El 23 de mayo se celebraba en Italia el “Día de la Legalidad” en honor del juez antimafia Giovanni Falcone, Francesca Morvillo y tres escoltas asesinados hace 33 años en Capaci (Sicilia). Este 24 de mayo en las redes sociales del partido de Giorgia Meloni colgaban un tuit: «Desconfía de quien ha mejorado su vida especulando con el crimen organizado. Toma ejemplo de quien lo combatió, pagando con su vida”.

No era la primera vez que Fratelli d’Italia atacaba a Roberto Saviano. El autor del bestseller Gomorra, que lleva veinte años bajo escolta y dieciséis esperando la conclusión del juicio contra el boss de la Camorra que lo amenazó de muerte, si bien reconoce haber pensado incluso en el suicidio, siempre se ha mantenido lúcido al analizar el fenómeno mafioso. Entrevistado al hilo del tuit, Saviano contaba que, tras el obvio mecanismo de intimidación contra quienes osan contar el mundo de las mafias, se intuía una estrategia comunicativa harto más alambicada. Saviano enmarca este último ataque en su contra en un contexto informativo bien distinto que paradójicamente había pasado un tanto inadvertido: el presidente de la República, Sergio Mattarella, bloqueó una norma –introducida a última hora, ausente en el borrador previo– de un decreto ley impulsado por el ministro de Transportes e Infraestructuras, Matteo Salvini, que habría eliminado toda posibilidad de controles judiciales antimafia en las contratas de su proyecto estrella: el puente sobre el Estrecho de Messina. De no haber frenado el presidente Mattarella esa norma, que se adopta sólo en casos excepcionales como catástrofes naturales o eventos extraordinarios, la responsabilidad de controlar que no había infiltraciones mafiosas en las empresas contratadas y subcontratadas hubiera recaído en el propio ministerio de Salvini. La presidencia de la República, atentísima siempre al fenómeno mafioso, consideró que la norma que trató de endiñarle Salvini “no resultaba en absoluto más severa que las normas ordinarias”. En ambientes de la antimafia no se anduvieron con medias tintas para calificarla: la “salvamafia”.
Aunque la mafia muda raramente sea noticia, 33 años después de la masacre de Capaci, en Italia se sigue combatiendo una guerra entre la mejor mafia y y la mejor Antimafia del mundo. Ni las armas ni –grazie al cielo– los caídos son los mismos. Entonces, contra Falcone y Borsellino, a base de tritolo y explosivo militar, Cosa Nostra hizo que se tambaleara el Estado y temblaran los noticiarios de todo el mundo; hoy, en lugar de artillería de guerra, las mafias tiran más de esgrima judicial y administrativa. Una norma colada de refilón en un decreto ley lioso de contar y tedioso de leer puede expugnar sectores públicos golosos. ¿Para qué van a recurrir hoy las mafias a matones poco cualificados? Aquellas “mentes refinadísimas” a las que apuntaba Falcone supieron formar un ejército sin uniformes, que viste de traje y corbata, regenta actividades económicas y financieras y se mueve cómodo en una zona gris que no despierta repugnancia sino incluso admiración. Quienes, como Saviano, rasgan el velo de silencio que cubre todo el proceder de la mafia muda enumerando los varios casos concretos de exponentes políticos de Fratelli d’Italia acusados de pertenecer o colaborar con las mafias, reciben sin parar navajazos mediáticos. Eso sí: ahora los dejan vivos. Ya no los acallan acribillándolos a balazos como a Peppino Impastato, Giuseppe Fava o Giancarlo Siani. Ahora los castigan con una pena capital aún más cruel: vivir la vida sin poder vivirla. Contra las mafias se puede ser mártir: jamás héroe. El héroe invita a la acción; el mártir, a la retórica.
¿Y la Antimafia? La Antimafia es al mismo tiempo protagonista y escenario de la guerra. Por un lado, protagonista, en cuanto ejerce la función de detectar enseguida dónde y cómo operan las infatigables e insaciables mafias. El Procurador Nacional Antimafia y Antiterrorismo, Giovanni Melillo, mandaba hace un año un aviso inquietante: “La recopilación abusiva, manipulación, comercio y uso instrumental de la información confidencial almacenada en archivos digitales se han convertido desde hace tiempo en herramientas tanto de las organizaciones criminales tradicionales como de las formas salvajes de competencia propias de los mercados empresariales y de la política”. Las mafias recaban ilegalmente y trafican con todo tipo de datos. Cuanto más reservados y confidenciales, tanto mejor. Ello entraña que el identikit de la mano de obra mafiosa haya mutado. Para fraudes fiscales, comerciales y bancarios y reciclaje, más vale un hacker que un killer. Las mafias operan hoy de forma híbrida y global. Las mafias hoy son mafia aumentada.
Por otro lado, decíamos, la Antimafia es escenario, campo de batalla. Lo fue siempre. Para las mafias no hay mejor garantía de tranquilidad que una Antimafia poco incisiva. Para ello, nada mejor que una Antimafia que no transmita unidad y respuestas, sino división y dudas. Hace cosa de un mes se supo que el número dos de la Antimafia estaba siendo investigado por haber revelado noticias reservadas a Gianni De Gennaro, presidente del consorcio de empresas Eurolink que construirá el puente sobre el Estrecho de Messina, y a Francesco Gratteri, consultor técnico de seguridad de otra empresa involucrada en la construcción del Estrecho de Messina. De Gennaro es un personaje importantísimo de la lucha contra la mafia en Italia. Colaboró con Falcone. Se ocupó de la extradición de Tomasso Buscetta, que revelaría a Falcone la estructura de Cosa Nostra. Su currículum es el de un importante hombre de Estado: director de la Dirección Investigativa Antimafia, Director de la Policía, Director del Departamento de Información para la seguridad, Secretario de Estado de Seguridad. Este es el choque: este, el cuadro. En juego, los 13.500 millones de euros del puente del Estrecho, que hacen salivar a todas las mafias: las empresariales, sí, pero también a las políticas, las judiciales y, cómo no, a las informativas.
Italia ha celebrado el 33 aniversario de la muerte de Falcone con la mejor Antimafia del mundo en un momento muy delicado y con el mejor intelectual antimafia del mundo en otro momento igualmente delicado. Saviano, pese a considerarse un derrotado, no ceja y sigue informando. Por su parte, la Antimafia, la cual jamás podrá decirse derrotada, continúa su agotadora, imprescindible y quijotesca lucha contra la punta de lanza de un sistema que busca el máximo beneficio en el menor tiempo posible. Además de la piedra de Sísifo que empujan, porque de otro modo nos aplasta, de Falcone heredaron un método claro e infinito: Follow the money.
Gorka Larrabeiti es profesor de español residente en Roma.
Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/follow-falcone_129_2002018.html