Francia fue un gran país. Ahora, para disimular sus males, para darse aires de grandeza su pequeño presidente (y conste que no le reprocho ponerse alzas en los zapatos), entra en guerra y envía aviones a casa de los otros (sea en la Costa de Marfil o Libia) olvidando el dolor que sufrió con la […]
Francia fue un gran país. Ahora, para disimular sus males, para darse aires de grandeza su pequeño presidente (y conste que no le reprocho ponerse alzas en los zapatos), entra en guerra y envía aviones a casa de los otros (sea en la Costa de Marfil o Libia) olvidando el dolor que sufrió con la ocupación. Si se traspasan las fronteras ajenas, un día pueden venir a traspasar nuestras, no nos quejamos después. Cuando un presidente necesita de la fama guerrera para intentar superar lo que las intenciones de voto no le dan, mejor que se vuelva a hacer el amor, a menos que lo que esté haciendo sea una demostración de producto a vender y los aviones de combate y su acierto a la hora de bombardear sea para promocionar su industria aeroespacial guerrera, ahora que la nuclear de baja. Pero este afán guerrero de Sarkozy, tiene consecuencias negativas en la Unión Europea, especialmente para Italia, pero también para España.
El golpe sobre la industria nuclear, particularmente la francesa, que conlleva el accidente de Fukushima en Japón alejará aún más a Francia del camino necesario para el bienestar de su población. Lo que les pareció una ventaja competitiva, se convierte ahora lo contrario y por más que Sarkozy haya intentado mirar hacia África, en vez de hacia el Japón, no impide que otros países europeos señalen la necesidad de ir cerrando centrales nucleares, esto cuando ellos contaban con alargar su funcionamiento ¡hasta los 60 años! La ventaja competitiva jugará ahora en la banda de quien haya hecho menos inversiones en energía nuclear, tengan menos costes de desmantelamiento de las centrales y del almacenamiento de residuos radiactivos. Se irá viendo los próximos años.
El desorden de los partidos mayoritarios en Francia, es tal que se ha abierto la brecha por la que entra el partido de Marine Le Pen. Cuando los partidos mayoritarios no escuchan a la gente, concentran su atención en sus burocráticos problemas, como han hecho y hacen tanto el partido del presidente como el Partido Socialista Francés, mientras se ve más y más empobrecida la gente que no forma parte de los más ricos o los que viven cerca del poder de los partidos mayoritarios, entonces se busca una alternativa como esperanza o como venganza y se mira hacia otro lado.
Dr. Fernando G. Jaén
Profesor Titular del Departamento de Economia y empresa. Universitat de Vic.
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