispositivos, se mantendrán. Y llegaremos al 1984 de Orwell (todos potencialmente controlados, todos vigilados) y a Controlar y castigar de Michel Foucault. Solo existe una solución: derribar la propiedad privada lucrativa. Macron ha completado la creación de un estado neoliberal al servicio de los más ricos. De modo que habrá que cambiar a todos los altos funcionarios comprometidos con el mundo de los negocios y a sus perros custodios de los grandes medios. Acrimed ha publicado recientemente la lista de quienes deberían renunciar para dejar paso a otras personas – ¡por ejemplo los presentes tú y yo! – para informar de otras formas de ver el mundo, con la creación de cooperativas y mutuas, y una apropiación social y colectiva de los grandes medios de producción y de comercialización [3]. Cuando termine este confinamiento es absolutamente necesario crear una relación de fuerzas favorable al mundo de los trabajadores, es verdaderamente necesario que vuestros oyentes y todos los franceses comprendan que estamos en un momento histórico de la humanidad. El Covid-19 es la primera sacudida de un seísmo globalizado debido al saqueo de la naturaleza, que nos va a hacer vivir de pandemia en pandemia, de catástrofe climática en catástrofe climática.
Te doy otro ejemplo de lo que va a suceder: los glaciares se han derretido, actualmente se está descongelando el permafrost, que es un magma que se congeló hace más de 30.000 años, lleno de animales prehistóricos. Este permafrost se parece al cemento. Y es una bomba. Saldrán otros virus y además en el permafrost hay dos veces más el efecto invernadero que el que hay hoy en el planeta, ¡así que es una bomba de relojería!
D.M.- ¡Estás hablando del permafrost, de toda Siberia! Lo que mencionas se hace eco de una entrevista a Noam Chomsky [4]muy preocupante en la que dice que el Covid 19 es terrible, pero que sobreviviremos. Pero ¡ay de lo que llegará después! Habla de los riesgos de una guerra nuclear y tal como tú dices de la destrucción del ambiente que llevará a la destrucción de nuestra especie. No se trata de un sabio loco, sabe muy lo que dice.
M.P.-Ch: Todo lo que digo también está confirmado. Hay miles de científicos que han clamado en el mes de febrero por la desobediencia civil. Es algo inaudito: miles de investigadores, enfrentados a los problemas de la ecología, de la climatología, de la vulcanografía, a todos esos problemas vinculados al desajuste climático, claman por la desobediencia civil. Vean Alternatiba, vean lo que dice ATTAC, hagan desobediencia civil para que hagan su trabajo de tratar de salvar al clima. ¡Es enorme!
D.M.: ¿Acaso la investigación era mejor cuando ustedes eran jóvenes? ¿Cómo se financiaban entonces?
M.P.-Ch: Los dos éramos investigadores del CNRS. Y es debido a ese carácter de funcionarios públicos vitalicios pudimos hacer las investigaciones que hemos hecho. Es decir, teníamos el carácter de una burbuja que yo llamaría “comunista” porque nuestros salarios los pagaban todos los meses los contribuyentes. Y teníamos garantizado el empleo durante toda nuestra vida hasta la muerte, porque ahora tenemos nuestra pensión. Esta situación privilegiada nos permitió desmenuzar desde todos los ángulos a la clase pudiente. Michel y yo hemos cometido, en cierto modo, desobediencia institucional, porque casi todos los sociólogos trabajaban sobre las clases sociales menos favorecidas. Los pudientes, en cambio, se hallaban ampliamente protegidos de las investigaciones sociológicas.
D.M. ¿Se pedía o “se hacía”? des critiques inhabituelles des collègues . Tout cela a été écrit dans notre journal d’enquête ().
M.P—Ch: Se hacía. Es decir, si trabajabas sobre los dominantes te encontrabas con nuevos problemas de recepción de tu trabajo, ya fuere para el financiamiento de encuestas, para tu carrera o con las críticas no habituales de tus colegas. Todo eso se halla detallado en nuestro diario de investigación (Voyage en grande bourgeoisie, PUF, Quadrige, 2015 [Un viaje a la alta burguesía]).
En cuanto al coronavirus hay dos ejemplos interesantes de investigadores que se han encontrado con dificultades de financiación: Bruno Canard, que se especializó en Marsella en el coronavirus y Hubert Laude, veterinario, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas y que se convirtió en una eminencia mundial sobre este virus, y ambos han visto como se suprimía su financiación por no ser rentables.
D.M.: Hay una terrible carencia en el tema. Es absolutamente necesario reflotar la investigación porque ya se ha hecho y se ven los resultados, ha generado los Pinçon-Charlot ¡Pese a todo lo que se ha dicho de ustedes, han sido útiles!
M.P.-Ch: No se prefería. ¡Somos sociólogos felices, pero ciudadanos infelices!
D.M.: Pero de todos modos hay que movilizarse. Hay ciertos indicios. Espero que no suceda como en el 2008 ¿Te acuerdas? En 2008 surgieron mucha esperanza, muchos debates y luego una vuelta a la normalidad.
M.P.-Ch: Me gustaría terminar con algo que nos llega al corazón. Es que nosotros, los Pinçon-Charlot, tú, Daniel Mermet, y todo tu equipo, todos los que luchan contra las desigualdades, contra toda sociedad depredadora, contra el capitalismo, todos los que queremos vivir de un modo más humano, tranquilo, feliz, amoroso, con la conciencia de nuestra finitud en una humanidad que disfruta, pues bien, también nosotros somos responsables de este neoliberalismo. El capitalismo nos ofrece migajas en reconocimiento por el trabajo que realizamos para desvelar sus infamias, sus corrupciones, sus fraudes de toda clase, porque todo lo que hacemos contribuye paradójicamente a ayudarlos a refinar sus métodos de sometimiento y a aumentar cada vez más sus beneficios. Tenemos nuestros editores y nuestras posibilidades de expresarnos, aunque se nos hace cada vez más difícil. Hay una especie de mercado de la protesta social. Nos encontramos en las mismas fiestas, en reuniones comunes, estamos contentos de nosotros mismos. Y finalmente no osamos ir más lejos frente a la violencia de los ricos.
No llegamos, por ejemplo, a generalizar la desobediencia civil convocando a más gente a movilizarse. En efecto, para que esta desobediencia civil sea no violenta es necesario que seamos muchos. No tenemos que ser violentos porque la violencia está del lado de los ricos que nos roban la vida para aumentar sus beneficios financieros. Yo pienso que la no violencia es perfectamente posible porque el pueblo representa a mucha gente y es él, como comprobamos en este período de confinamiento, el que garantiza el funcionamiento de la economía real.
De modo que después del confinamiento deberíamos todos juntos invadir el espacio público que se nos ha prohibido y demostrar nuestra imaginación. Sé que hay muchas cosas que están pasando en los partidos, los sindicatos, las asociaciones. Es necesario que todas las luchas sean convergentes y fuertemente visibles en el espacio público ¡incluidos los barrios elegantes!
No podemos esperar cada uno en su casa con nuestros pequeños pedidos, que todo siga como antes. Ya no es posible.
Notas:
[1] Laurent Mauduit y Martine Orange, « Hôpital public : la note explosive de la Caisse des dépôts », Mediapart, 1 de abril de 2020.
[2] Naomi Klein, La Stratégie du choc. Montée d’un capitalisme du désastre, Leméac et Actes Sud, 2008.
[3] Acrimed, « Au nom du pluralisme, taisez-vous ! », 6 de abril de 2020.
[4] Là-bas si j’y suis, « Noam Chomsky : un moment critique de l’histoire humaine », 6 de abril de 2020.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.