Los franceses se movilizaron este domingo para ir a las urnas a un nivel superior al de la primera vuelta de las regionales. Y no precisamente con la intención de rescatar a Nicolas Sarkozy , que había salido malparado hace una semana. Con más de un 55% de los votos a nivel nacional, los electores […]
Los franceses se movilizaron este domingo para ir a las urnas a un nivel superior al de la primera vuelta de las regionales. Y no precisamente con la intención de rescatar a Nicolas Sarkozy , que había salido malparado hace una semana. Con más de un 55% de los votos a nivel nacional, los electores confiaron masivamente los ejecutivos regionales a la izquierda rosa, roja y verde. Y, en muchos lugares, colocaron a los partidarios conservadores del presidente en torno al 24%, en una situación de cuasi empate con el partido ultraderechista Frente Nacional.
La jornada electoral fue realmente cruel para los barones de la Unión para un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy. Las informaciones oficiales señalaron muy pronto una mayor movilización del electorado, que acabó colocando la abstención en torno al 49% , unos cuatro puntos menos que hace una semana.
Durante horas confiaron los sarkozystas que los abstencionistas de la primera vuelta venían a rescatarlos. No fue así. La izquierda hizo el lleno de sus votos, mientras los sarkozystas tocaron techo en torno al 36% de media nacional . El Frente Nacional, presente en sólo doce de las 25 regiones en juego, cosechaba casi el 9% de los votos.
El mapa de las regiones francesas no sale profundamente modificado de los comicios. Según los resultados parciales disponibles anoche, la inmensa mayoría de las regiones va a seguir con ejecutivos de izquierda y ecologistas, como era el caso en 2004 . Los rosa-rojo-verde conquistarían además, con ayuda de los nacionalistas, la región de Córcega, hasta ahora en manos de la derecha.
Por el contrario, Alsacia seguiría en manos de los conservadores. Y, fuera ya de los territorios de la Francia europea, los sarkozystas tenían incluso serias posibilidades de conquistar tanto la isla de La Reunión (Océano Indico) como Guyana (Amazonía francesa). La Reunión, histórico bastión comunista, cayó porque el PS decidió mantenerse en la segunda vuelta frente al viejo líder rojo Paul Vergès, cosa que dejó en cabeza a los sarkozystas pese a que la izquierda es muy mayoritaria. En Guyana, es un tránsfuga socialista local el que, al pasarse a la derecha, dio la victoria a los conservadores.
Los conservadores sólo ganan un 36% pese a la mayor participación
No cedieron los líderes conservadores de París a la tentación de agarrarse a esas victorias simbólicas y puntales. Tan abultado es el voto de castigo al Gobierno que el secretario general de la UMP, Xavier Bertrand, tuvo que conceder que fue «un resultado decepcionante» , y el jefe de los diputados conservadores, Jean François Copé, más realista, habló de una «real derrota».
Porque la clave que interpretaban editorialistas y clase política es que Francia, tras estos comicios, ya no es la misma Francia que confió los plenos poderes a Nicolas Sarkozy y a sus hombres en 2007. En los comicios municipales y departamentales de 2008, los franceses ya habían colocado un primer paraguas social frente al afán reformador del presidente. Ahora, han decidido además que las regiones serán ese «escudo social» del que habló durante la campaña la líder socialista Martine Aubry, vencedora indiscutible de la velada.
«Es una victoria sin precedentes de la izquierda unida» , dijo Aubry entre clamores. «Las regiones no perderán ni un solo minuto frente a la urgencia económica, ecológica y social», agravada -según dijo- por «la política del presidente y del Gobierno, basada en regalos fiscales a los ricos en detrimento de los jubilados, los jóvenes y los asalariados modestos».
Para Aubry, ésta fue la votación escogida por los franceses para expresar su «rechazo» a las «ayudas sin contrapartidas a la banca, cuando se abandonaba a las pymes, a los comerciantes y a los autónomos».
La derecha pierde el poder en Córcega pero preserva el gobierno de Alsacia
El primer ministro François Fillon retomó los grandes temas clásicos de la derecha francesa, en el Gobierno y en la presidencia desde 2002. «Estas elecciones han demostrado que los franceses están inquietos» por el riesgo de que «nuestro modo de vida esté amenazado», dijo ayer, y agregó que los franceses «no están amenazado por las reformas» del Gobierno.
«Ya hemos cambiado mucho en este país, ahora debemos financiar nuestras pensiones de jubilación y reducir nuestros déficits», aseveró, sin mencionar el hecho que él fue el autor de una reforma de pensiones en 2003 que empeoró los problemas de financiación, y sin mencionar que actualmente, según la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Francia registra déficits públicos record histórico absoluto. En los medios franceses se da por hecho que Fillon presentará este lunes su dimisión pero que Sarkozy la rechazará.
Alternativa alterglobalista
El voto ultra dio la otra mala noticia a los candidatos de la derecha. En dos regiones clave, Norte Pas de Calais, y Provenza Alpes Costa Azul, los conservadores no solo perdieron, sino que entraron en empate virtual con una ultraderecha que resurge con fuerza. «Esto es el inicio del hundimiento del sarkozysmo, y hay que empezar a preparar el relevo», dijo el histórico líder del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen.
La señal innovadora y de futuro vino de la región Limousin. Los socialistas locales conservaron de forma aplastante la mayoría, esta vez sin apoyo del resto de la izquierda. Una coalición alterglobalista recogió más del 19% de los votos, demostrando que puede rescatar ese voto popular que a menudo se pierde en las sendas oscuras de la desesperación ultra. Los alterglobalistas constituirán una oposición antiliberal desde la izquierda.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.