Revolucionario y protagonista del movimiento estudiantil durante la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974, Francisco Louça alerta de que instituciones internacionales como la troika, el FMI o la OMC plantean «un nuevo modelo de autoritarismo» basado en el capital que supone «una confrontación directa con la democracia». «La mejor conmemoración del […]
Revolucionario y protagonista del movimiento estudiantil durante la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974, Francisco Louça alerta de que instituciones internacionales como la troika, el FMI o la OMC plantean «un nuevo modelo de autoritarismo» basado en el capital que supone «una confrontación directa con la democracia».
«La mejor conmemoración del pasado es mirar el presente. Lo que el pasado nos enseña es que está modernización conservadora y liberal que reorganiza nuestra sociedad, lo hace con un autoritarismo nuevo, que plantea problemas viejos, pero en una situación nueva«, manifestó Francisco Louça, miembro fundador del Bloque de Izquierda (BE) portugués y lider de la formación hasta 2012. Elegido diputado en cinco elecciones consecutivas y candidato a la presidencia de la República en 2006, Louça cree que la mejor conmemoración de la Revolución de los Claveles, que cumplirá su 40 aniversario el próximo 25 de abril, es considerarla una antesala de los movimientos sociales que aún están por venir.
Louça alertó del «ataque directo» que están sufriendo las democracias europeas por instituciones económicas internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC) o la troika. «Ningún gobierno podría ser elegido con los programas con la austeridad, con la destrucción de la función pública, de las funciones sociales del Estado u otras medidas sociales de exclusión que están siendo aplicadas por estas instituciones» que para el luso, ni tienen, ni buscan, legitimidad alguna. «Europa no había conocido una dominación del capital de esta dimensión, profundidad y radicalidad. Tenemos una política radical de destrucción del Estado Social, con una combinación de privatización de servicios, salud, derechos sociales, la seguridad social. Para ellos, la solución para la recesión es bajar los salarios y aumentar la presión del desempleo y, sobre todo, la precarización de la situación de los jóvenes cualificados«.
No obstante, no son solo estas instituciones las que hacen hincar la rodilla a los Estados, ya que Louça señaló en delaraciones a Público otras grandes compañías, como BlackRock o BNP Paribas (que mueven capitales equivalentes al PIB de los Estados Unidos y Francia, respectivamente) que «son empresas tan poderosas que ningún gobierno las puede controlar y por lo tanto están fuera de la soberanía popular, y por supuesto no tienen ningún compromiso con la democracia«. Para el antiguo líder del BE, el reto de la izquierda europea es «construir organizaciones que sean coherentes y que puedan luchar por la mayoría política«, con la que apoyar movimientos sociales como «el de los indignados en España, los movimientos antiglobalización en Italia, las protestas contra la troika en Portugal, o respaldar un gobierno de izquierda griego si llegan a tenerlo, que represente la resistencia de las periferias de Europa y sobre todo, de una Europa que para ser viable necesita una representación social, una responsabilidad con la gente, un combate por la igualdad social«.
En una charla sobre el proceso revolucionario portugués que llevó a la caída de la dictadura salazarista organizada por el Teatro del Barrio de Madrid, Louça debatió con otros ponentes como el periodista Alfredo Grimaldos y los investigadores Octavio González y Braulio Gómez. Louça destacó cómo empezó la revolución, que no fue sino cuando «el pueblo desobedeció a los militares que llevaban a cabo el golpe militar contra la dictadura y salió a ocupar el espacio público«, un espacio que no solo incluía las calles, sino también los medios de comunicación y los edificios del Gobierno. Una revolución que, según el resto de ponentes, estuvo marcada por la «improvisación y contradicciones» que se dieron a lo largo de todo el proceso, así como por el esfuerzo contrarevolucionario del Gobierno de los Estados Unidos, preocupado por la posibilidad de que el alzamiento de una Administración no afín pusiera en peligro bases estratégicas para sus fuerzas armadas, como la del archipiélago de las Azores.
Louça también lamentó que, 40 años después de la Revolución, vuelvan a ser las mismas familias las que disfruten de la mayoría de la riqueza del país. «Menos de 1000 personas, el 0,01% de la población, una parte ínfima que sin embargo maneja la estructura social de Portugal. Son la recomposición, con muy pocos cambios, de la burguesía que controlaba el régimen anterior«.