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Europa-EEUU, no tan amigos

Fuentes: El Nuevo Diario

Los participantes en la cumbre euro-estadounidense recién concluida, como suele ocurrir en estos eventos, se afanaron en resaltar las coincidencias y atenuar las disensiones. El concierto de sonrisas, sin embargo, no basta para tapar las graves divergencias que se acumulan, año tras año, en lo político, comercial o estratégico. Tampoco resuelve el dilema que enfrenta […]

Los participantes en la cumbre euro-estadounidense recién concluida, como suele ocurrir en estos eventos, se afanaron en resaltar las coincidencias y atenuar las disensiones. El concierto de sonrisas, sin embargo, no basta para tapar las graves divergencias que se acumulan, año tras año, en lo político, comercial o estratégico. Tampoco resuelve el dilema que enfrenta la UE (y es causa esencial de su crisis actual), obligada a escoger entre el reflejo pavloviano de secundar las políticas de EEUU, o bien definir de una vez por todas su papel en el mundo, que ineludiblemente llevaría a distanciarse de Washington.

Europa y EEUU están enfrentados desde hace años en campos tan relevantes como la supremacía en el mercado aéreo (Airbus-Boeing) y espacial (la UE ha apostado por Rusia). Se extiende también al espionaje por satélites (ECHELON- SECOQC) y al campo militar (el Eurofigter vs los F-16, el supertransporte A-400M vs el Galaxy o la Eurocopter, que controla ya el 50% del mercado mundial de helicópteros). Una guerra soterrada e implacable que los ha llevado varias veces a plantear litigios ante la OMC.

Menos coincidencia hay, más allá de las apariencias, en la visión geoestratégica del mundo que emerge, entre crisis y crisis, de las cenizas de la Guerra Fría. EEUU ha apostado por el militarismo y la guerra, abriendo focos de tensión en áreas sumamente sensibles para Europa, como Oriente Medio. EEUU depende apenas un 12% del petróleo árabe por un 45% Europa. Mientras EEUU tiene fuentes ajenas para suplir ese porcentaje, especialmente en Latinoamérica, Europa está atada a esa región del mundo. Ello implica que, en caso de una crisis general (un ataque a Irán, por ejemplo), EEUU tendría medios para mitigar sus efectos, en tanto Europa la sufriría terriblemente. Por tal motivo, EEUU podría suponer ventajosa una guerra, pues la crisis arrodillaría a Europa y terminaría de desmoronar su proyecto de potencia libre de la tutela estadounidense.

Similares planteamientos habría en la relación con Moscú. Para la UE, Rusia es un país estratégico y esencial para su estabilidad y ampliación. No es sólo su papel de suministrador de gas (tan grande que Alemania decidió ir por su cuenta), sino por su creciente poder y capacidad, tanto para consolidar como para poner en la picota el proyecto europeo, debido a las extensas fronteras que comparten y a su peso histórico que el continente. Para EEUU, en cambio, reflejos de la Guerra Fría, Moscú es un enemigo en potencia que conviene seguir debilitando. De ahí su política incisiva en Georgia, Turkmenistán o Ucrania, a la que Rusia ha respondido estrechando vínculos con China, fortaleciendo su influencia en Asia Central y apretando las tuercas a Kiev.

Los derechos humanos, con toda su enorme importancia, no dejan de ser temas marginales, puestos en la mesa más por presión mediática y de organizaciones no gubernamentales que se ocupan de ellos, que por deseo de los gobiernos. La duplicidad europea en el tema quedó demostrada con los vuelos y las cárceles secretas de la CIA en territorio europeo. Aunque negadas por todos los gobiernos, resulta disparatado creer que todo ellos ignoraban lo que estaba sucediendo, sobre todo por la cantidad.

Pese a su incuestionable poder militar, EEUU está lejos de ser la superpotencia que aparenta. El fracaso estrepitoso en Iraq, su creciente endeudamiento, la dependencia de los dineros de China y la incapacidad para controlar Afganistán son señales de un poder en el límite de su capacidad. EEUU, por tal motivo, necesita hoy, y necesitará cada vez más, de la UE para mantenerse como poder principal en el mundo. Y ese es el dilema que la UE debe resolver. Si seguir como aliado cautivo de EEUU, amparándolo en sus políticas y, como en Afganistán hoy, reemplazarlo para que pueda continuar con otras guerras, o bien optar por su autonomía y actuar independientemente. Un dilema irresoluble a partir de una realidad: la UE está hondamente dividida al respecto. Habrá, pues, que acostumbrarse a los bandazos de la UE y a las sonrisas congeladas de EEUU, mientras, tras bambalinas, ambos siguen dirimiendo sus contradicciones estratégicas.

Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid [email protected]