Autoridades de la Unión Europea (UE) confirmaron que la industria militar desempeñará un papel central en la redacción de un proyecto para estimular la producción de armas.
La Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, anunció que diseñará un plan para que las pequeñas y medianas empresas fabriquen armamento y otros suministros para el sector.
Aumentará el contacto entre funcionarios de la Comisión Europea, con sede en Bruselas, y la industria armamentista, indicó Dagmar Metzger, la abogada alemana responsable de supervisar la iniciativa.
La Asociación de Industrias de Defensa y Aeroespacial de Europa, una coalición de fabricantes, participará en la redacción del plan.
Las consecuencias éticas y en materia de derechos humanos no forman parte de la iniciativa, según Metzger.
«Diseñamos una política industrial de defensa», dijo a IPS. «No hablamos de lo esencial del negocio. No respaldamos las exportaciones de productos militares ni de armas u otros», explicó.
«Hablamos de una política industrial y nada más», sentenció Metzger.
Pero señaló que funcionarios de la UE estudian la posibilidad de crear un servicio, disponible en Internet, para que las pequeñas empresas se enteren sobre nuevos llamados a licitaciones para el suministro de insumos a las fuerzas armadas de los 27 países del bloque.
«El plan de acción no debería ser sólo un papel», sostuvo. «Hay que darle vida», añadió.
Seis países europeos concentran 87 por ciento de la producción de armamento: Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia y Suecia.
Los gobiernos de esos países se suelen resistir a fabricar armas con terceros. Su industria militar no está obligada a cumplir con las normas de la UE en materia de competencia como otras actividades económicas.
La Comisión Europea propuso en 2009 dos leyes para que todas las empresas de la UE pudieran participar en la mayoría de los llamados militares realizados en cualquiera de los países y para que los procedimientos relacionados con el movimiento de armas dentro del bloque se simplifiquen.
La mayor parte de las resoluciones tomadas por la UE en los últimos años son casi idénticas a las recomendaciones del sector armamentístico, según numerosos analistas.
La industria recibió un apoyo considerable con la creación de la Agencia Europea de Defensa, en 2004, cuyo objetivo es ayudar a los países del bloque a mejorar su arsenal. Las tres grandes empresas del sector en la región -BAE, EADS y Thales-divulgaron ese año una declaración conjunta en la que consideraban que la organización sería una «herramienta vital» para aumentar el gasto militar.
Esas compañías suministraron las armas utilizadas en algunos de los conflictos más sangrientos de los últimos 50 años.
El antecesor de BAE, British Aerospace, por ejemplo, fabricó los aviones Hawk, que la dictadura militar de Indonesia utilizó para atacar a civiles de Timor Oriental, donde un tercio de los 600.000 habitantes de la isla fueron asesinados entre 1975 y hasta su independencia en 1999.
La idea de que a través de Internet las pequeñas empresas, con menos de 250 empleados, tengan oportunidades sigue la lógica del «boletín electrónico» que la EDA montó para las grandes compañías.
Hasta marzo se habían publicado casi 480 llamados en la base de datos. Unos 290, que en conjunto ascendían a más de 4.000 millones de euros (unos 5.400 millones de dólares), fueron asignados tras ser colocados en Internet.
La Comisión Europea está interesada en que las pequeñas y medianas empresas fabriquen armas para no concentrar la producción en las grandes compañías, señaló Tomas Baum, director del Instituto de Paz Flamenco, dedicado a investigar el comercio mundial de la actividad militar.
La UE «realiza un juego muy inteligente», sostuvo. «Los países miembros oponen una gran resistencia a la liberalización del mercado interno de productos militares. Ahora la Comisión Europea usa a las pequeñas y medianas empresas para combatir la hegemonía de las gigantes del sector», explicó.
Otro de los asuntos que interesa a las empresas fabricantes de armas es poder beneficiarse de los fondos para investigación científica de la UE, que ascienden a 53.000 millones de euros (más de 71.000 millones de dólares) para el periodo 2007-2013.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, la Comisión Europea corrigió las normas que rigen sus programas de investigación para varios años para poder financiar proyectos de seguridad que entran en la categoría de civiles, como los referidos a respuestas de emergencia a hechos de violencia de gran escala.
Se estudia la posibilidad de ampliar el alcance de los programas para que incluyan investigaciones esencialmente militares, reconocieron funcionarios de la UE.
Israel, el principal socio extranjero del programa de investigación de la UE, es uno de los beneficiarios clave de la decisión de ampliar su alcance para abarcar cuestiones de «seguridad».
Empresas y universidad israelíes, incluidas las fabricantes de armas y de otro tipo de tecnología militar empleada en los territorios palestinos, participaron en 12 de los 58 proyectos de «investigación en seguridad» financiados por la UE hasta ahora.
La UE debería recomendar que con su presupuesto sólo se financien investigaciones militares, señaló Frank Slijper, de la Campaña Holandesa contra el Comercio de Armas.
«La Comisión Europea y la industria armamentística repitieron en varias oportunidades que no existen verdaderos límites entre lo civil y lo militar», apuntó. «Los dos rubros están muy mezclados», añadió.
Los funcionarios de Bruselas «suelen ser muy poco receptivos a los críticos», se lamentó. «Quieren reforzar sus proyectos y no les gusta la gente que les hace preguntas difíciles sobre las consecuencias éticas que tienen», subrayó.
«Es una parte del trabajo de la UE que sucede a espaldas de la población y los funcionarios prefieren que sea así», añadió Slijper.