Inmersa en un nuevo tiempo político, América Latina mostró por primera vez en la historia de las cumbres iberoamericanas que está en condiciones, a partir de su experiencia, de ayudar a Europa a mitigar la crisis económica. La XXII Cumbre Iberoamericana, realizada en la ciudad española de Cádiz los días 16 y 17 de noviembre, […]
Inmersa en un nuevo tiempo político, América Latina mostró por primera vez en la historia de las cumbres iberoamericanas que está en condiciones, a partir de su experiencia, de ayudar a Europa a mitigar la crisis económica. La XXII Cumbre Iberoamericana, realizada en la ciudad española de Cádiz los días 16 y 17 de noviembre, permitió a Latinoamérica exhibir una posición de fuerza respecto a la Unión Europea (UE), proyecto visto durante mucho tiempo como un sueño inalcanzable.
El encuentro estuvo marcado por la debacle financiera en el llamado Viejo Continente, que castiga con especial fuerza a España y Portugal, precisamente los dos miembros europeos de esta comunidad de 22 países nacida hace poco más de dos décadas.
Desde la creación de estas cumbres, en 1991, las cosas cambiaron mucho: América Latina miraba entonces a sus socios de este lado del Atlántico como ejemplo de integración y pujanza, roles que ahora se invirtieron con la primera más unida y en pleno auge económico.
Mientras en Europa prevalecen hoy las recetas neoliberales que en la década del 90 llevaron a la ruina a las naciones latinoamericanas, varias de estas últimas basaron su recuperación en el rescate del Estado como un actor relevante en la asignación de recursos.
En sus discursos, la mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno coincidieron de forma abrumadora en criticar los severos recortes del gasto público promovidos desde 2010 por la UE y el Fondo Monetario Internacional como remedio universal para superar la crisis.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su par ecuatoriano, Rafael Correa, fueron categóricos en defender ese punto de vista, y recordaron que su región sufrió dos décadas de ajuste fiscal riguroso, que apenas trajo estancamiento, mayor desempleo y profundas desigualdades sociales.
La confianza en la economía de un país no se construye solamente con los sacrificios de sus ciudadanos, advirtió Rousseff, quien consideró que la política de austeridad tiene sus límites.
Según su visión, queda cada vez más claro que sin crecimiento será muy difícil el camino de la consolidación fiscal.
Los ajustes serán cada vez más costosos socialmente y críticos políticamente, enfatizó la mandataria de la sexta mayor economía del mundo.
Sobre el creciente malestar ciudadano en Europa, subrayó que para hacer frente a esos niveles de insatisfacción es necesaria la adopción de una estrategia que obtenga resultados concretos para las personas y presente un horizonte de esperanza, no sólo la perspectiva de más años de sufrimiento.
Nuestros esfuerzos se convirtieron en una solución cuando volvimos a crecer, recordó Rousseff en un mensaje directo a los dirigentes españoles y portugueses.
Con esa receta, no sólo Brasil sino toda América Latina ofrece ahora dinamismo económico, vigor democrático y mayor igualdad social gracias a políticas que dieron prioridad al crecimiento económico y a la inclusión social, remarcó.
Manifestó que las políticas de ajuste «aunque alejan el quiste de una quiebra financiera, no alejan la desconfianza de los mercados, y aún más importante, no alejan la desconfianza de las poblaciones».
La presidenta del gigante suramericano recalcó que «la austeridad ni siquiera ha sido capaz de consolidar su objetivo principal, el equilibrio fiscal, pues en virtud del bajo crecimiento y del austero corte de gastos, se asiste ahora al crecimiento de los déficits fiscales y no su reducción».
En la misma línea, su homólogo de Ecuador arremetió contra el neoliberalismo, al considerar que sus recetas no sirven para salir del actual atolladero en el que está sumido el mundo occidental.
«En Latinoamérica fuimos víctimas de la corrupción de los capitales financieros y las políticas de austeridad, que en un contexto de recesión y desempleo sólo profundizan y retrasan la salida de la crisis», indicó.
El problema de los desahucios de viviendas, como resultado de la profunda crisis y el elevado desempleo en España, es para Correa una muestra de la supremacía del capital sobre los seres humanos.
Denunció una crisis sistémica en la que hay gente sin casa y casas sin gente, en alusión a la acumulación de viviendas por parte de los bancos por impago de hipotecas.
En el plenario de la cumbre, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, también puso el dedo en la llaga de la austeridad, al juzgar que el Estado de bienestar, del cual se enorgullecía el llamado Viejo Continente, parece en peligro de extinción.
La supervivencia del euro, que fue motivo de esperanza, está amenazada y el proceso de integración europeo está atrapado en dilemas profundos, subrayó el canciller de la nación antillana.
Denunció que los ciudadanos de esta región no son consultados ni participan en las decisiones de gobierno, mientras las consecuencias de la debacle financiera se descargan sobre los desempleados, los trabajadores de menos ingresos, los jóvenes y los emigrantes.
A juicio de Rodríguez, quien representó al país caribeño en la cita de la capital gaditana, los recortes sociales y la represión de los movimientos de protesta no pueden ser el camino de ninguna solución para salir de la crisis.
Los sistemas políticos, que alguna vez fueron impuestos como modelo, han perdido legitimidad, agregó.
En otro tramo de su alocución, el jefe de la diplomacia cubana enfatizó que América Latina y el Caribe viven una nueva época.
Nunca antes había existido de parte de los Gobiernos un compromiso más definido y orientado a favor de la justicia social, de la equidad y de la defensa de los intereses soberanos de los pueblos latinoamericanos, resaltó.
América Latina se ha ganado su peso actual por sus propios medios, con esfuerzo y con paciencia, combinando la necesaria austeridad con políticas propias de crecimiento y cohesión social, reconoció el jefe del Gobierno español y anfitrión del encuentro, Mariano Rajoy.
Los mandatarios iberoamericanos abrieron en Cádiz un proceso de reflexión sobre la conveniencia de convertir en bienales las cumbres que desde 1991 vienen celebrando con periodicidad anual.
La próxima cita, programada para octubre de 2013 en Panamá, podría ser la última con el actual formato.
*Corresponsal de Prensa Latina en España.
arb/edu
Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=733181&Itemid=1