El escritor cubano radicado en Suecia, René Vázquez Díaz, nos habla de su nuevo libro «El pez sabe que la lombriz oculta un anzuelo», de su intensa relación emocional con la Isla, del exilio y la migración, y el actual escenario europeo. Intermón Oxfam ha publicado previamente además, su novela De pronto el doctor Leal, ganadora del premio Juan Rulfo 2007. «Desde muy joven me propuse acariciar las cicatrices del pueblo de Cuba, inventando destinos literarios que me ayudasen a entender quiénes somos y qué ha pasado entre nosotros».
¿A qué hace alusión el nombre de su último libro?
Karl Johan, el joven enamorado de la vaporosa Exilia, es un escritor nacido en Suecia de padre cubano y madre sueca. El pez sabe que la lombriz oculta un anzuelo es un verso del poeta sueco Gunnar Ekelöf. Aunque se niegue a reconocer su doble identidad, Karl Johan es portador de dos culturas muy definidas y fuertes. En eso se parece a millones de europeos multiculturales. En el mismo poema, Ekelöf dice que recordar es hermoso, como lo es «esperar y tener esperanzas». Pero nunca lo es el dejarse apresar. «Soy un pez con el anzuelo dentro», dice también el poema, «y para colmo no me han pescado».El Niño, Karl Johan y Exilia representan la mezcolanza de lo que se quiere ser y lo que se intuye que se es. Mi libro insta a morder el anzuelo a ver qué pasa.
¿Cuánto de autobiografía hay en las historias de «El Pez sabe que la lombriz oculta un anzuelo»? ¿En qué se identifica con el personaje del Niño de Villalona?
Hay pasajes intensamente biográficos, pero todos han sido elaborados literariamente y sería inútil atribuírmelos. Este libro es una pequeña biografía de un Niño enamorado que al fin muere en un país lejano: enemistado con su hijo, ignorado en su nueva patria y desarraigado de sí mismo. Ese personaje fantasmagórico es autobiográfico porque representa exactamente todo lo contrario a lo que yo soy. En él he vertido las observaciones que he hecho acerca de muchos exiliados cubanos, que se convierten en gentes amargadas, patrioteramente anticastristas e indolentes ante el destino del pueblo que los parió.
¿Podría reflexionar un poco sobre ese constante interés por situar sus historias en su Cuba natal? ¿Es una forma de luchar contra la nostalgia y el desarraigo?
La tarea más hermosa de un escritor es apresar, con la imaginación y las palabras, el tiempo que le tocó vivir. Desde muy joven me propuse acariciar las cicatrices del pueblo de Cuba, inventando destinos literarios que me ayudasen a entender quiénes somos y qué ha pasado entre nosotros. Yo no me fui de Cuba para dejar de ser cubano. Un escritor no debe luchar nunca contra sentimientos tan fuertes y fructíferos como la nostalgia y el desarraigo, sino expresarlos en sus ficciones para influir sobre lo contemporáneo. Cuba me duele y me hace disfrutar como ninguna otra cosa en este mundo.
¿En qué posición se sitúa dentro del actual panorama literario (y político) cubano? Es bastante crítico al régimen, pero a su vez de la disidencia de Miami, ¿no se siente un poco sólo en esa trinchera?
Me resulta difícil situarme a mí mismo en el panorama literario de Cuba. Creo que esas coordenadas están en mis libros, y dejo para otros la tarea de localización. Mis críticas al régimen no se diferencian de las críticas que hacen todos los días, en la Isla, millones de cubanos. Yo hago mis críticas desde una soledad profundamente comprometida. Mi compromiso no es ni siquiera político. Es ético y humanista. ¿Quieres ejemplos concretos? El bloqueo de Estados Unidos contra Cuba debe levantarse inmediatamente y sin condiciones. La llamada Posición Común de la Unión Europea debe desaparecer. El territorio donde está la Base Naval de Guantánamo debe ser devuelto a sus legítimos dueños. La financiación estadounidense al frente mediático fratricida representado por Radio Martí, la revista Encuentro, entre otros medios, debe desmantelarse y Estados Unidos y Europa deben abrir todos los canales comerciales posibles con Cuba, de modo que su pueblo pueda vivir mejor y continuar con su proceso de transformaciones en un clima de paz y como le dé la gana. De lo contrario, deberían iniciar sin demora un bloqueo contra China, Arabia Saudita y Egipto. Esas son mis posiciones en el plano político.
¿Qué opinas del leve, pero constante, viraje a la derecha de las políticas europeas y su repercusión en las personas migrantes (directiva del retorno del parlamento UE; fichaje de la etnia gitana en Italia, etc)?
He dicho, y lo repito, que existe un fascismo latente en Europa. La lección incontrastable de la Historia nos dice que el nazismo fue vencido en los campos de batalla por los comunistas, una fuerza que ya no existe en Europa. Los grupos europeos de extrema derecha se han lavado la sangre histórica de las manos, se han puesto una careta de defensores de lo nacional (con un histérico componente de islamofobia) y brindan soluciones simplificadoras a problemas descomunales. Esos grupos serían irrisorios si no ocultasen un antihumanismo tenebroso, cuyo objetivo es institucionalizar un estado de agresión permanente contra los inmigrantes, los gitanos y a la larga contra todo el que no tenga «pureza de sangre» o no se deje doblegar. En Bélgica y Holanda hay síntomas que dan miedo. En la República Checa y en Hungría hay enormes grupos que ya carecen de derechos humanos.
¿Cómo se percibe este escenario desde los países nórdicos, en general, y Suecia, en particular?
Para los racistas suecos o daneses, los racistas españoles son miserables cabezas negras. En Noruega hay un partido de extrema derecha que ejerce una fascinación enfermiza en grandes sectores de la sociedad, y su influencia es enorme. Dinamarca ha roto todos los récords europeos de intolerancia racista. En Suecia, donde aún no se ha llegado a esos extremos, hay síntomas alarmantes. En estos momentos, Suecia está practicando un sistema de envío forzoso de personas que vinieron en busca de protección, pero que se les niega. Los tratan como si fueran criminales aunque sean menores de edad, los meten de cabeza en un avión y los devuelven al sufrimiento, la persecución y muchas veces la muerte.