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Esa carta desgraciada

Fuentes: Rebelión

El 28 de marzo de 2017 fue un día de triunfo internacionalista para Venezuela. Mientras en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela la Embajada de los Estados Unidos presentaba a Oscar Williams and The Band of Life con el logo imperial reflejado durante todo el concierto en la nube central de Calder […]

El 28 de marzo de 2017 fue un día de triunfo internacionalista para Venezuela. Mientras en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela la Embajada de los Estados Unidos presentaba a Oscar Williams and The Band of Life con el logo imperial reflejado durante todo el concierto en la nube central de Calder y el público gritaba excitado ¡Libertad, Libertad, Freedom, Freedom! en la OEA querían hacerle una cayapa a la patria de Bolívar. Nuestra canciller Delcy Rodríguez citó a Julio Cortázar: «Estamos en las horas de los chacales y las hienas. Los chacales vienen por nuestras riquezas, las hienas por lo que sobre del festín». Samuel Moncada le habló a Colombia y a la producción de cocaína, a Brasil y a su ilegítimo gobierno y a México que tendrá que pagar el muro que desea hacer Trump, pero no en los verdaderos límites, sino en los que quedaron en 1848 cuando Estados Unidos le robó a México el 52 % de su territorio.

La Carta Democrática Interamericana se aprobó en septiembre de 2001 con el objetivo principal de fortalecer la institucionalidad democrática. La idea es que un gobierno legítimo que sea víctima de un golpe de Estado puede activar la carta, tal como ocurrió en abril de 2002 en Venezuela, en Honduras en 2009 para condenar el golpe de Estado que depuso a Manuel Zelaya, en Ecuador (2005, 2010), Bolivia (2003, 2005, 2008), Nicaragua (2004 y 2005) y Perú (2004). En estas diez ocasiones siempre la iniciativa había venido de los propios países miembros afectados y nunca de parte del secretario general del organismo por presión de sectores derechistas de Venezuela.

Los secretarios generales de la OEA han sido: el periodista colombiano Alberto Lleras Camargo (1948-1954), el abogado chileno Carlos Dávila Espinoza (1954-1955), el abogado uruguayo José Antonio Mora (1956-1968), el economista ecuatoriano Galo Plaza Lasso (1968-1975), el argentino Alejandro Orfila (1975-1984), el abogado brasileño João Clemente Baena (1984-1994), el economista colombiano César Gaviria Trujillo (1994-2004), el economista costarricense Miguel Ángel Rodríguez (2004), el estadounidense Luigi R. Einaudi (2004-2005), el abogado chileno José Miguel Insulza (2005-2015) y el abogado uruguayo Luis Almagro desde el 25 de mayo de 2015. Muchos de ellos se quedaron mudos cuando Estados Unidos montó las dictaduras de Fulgencio Batista en Cuba, de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, Anastasio Somoza en Nicaragua y Francois Duvalier en Haití.

Almagro pidió suspender a Venezuela del organismo si no celebra «elecciones generales completas con la mayor brevedad» con observadores internacionales para que sean «libres, justas y transparentes». Según él, Venezuela «viola todos los artículos de la Carta Democrática Interamericana». Es bueno saber que la suspensión de Venezuela de la OEA sólo podría darse en caso de que dos tercios de la Asamblea General voten a favor de hacerlo. 2/3 de 34 es 22 2/3, es decir, se necesitan 23 votos. ¿Qué estrategias utilizará Estados Unidos para que República Dominicana, Haití, El Salvador, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Granada, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Antigua y Barbuda, Dominica, y Santa Lucía voten contra Venezuela? Ya el senador Marco Rubio amenazó a República Dominicana, El Salvador y Haití con quitarle las migajas que Estados Unidos les echa si no votaban contra Venezuela. La dignidad ganó.

Almagro, quien fue el canciller de Pepe Mujica (2010-2015), cuando fue elegido secretario general de la OEA el 18 de marzo de 2015 aseguró que durante su gestión trabajaría por la inclusión de todas las personas en el sistema educativo, y el acceso universal a los servicios de salud; promovería «la inclusión de las mujeres en todos los ámbitos de la participación a través de su empoderamiento»; y apostaría por la reunificación de América, poniendo al organismo al servicio de todos los americanos, sin discriminación alguna.

Sobre «la inclusión de todas las personas en el sistema educativo» preguntan los familiares de los 43 normalistas de la Escuela Rural de Ayotzinapa en México desaparecidos el 26 de septiembre de 2014. También los estudiantes de secundaria de Chile, reprimidos el 5 de mayo de 2016 por protestar por la falta de respuesta que ha tenido el Ministerio de Educación sobre el petitorio del proyecto de Educación Pública.
Sobre «el acceso universal a los servicios de salud», Almagro no se ha manifestado por los 16 niños colombianos del pueblo wayúu que han perdido la vida por falta de alimentos y atención médica, ni por los seis de cada 10 niños que padecen cáncer y mueren por falta de atención médica en Colombia.

Sobre «la inclusión de las mujeres en todos los ámbitos de la participación a través de su empoderamiento» puede dar fe la comunidad originaria lenca de Honduras cuando le asesinaron el 3 de marzo de 2016 a la ecologista y defensora de los derechos humanos Berta Cáceres. También en Argentina el pueblo fue testigo de cómo detenían el 16 de enero de 2016 a la dirigente de la Organización Tupac Amaru y diputada del Parlasur Milagro Sala, quien venía trabajando en la construcción de viviendas como parte de un programa de asistencia social.

Cuando Almagro hablaba de la reunificación de América, poniendo a la OEA al servicio de todos los americanos, sin discriminación alguna, ¿se refería al panamericanismo antibolivariano? ¿a la doctrina Monroe? ¿al corolario Roosevelt? Sin duda.

Lo que ignora Almagro es que la raíz principal de la Revolución Bolivariana es el político Simón Rodríguez quien dijo en 1828: «Hagan las Repúblicas nacientes de la India Occidental un Sincolombismo. Borren las divisiones territoriales de la administración colonial, y no reconozcan otros límites que los del océano. ¡Sean amigas si quieren ser libres!».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.