197 guardias armados de frontera procedentes de 25 países defenderán, a partir del día 2 de noviembre y durante dos meses, la región de Orestiada en la frontera greco-turca a petición del gobierno de Grecia, que se ve incapaz de soportar el flujo de migrantes indocumentados, según informa Frontex, la Agencia Europea de Fronteras. Varios […]
197 guardias armados de frontera procedentes de 25 países defenderán, a partir del día 2 de noviembre y durante dos meses, la región de Orestiada en la frontera greco-turca a petición del gobierno de Grecia, que se ve incapaz de soportar el flujo de migrantes indocumentados, según informa Frontex, la Agencia Europea de Fronteras. Varios países contribuirán a este nuevo programa de intervención rápida suministrando distintos medios: 1 helicóptero (Rumania), 1 autobús (Rumania), 5 minibuses (1 Rumania, 2 Austria, 1 Bulgaria, 1 Hungría), 19 todoterrenos (7 Rumania, 3 Austria, 2 Eslovaquia, 7 Alemania), 9 furgonetas con Thermo Vision (2 Austria, 2 Bulgaria, 4 Alemania, 1 Hungría), 3 autobuses Schengen (1 Austria, 2 Hungría), 3 unidades de oficina (Dinamarca).
Los guardianes de la Unión Europea han tardado esta vez sólo cinco días en construir barbacanas, saeteras y troneras para reforzar la puerta Este de la Fortaleza Europa. De los 40.977 migrantes detenidos mientras intentaban entrar en la UE, más de dos terceras partes lo hicieron por esa frontera. Muchos eran afganos, como Mussa Khan, un anónimo refugiado al que ha acompañado el reportero italiano Paolo Martino a lo largo de 14 etapas: desde Van, cerca de la frontera turco-iraní, hasta Roma. En realidad, Paolo Martino llegó a Roma pero a Mussa Khan lo atraparon cuando ya había entrado en la nave que lo conduciría del puerto griego de Igumenitsa al puerto italiano de Ancona.
Reforzada la puerta Sur de la Fortaleza, lejana la vergüenza de Ceuta y Lampedusa, el foco de la tensión migratoria se ha desplazado a Grecia, encargada de cuidar de la puerta Este. El día 20 de octubre, Manfred Nowak, relator especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, hizo público un informe sobre su reciente visita a Grecia. Varias agencias de noticias recogieron en sus despachos la siguiente afirmación de Nowak: «Grecia no debe soportar el peso de recibir a la vasta mayoría de migrantes irregulares que entran en la Unión Europea en 2010». Sin embargo, muy pocas recogieron la descripción de la situación de las comisarías de policía o las prisiones en Grecia.
«He recibido muchas reclamaciones fundadas de palizas propinadas por agentes de la policía, y muchos de los detenidos dicen haber sufrido abusos físicos bien durante la detención o en las comisarías. Sin embargo, he encontrado escasas pruebas forenses de malos tratos que puedan considerarse como tortura en el sentido de la definición de la Convención contra la Tortura. Esta falta de pruebas acaso pueda explicarse por la ausencia tanto de un sistema de investigación policial interno como de un mecanismo de reclamaciones. Otro factor podría ser el alto grado de miedo a las represalias que advertí en los detenidos que están en manos de la policía, lo cual, unido al mal funcionamiento del sistema judicial, podría perpetuar un sistema de impunidad para la violencia policial […]
[…] Las condiciones de las detenciones en las comisarías griegas varían, pero resultan pobres en general. Durante mis visitas fui testigo de detenidos encerrados en celdas abarrotadas y sucias, con pésima ventilación y luz. A los detenidos nunca les permitían salir al aire libre pese a que muchos de los detenidos estaban en situación de detención administrativa incluso durante 6 meses. El acceso a los cuidados médicos era limitado.
[…] En los departamentos de investigación criminal de Omonia, Agiou Pantelemonos y Acrópolis descubrí que había más de 40 extranjeros que estaban detenidos de modo irregular en áreas de detención aparentemente no oficiales.
