Con los escaños ganados a conservadores, laboristas y liberales, los nacionalistas escoceses del SNP han alcanzado la mayoría absoluta que les garantiza la aprobación en el Parlamento de la ley que permitirá la celebración del referendo de independencia que la formación planea para la segunda mitad de esta legislatura. En Gales, la mayoría laborista pactará para liderar un Gobierno minoritario o de coalición.
Ni tan siquiera Alex Salmond, el líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), esperaba una victoria tan espectacular. La mayoría absoluta para la formación independentista no se reflejaba en las encuestas de opinión, pero llegado el día de las elecciones ese tercio de votantes que se mantenía indeciso acudió a las urnas para depositar su papeleta por el partido mayoritario en la coalición de Gobierno que ha dirigido el destino de Escocia en los últimos cuatro años.
Ésta es una victoria que permite al SNP no sólo gobernar en solitario, sino aprobar en el Parlamento escocés la legislación para la convocatoria de un referendo de independencia, que Salmond había prometido para esta legislatura, después de que en la última legislatura, desde 2007, no pudiera hacerlo por gobernar en minoría.
«Tal y como los escoceses confían en nosotros, nosotros confiamos en el pueblo», declaró Salmond, quien calificó de «histórico» el resultado. «Ésta es la razón por la que en términos parlamentarios, convocaremos el referendo y confiaremos al pueblo de Escocia su propio futuro constitucional», afirmó. Mientras tanto, los nacionalistas exigirán a Londres más transferencias a Edimburgo.
El SNP se ha beneficiado de la debacle del socio minoritario de la coalición de Gobierno en Londres, los Liberal Demócratas, que han perdido doce de los diecisiete diputados con los que contaban en el Parlamento de Holyrood, pero también de los siete escaños cedidos por los laboristas y de los cinco de los conservadores. En total, los nacionalistas escoceses han sumado veintitrés escaños más al número de representantes que ya tenían en la Cámara autonómica, alcanzando los 69, que constituyen la mayoría absoluta en un Parlamento formado por 129 diputados.
Teñida de amarillo
A los números se une la procedencia geográfica de los escaños conseguidos. Toda Escocia, al margen de las llamadas Tierras Bajas que limitan con Inglaterra, se ha teñido del amarillo con el que se identifica al partido nacionalista.
La expansión de la influencia de los independentistas llevó al líder nacionalista Salmond a exclamar que tras los resultados conocidos ayer, su partido es «realmente el Partido Nacional de Escocia», y apuntó que estas elecciones marcan el fin de los feudos laboristas.
«Los laboristas creían poseer ciertas áreas en el centro de Escocia… Pues esto ya no será así nunca más», afirmó un exultante Salmond.
Muchos se preguntan no sólo el por qué, sino también el cómo de esta victoria, teniendo en cuenta que los laboristas contaban, hace tan sólo unos meses, con el apoyo de la mayoría de los electores en las encuestas de intención de voto.
Alex Salmond apuntó algunas de las claves de la victoria de su partido nada más anunciarse su victoria por casi veinte mil votos y destacó la campaña positiva, bien definida y planeada, que se basaba en sus cuatro años de Gobierno para ofrecer planes de futuro.
«Una campaña positiva siempre superará una campaña negativa, porque, al fin y al cabo, la gente quiere algo por lo que votar, algo en lo que creer, un programa de futuro, gente hablando de lo que va a hacer por el país. Esto es lo que motiva a la gente a salir y votar», aseguró Salmond.
«Lo que no les motiva es el laborismo, con expresiones alarmistas contra el independentismo escocés… Hay que pregun- tarse qué les hizo creer que eso funcionaría. Pero Escocia ha superado el laborismo», añadió el líder independentista.
Para los laboristas, Escocia es tan sólo una vía hacia Londres, y así su campaña se ha basado en las críticas al proyecto independentista y a la reconstrucción del partido para luchar contra los conservadores en Londres, dos cuestiones que claramente no convencieron a un electorado escocés consciente de que lo que se decidía en la votación del 5 de mayo era el Gobierno de Escocia y no el de Gran Bretaña.
Gobierno laborista en Gales
En Gales, los laboristas han conseguido treinta escaños, uno menos de los requeridos para la consecución de la mayoría absoluta en la Asamblea galesa, por lo que se verán obligados a buscar alianzas con otros partidos para gobernar con cierta comodidad los «cinco estimulantes años de Gobierno» que, en palabras del hasta ahora ministro principal galés, el laborista Carwyn Jones, tienen por delante.
Las elecciones no han sido demasiado positivas para los nacionalistas de Plaid Cymru, que ha perdido cuatro escaños y se queda con once, o los liberaldemócratas, que han perdido un diputado y cuentan con tan sólo cuatro. Los conservadores, por su parte, han ganado dos escaños y se constituyen en la segunda fuerza, con catorce diputados, aunque han sufrido un duro golpe ya que su líder, Nick Bourne, no ha resultado elegido.
Los políticos más prominentes del Partido Laborista galés ya insinuaron que el partido buscará aliados para dar estabilidad a la legislatura, manteniendo para su formación el cargo de ministro principal.
Los liberaldemócratas ya han expresado su interés en participar en una coalición de Gobierno con los laboristas en Gales. «Como dije al inicio de las elecciones, nuestra postura, después de que hablaran los galeses, sería formar un Gobierno estable y usar nuestra influencia para impulsar elementos de nuestro programa», explicó la líder liberal galesa, Kirsty Williams.
