Siempre me causó repugnancia la propaganda de los gobiernos y medios de comunicación del occidente capitalista cuando convirtieron al físico nuclear soviético Andrei Sajarov en una pieza de la guerra fría y de la desestabilización del socialismo. Si se hablaba de democracia, derechos humanos, libertad de expresión, libertad de conciencia y, sobre todo, de anticomunismo […]
Siempre me causó repugnancia la propaganda de los gobiernos y medios de comunicación del occidente capitalista cuando convirtieron al físico nuclear soviético Andrei Sajarov en una pieza de la guerra fría y de la desestabilización del socialismo. Si se hablaba de democracia, derechos humanos, libertad de expresión, libertad de conciencia y, sobre todo, de anticomunismo el nombre de Sajarov, uno de los creadores de la bomba de hidrógeno, era utilizado como un ícono eterno.
Sajarov falleció a los 65 años de edad, coincidiendo con el inicio del derrumbe del socialismo en Europa oriental. Pero un año antes de su muerte ya se había instituido el otorgamiento de premios anuales a personalidades políticas y sociales «defensoras de la democracia y los derechos humanos» en el mundo. El Parlamento europeo, que tiene su sede en Estrasburgo, Francia, se encargaría de hacer las propuestas y decidir sobre el premio.
Desde entonces, salvo algunas excepciones como el otorgado al líder sudafricano Nelson Mandela, la manipulación ideológica y política ha primado en las propuestas y decisiones del Premio Sajarov. En los años recientes, todo aquel que haya tenido un expediente anticomunista, anticubano o antivenezolano ha clasificado para ser candidato y obtener premio. Ya en el 2002 se lo dieron al llamado disidente cubano Osvaldo Payá Sardiñas por tener un doble «mérito»: jugar durante varios años la carta agresiva de Estados Unidos, la derecha europea y la mafia de Miami contra Cuba y, en ese mismo año, haber apoyado el golpe fascista contra Chávez que colocó durante breves horas en el Palacio de Miraflores al dictador Pedro Carmona. Es conocida la carta que Payá envió al ex presidente social cristiano Luis Herrera Campins el 11 de abril de 2002 en la cual le pidió «apoyo y respeto» para el gobierno de Carmona que acababa de asumir como Presidente de Venezuela. Con tal actitud, Payá quedó completamente desnudo ante la opinión pública mundial sobre la imagen democrática y de defensora de los derechos humanos con que los grandes medios de comunicación lo han querido adornar. Aquellos que entonces identificaban a Payá como el Sajarov de Latinoamérica, no han vuelto a repetirlo.
Escándalo aún mayor ha sido el anuncio de la premiación del 2005. Se lo han otorgado también a dos instrumentos de Imperio, de la mafia de Miami y de la derecha europea en contra de la Revolución Cubana: Reporteros sin Fronteras (RSF) y las Damas de Blanco.
La historia de Reporteros sin Fronteras es bien conocida. Se trata de una organización que bajo el disfraz de no gubernamental recibe fondos financieros -y así lo ha reconocido públicamente su secretario general, Robert Menard– del programa del gobierno norteamericano National Endowment for Democracy (NED), la Comisión For Assistence to Free a Cuba, es decir el Plan Bush para una transición en Cuba, y de la mafia anticubana de Miami. Son públicos sus nexos con gigantescas empresas y consorcios mediáticos, entre ellos Bacardí y Publicis. Estos nexos llevan a RSF a mentir, tergiversar, manipular la realidad sobre el periodismo y los periodistas cubanos. Forma parte del perfil que le han asignado para crear una imagen diabólica de la Revolución Cubana. Suficiente es entrar al sitio web de RSF para advertirlo. O leer sus publicaciones. O ver los videos que filma y distribuye por todo el mundo. Los informes de RSF sobre el estado de la libertad de prensa y de expresión en el mundo no se diferencian de los que hace la Sociedad Interamericana de Prensa. Siempre Cuba aparece entre los países con mayores violaciones, aunque en Cuba no ha habido asesinatos, desapariciones ni periodistas torturados en los últimos 46 años, es decir en los años en que la Revolución ha estado en el poder.
No sólo Cuba descalifica a RSF para obtener el Premio Sajarov u otro cualquiera sobre derechos humanos o defensa de la libertad de expresión. Ha tenido un silencio cómplice en la exigencia de enjuiciamiento y condena a los asesinatos de periodistas cometidos en Iraq, sobre todo en aquellos casos, como el del camarógrafo español José Couso, donde quienes dispararon fueron tropas estadounidenses. Al parecer, RSF teme disgustar a Washington por razones de peso. No quiere, en fin, que le cierren la tubería de millones de dólares que recibe anualmente.
En el Premio a las Damas de Blanco ha estado la mano del ex presidente del gobierno español José María Aznar. Fue un diputado del Partido Popular (PP), Gerardo Galeote, quien llevó la propuesta al Parlamento Europeo. De tal manera, sin pudor alguno, la derecha española utiliza para sus fines políticos y de propaganda anticubana los sentimientos íntimos de un grupo de mujeres que efectúan marchas por las calles de La Habana en reclamo de la libertad de sus esposos, quienes fueron condenados por los tribunales de justicia a distintas penas de prisión tras su participación en años recientes en una conjura desestabilizadora con el señor James Cason, entonces jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba.
Al igual que hicieron con Sajarov en la década de 1980, lo hacen hoy con RSF y las Damas de Blanco. En fin, convierten en íconos de la propaganda imperial cualquier basura, como es el caso de RSF, o echan mano a sentimientos familiares para que los grandes medios de comunicación los usen en sus titulares anticubanos. Por eso concluimos que es escandaloso lo que ha ocurrido con los Premios Sajarov del 2005.