[…] En todas las prisiones que visité fui testigo de una situación de grave hacinamiento. En este momento hay unos 12.000 prisioneros para 9.100 puestos en las cárceles griegas. El 57% de los prisioneros son extranjeros. Hablé con detenidos que llevaban 18 meses en espera de juicio.
[…] En 2008 el 50% de las detenciones de migrantes irregulares en la UE tuvo lugar en Grecia. Este número ha aumentado hasta el 75% en 2009 y hasta el 90% en 2010.
[…] Visité la cárcel de Chios donde los migrantes estaban encerrados hacinados en celdas sucias y húmedas, sin luz natural, con servicios antihigiénicos e inadecuados con agua fría sin productos sanitarios como jabón o papel de váter. En algunos casos los detenidos no tenían acceso directo a los baños, o lo tenían restringido a turno (Ej.: en el área fronteriza de detención de Venizelos, había dos baños fuera de las celdas para 88 detenidos). Como consecuencia de las malas condiciones, había gente con problemas respiratorios, dermatológicos y también psicológicos. Además, en la región de Evros, donde la temperatura había comenzado a descender, los detenidos no disponían de mantas ni ropa de abrigo.
[…] El hacinamiento más grave se daba en Feres donde el día de mi visita había 123 detenidos, muy por encima de la capacidad máxima prevista de 28.
[…] Durante mis entrevistas con detenidos he observado que es muy difícil acceder a la protección de refugiado en Grecia […] Grecia sufre de un sistema altamente disfuncional de asilo, con porcentajes de protección en primera instancia de casi el 0%.
[…] En segunda instancia el porcentaje de protección también es muy bajo (2,89% en 2009). Como consecuencia de ello, los migrantes que buscan protección en Grecia carecen de confianza en los procedimientos de asilo y muchas veces se abstienen de completar las solicitudes pese al temor de volver a sus países de origen.
Pese a su gravedad, esta parte de las declaraciones de Nowak apenas trascendió porque los derechos humanos son un extra en esta Europa monetaria que acude rauda a militarizar una frontera en solidaridad con un país que no puede cargar con «el peso de un inmenso flujo migratorio directo», pero mira a otro lado cuando se trata de defender los derechos humanos de los migrantes o los gitanos. Nadie ha puesto el grito en el cielo cuando ha sido la propia Unión Europea la que ha empezado a organizar vuelos de repatriación colectiva. El pasado 28 de septiembre, «con discreción absoluta», informa Le Monde, 56 georgianos, detenidos en Polonia, Francia, Austria y Alemania, embarcaron en Varsovia, sede de Frontex, a bordo de un avión con destino a Tiflis, la capital georgiana. En 2011 se estima que la agencia organizará y financiará entre treinta y cuarenta «vuelos de grupo», cuyo fin es repatriar a sus países de origen a los inmigrantes que hayan cruzado de manera ilegal las fronteras de la UE. Para el periodo 2008-2013, Frontex dispone de un presupuesto aproximado de 676 millones de euros.
Tampoco causó gran escándalo el vuelo de repatriación colectiva de 68 personas a Egipto desde Catania: habían llegado 48 horas antes en una embarcación a Catania junto con otros 44 menores de edad. Amnistía Internacional denunció que a ninguno de los 68 se le dio la posibilidad de solicitar asilo político. Gravísimo también en este caso fue que ninguna organización internacional -ni ACNUR, ni la Organización Internacional para las migraciones, ni la Cruz Roja italiana- tuvo acceso a un polideportivo donde condujeron por la fuerza a los migrantes.
En la Fortaleza Europa el derecho de asilo no debe ni mentarse. Sólo en Grecia en agosto de 2010 había más de 52.000 solicitudes de asilo pendientes de examen. No es de extrañar, pues, que varios solicitantes iraníes de asilo en Grecia optaran por un gesto extremo: coserse la boca. Si lo hubieran hecho en el Irán del que huían, seguro que los medios los habrían convertido inmediatamente en héroes de la libertad. Pero lo hicieron en la Fortaleza Europa, donde los medios acallan las injusticias que sufren los migrantes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR