Traducido por Loles Oliván
Las cifras lo dicen todo. En 1972, 1.200 colonos judíos ocuparon puestos de avanzada en Cisjordania; en 2012, más de 300.000 viven en asentamientos-fortaleza situados en las colinas que dan al valle del Jordán -excluyendo los asentamientos ilegales y la anexión progresiva de Jerusalén Oriental. Este crecimiento exponencial de los asentamientos judíos se está produciendo principalmente en la Zona C de Cisjordania. En la actualidad hay el doble de asentamientos judíos ilegales en la Zona C que palestinos, que han disminuido su número debido a la falta de acceso al agua, de permisos de construcción y a la ocupación.
La Zona C comprende el 62% de Cisjordania y se encuentra bajo total control de la seguridad israelí conforme a lo estipulado en los Acuerdos de Oslo firmados entre palestinos e Israel en 1993 y ratificados en 1995 para incluir más medidas de seguridad israelíes alrededor de Jericó y en el Valle del Jordán.
El por qué el ex presidente de la OLP, Arafat, renunció a lo que quedaba de Palestina en Oslo constituye otra de las tan dolorosas preguntas que se hacen los palestinos, pero la evidencia casi 20 años después es irrefutable: Israel está llevando a cabo una sistemática -y no tan sutil- colonización de Palestina.
Ahora todo el mundo lo sabe. No es ningún secreto para cualquier visitante, y los europeos están en condiciones de ver y experimentar los pequeños detalles de la maquinaria neo-colonial israelí. Las voces de los que aún creen en un acuerdo de paz se vuelven cada vez más críticas y acalladas.
Este hecho se reflejaba en el reciente informe de los Jefes de Misión de la UE (HoM, en sus siglas en inglés) sobre la Zona C y la construcción del Estado palestino, filtrado en Bruselas a principios de este mes aunque publicado en julio de 2011.
Desde el «informe de fin de misión» del enviado especial de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Próximo, Álvaro de Soto, de mayo de 2007, no se había producido un material tan explosivo para condenar la ilegal ocupación militar israelí y la colonización judía militarizada del territorio palestino. De nuevo, las cifras lo dicen todo: cuando se inició la ocupación israelí en 1967, había alrededor de 250.000 palestinos en el Valle del Jordán, cuya mayor parte se ubica en la Zona C, mientras que en la actualidad hay poco más de 50.000. La construcción palestina está prohibida en torno a un 70% de la Zona C de acuerdo con la Administración Civil israelí.
Además, están las «reservas naturales» designadas por Israel, que ocupan alrededor del 10% de Cisjordania. La mitad de ese 10% para la preservación de la fauna y los animales se superpone bastante inadvertidamente con «zonas de entrenamiento militar cerradas».
Por si todavía no queda clara esta tendencia, he aquí una estadística más elemental: desde 2010, un total de 45 cisternas y estructuras para almacenamiento de agua de lluvia [palestinas] de la Zona C de Cisjordania han sido demolidas por las autoridades israelíes, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
¿Por qué Israel destruiría intencionalmente las cisternas palestinas? Francia lo explicó. En un documento oficial titulado La geopolítica del agua, publicado en diciembre de 2011, el Parlamento francés califica la explotación israelí de los recursos hídricos palestinos de un «nuevo apartheid».
Lo que es más revelador aún: los 450.000 colonos judíos ilegales en tierras palestinas utilizan más agua que los 2,3 millones de palestinos de Cisjordania. Cualquiera que haya visto el sistema de aspersión de las fortalezas judías en las verdes colinas ajardinadas no se sorprenderá.
Los palestinos no tienen acceso al río Jordán. Este río severamente reducido lo explota Israel (en un 60%) y los países árabes vecinos (en un 40%) según el informe francés. Sin embargo, dado el mal estado del río los porcentajes apenas importan.
De manera que ahora disponemos de nuevas estadísticas y nuevas declaraciones y la jefa de relaciones exteriores de la UE, Catherine Ashton, animadora del proceso de paz, visita Israel esta semana.
Pero la solución para la paz entre israelíes y palestinos sigue estancada. El proceso de paz ha estado en pausa desde hace décadas pero en la actualidad la percepción de quién es el culpable y cuáles son sus verdaderas intenciones está cambiando. Este cambio de percepción es importante. Europa está usando más diplomacia de megáfono y puede que se esté alejando -eso esperamos- de su tradicional ambigüedad constructiva. En ninguna parte resulta esto tan latente como en los recientes informes elaborados por Francia y la UE.
Cada vez más políticos europeos perciben que ahora hay una gran oportunidad para mejores y más constructivas relaciones con un mundo árabe que se está transformando rápidamente. Esa oportunidad se basa en la promoción de la cooperación económica, en la representación popular y en la diversidad social -de manera muy similar al proyecto europeo. La proximidad geográfica de Europa y el mundo árabe es innegable, particularmente en el Mediterráneo. Mientras Israel ocupa Palestina, Europa se despierta lentamente ante las nuevas realidades y el gran potencial para el comercio, el turismo y la tecnología.
En una situación financiera desesperada, Europa necesita recuperarse económicamente mediante la creación de lazos más fuertes con sus vecinos. El mejor camino para mejorar las relaciones con el mundo árabe en su conjunto es apoyar el derecho palestino, durante demasiado tiempo demorado, a la libre determinación.
Stuart Reigeluth y Dimitris Bouris trabajan en el Consejo para las Relaciones Europeo-Palestinas (CEPR) en Bruselas y Londres.
Fuente: http://euobserver.com/7/115013http://euobserver.com/7/115013