Doce horas después de la apertura de urnas sólo se conocían los resultados en cuatro de los distritos electorales del norte de Irlanda, y en todos los casos, los resultados fueron positivos para Sinn Féin. En Newry y Armagh, el candidato republicano Conor Murphy fue el más votado, con más de nueve mil votos, seguido por el candidato unionista del UUP, Danny Kennedy, y el nacionalista Dominic Bradley. En Upper Bann, John O’Dowd fue elegido al conseguir superar la cuota con 6.600 votos. En Derry este salió elegido el unionista Gregory Campbell, del DUP, y en Lagan Valley, Edwin Poots (DUP) y Basil McCrea (UUP).
El nerviosismo se adueñó de todos por la lentitud en el recuento. Tanto el unionista Nigel Dodds como el republicano Martin McGuinness criticaron el proceso y la falta de resultados. Lo que sí se supo es que la participación fue menor que en otras ocasiones y se situó por debajo del 55%, frente al 62% de las elecciones del 2007. Sólo la mitad de los electores votaron en el norte de Down, mientras que en Tyrone Oeste, el porcentaje cayó del 71% al 64%.
El nacionalista SDLP apuntó que la comunidad unionista fue la más abstencionista, ya que la participación en áreas como Shankill Road, en Belfast oeste, superaró por poco el 25%. Políticos unionistas admitieron que la posibilidad de que un unionista represente a esa circunscripción es prácticamente nula, con cinco de los escaños en manos de Sinn Féin y uno del SDLP. El interés está en saber si Sinn Féin supera al DUP como partido más votado y en el número de escaños. Pero para algunos candidatos de SDLP y UUP, la clave es la supervivencia. S.G.
Con los resultados de 419 de los 440 distritos electorales conocidos, la reforma electoral ha sido rechazada por una mayoría de 68,6% de los electores ingleses, escoceses, galeses y norirlandeses.
La debilidad provocada por los malos resultados electorales de los Liberal Demócratas en Escocia, Gales e Inglaterra pone en cuestión el futuro de su pacto de coalición de Gobierno con los conservadores.
«Nosotros confiamos en el pueblo. Ésta es la razón por la que convocaremos el referendo y confiaremos al pueblo de Escocia su propio futuro constitucional», afirmó el líder nacionalista, Alex Salmond.
El primer ministro británico, el conservador David Cameron, felicitó a los independentistas escoceses del SNP por su victoria, pero advirtió de que encabezará una campaña defendiendo la unidad de Gran Bretaña.
Estas serán unas elecciones difíciles de olvidar para los Liberal Demócratas. Tras los excelentes resultados de las generales, ha llegado el momento de pagar por lo que sus bases consideran el error de formar coalición de Gobierno con los conservadores. Estos son los peores resultados para los liberales en los últimos 30 años, superando incluso sus más pesimistas expectativas con la pérdida de más de seiscientos concejales en Inglaterra, trece diputados en Escocia y uno en Gales. Y a ello se suma la derrota de la reforma electoral, una de las claves del programa liberal que se logró colar en el pacto de Gobierno con los conservadores de David Cameron.
El líder liberal, Nick Clegg, admitió que su partido estaba recibiendo el castigo por lo que sus bases perciben como una vuelta a las impopulares políticas conservadoras impuestas por Margaret Thatcher, que dominó la política británica durante los años ochenta, pero intentó quitar hierro a la debacle al afirmar que «hay que levantarse, limpiarse y avanzar».
Sin embargo, dentro del partido liderado por Clegg se siguen alzando voces críticas que apuntan a que las políticas adoptadas por la coalición de Gobierno traicionan los principios liberales y que el Ejecutivo debe reconsiderar las controvertidas reformas sanitarias y educativas que han sido rechazadas por los delegados liberales en las consultas realizadas por el partido. Y las críticas son aún más duras desde otros sectores del partido de Clegg, como es el caso del que fuera líder liberal Paddy Ashdown, quien en declaraciones al diario «The Guardian» afirmó que los días en que la coalición estaba «lubricada por un largo elemento de buena voluntad y confianza» se habían acabado.
A parte de la masiva oposición a la reforma electoral -diseñada por Clegg, que ha dedicado todo su tiempo en el Gobierno a trabajar y impulsar esta iniciativa- y su casi total desaparición de los parlamentos escocés y galés, el trago más amargo para los liberales ha sido la pérdida de municipalidades como la de Sheffield -distrito electoral al que representa Clegg en el parlamento británico-, Liverpool, Hull y Stockport. Ninguno de sus concejales en Manchester resultó elegido. En resumen, éste es el porcentaje más bajo de voto liberal en los últimos treinta años.
Paul Scriven, líder liberal de Sheffield, expresó su confianza en que la actitud del electorado hacia su partido cambie antes de las elecciones generales, y que «en tres o cuatro años la gente considere lo ocurrido y opine que fueron un tanto duros con los Liberal Demócratas».
Por su parte, los laboristas celebraban su renacimiento en estas elecciones locales, que ha significado su regreso a municipios en los que habían desaparecido a consecuencia del rechazo popular a la decisión del Ejecutivo liderado por Blair de participar en las campañas militares estadounidenses en Irak y Afganistán. Ed Miliband, que se estrenaba como líder en estas elecciones, quiso destacar las victorias laboristas e ignorar la derrota de su partido en Escocia. «Norte, Sur, Este y Oeste, el laborismo gana y vuelve. A Nick Clegg y David Cameron les digo: escuchad al pueblo», decía Miliband. «La gente no quiere un relanzamiento de la coalición, sino un cambio real».