Están escandalizados algunos porque más de la mitad de los europeos no hayan ido a votar el pasado 13 de junio. Sin duda es un vano ejercicio de hipocresía quienes pensaban que los ciudadanos no están siendo conscientes del golpe de estado que le están dando a las democracias con el modelo de construcción europea. […]
Están escandalizados algunos porque más de la mitad de los europeos no hayan ido a votar el pasado 13 de junio. Sin duda es un vano ejercicio de hipocresía quienes pensaban que los ciudadanos no están siendo conscientes del golpe de estado que le están dando a las democracias con el modelo de construcción europea.
Esperan que nos sintamos parte decisiva de una supranación sobre la que no hemos tenido voz ni voto, ni en la elaboración de su ley magna ni en la decisión de algo tan obvio como quiénes vamos a pertenecer a ella.
Han preparado un proyecto de Constitución Europea caracterizado por el desprecio a los ciudadanos a quienes de nada se les ha informado. Sólo una pequeña minoría ha leído el proyecto, supongo que porque la han buscado en internet, porque otro modo no me consta que se pueda conocer. Deciden periódicamente quien se suma y quien no, a nuestro nuevo macropaís sin que nadie nos consulte ni sepamos cómo se decide y por qué. La ciudadanía no sabe por qué Lituania es europea y no lo es Noruega o Suiza, ¿o sí lo son?. Tampoco sabemos si Turquía será de la Unión Europea y por qué no podrían serlo también Ucrania, Moldavia o Georgia. O quizás termina siendo al contrario. Los europeos no saben cómo se decide quiénes serán los ministros de la Unión, si es que se llaman así, ¿o son comisarios?. Ni como se decide el presidente, ¿o no lo hay?, ¿o hay varios, el de la Comisión Europea o el del Parlamento?.
Los diferentes candidatos afirmaban en sus mítines que iban a defender los intereses de España en Europa. Pero todos los españoles no tenemos los mismos intereses. El vicepresidente de un banco español dice que interesa desmantelar el estado del bienestar, pero a mí no me interesa que me desmantelen mi sanidad pública, ¿cuál interés van a defender en Europa?. Unos pensaban que a nuestro país le interesaba participar en el saqueo de Iraq y otros creíamos que era un crimen bombardear e invadir un país soberano, los dos decían defender mis intereses. Porque quienes en España han logrado ganar las elecciones gracias a su oposición a la guerra se van a integrar en el grupo parlamentario europeo de Tony Blair que la defiende. Y quienes nos llevaron a los españoles a la guerra se integran en el mismo grupo político del partido cuyo gobierno en Europa más se ha opuesto, el francés.
Decir que quieren que les votemos para el Parlamento Europeo para defender los intereses de España es confirmar que no creen en Europa, es cómo si los candidatos a las elecciones generales en nuestro país de la circunscripción de Albacete dijeran que su objetivo político es presentarse para defender los intereses de Albacete en Madrid.
En cuanto a los medios de comunicación, ya quisiéramos que nos hubieran informado de la Unión Europea y de su proyecto de Constitución la mitad del tiempo que dedicaron a la boda de Felipe de Borbón. La foto de la portada del diario El País el día de las elecciones sí era de Europa, pero de la Eurocopa de fútbol. Por cierto del partido de España contra Rusia, que parece que en el fútbol este país si es de Europa, pero en la política no, o quizás ya sí y no nos hemos enterado.
Políticos y medios de comunicación responden que los europeos vemos el proyecto como lejano, complejo y aburrido. Proponen como alternativa «acercar» Europa a los ciudadanos, o sea, humo. Su ceguera o su obsesión por seguir engañando es tal que no quieren reconocer que lo sucedido es que los europeos no quieren ser cómplices de un golpe de estado que les está robando la poca democracia que tienen.
El proyecto europeo es tan falso que según en el país en que uno viva tendrá un régimen fiscal y una legislación laboral diferente. No existen impuestos europeos, se trata de una administración que no recauda. Ni está previsto que lo haga porque una de las condiciones que ha puesto el Reino Unido es la existencia del derecho de veto sobre fiscalidad, seguridad social, política exterior o cooperación judicial penal. Se diría que lo único que comparte esta comunidad son las reglas del mercado del pueblo (libre flujo de mercancías), las normas del policía municipal (seguridad) y la recogida de basuras (medioambiente). Incluso un partido político al que se le prohíbe presentarse a las elecciones europeas en España, lo pude hacer en Francia.
Es más, los ciudadanos de los diez países recién incorporados el pasado 1 de mayo votan conmigo quiénes serán nuestros representantes comunes, pero esos europeos no pueden venir a vivir a España. Lo tiene más fácil un americano de Estados Unidos que un europeo de Hungría, ¿cómo voy a entender que estemos gobernados por el mismo parlamento?. Quizás por ello en esos países sólo votaron un 28’7 %. En la República Checa lograron que votaran el 29 % después de alargar la jornada electoral durante dos días. En el caso de Polonia, con una abstención de casi el 80 %, el partido del presidente fue votado sólo por el 11%, lo que refleja que le apoya sólo uno de cada cincuenta polacos. Si el comunismo mereció caer por falta de apoyo, imaginemos lo que merece el régimen y el gobierno actual con esas cifras de entusiasmo.
Hace poco me enteré de que el Parlamento Europeo recibe mil peticiones anuales de los ciudadanos, o sea, tres al día, más o menos las solicitudes que puede recibir un Ayuntamiento de cinco mil habitantes. Solo que en Europa hay 350 millones de ciudadanos con derecho a voto, lo que nos da una muestra de las esperanzas de soluciones que genera el Europarlamento.
Tras las elecciones observamos que los partidos que gobiernan en los principales países como Alemania, Reino Unido o Italia han sido votados por menos la cuarta parte de los electores. Lo que, con una abstención de más de la mitad, quiere decir que sus gobiernos tienen el apoyo de menos de un elector de cada ocho. En el Reino Unido, los dos grandes partidos, laboristas y conservadores, no suman juntos ni siquiera el apoyo de uno de cada ocho británicos. En el caso de Francia, el partido del presidente Chirac tuvo el apoyo del 16 % del total de votos con una abstención del 70 %, es decir sólo el 4’8 % de los franceses con derecho a voto apoyaron al partido del presidente. Eso nos demuestra el valor y la credibilidad de su sistema democrático. El comunismo de Fidel Castro convoca a las manifestaciones más porcentaje de cubanos que todos los partidos europeos juntos a votantes en las elecciones al Europarlamento.
El país de mayor participación fue Chipre con el 71’1 %. No es mucho si tenemos en cuenta que el voto era obligatorio. Si casi un 30 % no cumplen con la obligación de votar, no quiero ni pensar los que cumplirán con la obligación de pagar impuestos.
Lo que sí sabemos de Europa es que es un engendro que paga a los agricultores que arrancan viñas y multa a los ganaderos que producen mucha leche. Y yo, ingenuo, siempre pensé que los agricultores que tenían vid lo que debían hacer es cultivar viñas y los ganaderos que tenían vacas era producir leche.
Me han dicho que a mí lo que ocurre es que soy un euroescéptico. Estoy esperando que incluyan el término en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua para saber lo que significa, pero ahora que lo pienso, no sé si se referían al diccionario de la española o la europea.