Recomiendo:
0

Francia: el orgullo de ser inmigrante

Fuentes: Bitácora

En un momento de gran desconfianza entre la mayoría blanca y la minoría musulmana, Rachid Bouchareb recuerda en su última película, Indigènes, la participación de franceses originarios de las colonias en una batalla clave contra la ocupación alemana PARÍS .- Es comprensible que el cine francés no se haya dedicado mucho a la II Guerra […]

En un momento de gran desconfianza entre la mayoría blanca y la minoría musulmana, Rachid Bouchareb recuerda en su última película, Indigènes, la participación de franceses originarios de las colonias en una batalla clave contra la ocupación alemana

PARÍS .- Es comprensible que el cine francés no se haya dedicado mucho a la II Guerra Mundial. Y cuando lo hizo, demasiado a menudo exageró el rol de la Resistencia o, con más coraje, confrontó la sombra de la colaboración francesa con los ocupantes alemanes. Pero para ver escenas de heroísmo en la pantalla grande, por lo general, los franceses han recurrido a productos de importación de EE.UU. o británicos.

Sin embargo, hay una historia de guerra edificante que Francia ha ignorado por mucho tiempo. En agosto de 1944, cuando unos 200.000 soldados franceses desembarcaron con otras fuerzas aliadas en la Costa Azul para liberar el sur y este de Francia, el 65 por ciento de los soldados »franceses» eran de Argelia, Marruecos, Túnez, Senegal y otras colonias francesas.

Aparentemente este es el motivo por el que la historia fue olvidada. Ahora, pasadas más de seis décadas, la nueva película de Rachid Bouchareb, »Indigènes» (Nativos) busca reconocer su gesta. La película, que recibió un respaldo temprano cuando sus cuatro actores principales compartieron el premio al mejor actor en mayo en Cannes, se estrenó en Francia esta semana y se ha distribuido en más de 20 países.

Pero mientras que Indigènes será juzgada fuera de Francia simplemente como una película, aquí tiene un claro significado político: en un momento de gran desconfianza entre la mayoría blanca de Francia y su minoría musulmana, Bouchareb quiere, por un lado, que ambas comunidades vean cómo contribuyeron los árabes a la libertad de Francia y, por el otro, recordarles a los hijos y nietos de inmigrantes del norte de África que tienen su lugar ganado en la Francia de hoy.

»Los franceses tienen que conocer su propia historia», explica Bouchareb. »Y espero que los hijos de inmigrantes sientan que la película les da dignidad, que eso los ayude a perder su actual sentimiento de frustración y les permita caminar con la cabeza un poco más erguida».

Es mucho pedirle a una película de dos horas.

»Sientan orgullo de servir a Francia y Francia se sentirá orgullosa de ustedes», declara un oficial francés en una escena del inicio, cuando se está reclutando a aldeanos argelinos para salvar a la »madre patria». Pronto hacen eso, en una dura batalla por el dominio de las colinas de Provence, combatiendo contra tropas alemanas, pero luego los rechaza una multitud enardecida en el primer pueblo francés que liberan.

El regimiento va hacia el norte por el valle del Ródano hasta Alsacia, que Alemania anexó en 1940. A esta altura, con diálogos tanto en francés como en árabe, Indigènes se concentra en cuatro soldados: Saïd (Jamel Debbouze), un campesino tímido; Yassir (Samy Nacéri), un mercenario; Messaoud (Roschdy Zem) y Abdelkader (Sami Bouajila), un cabo, junto con Martínez (Bernard Blancan) y su sargento de pelotón francés nacido en Argelia.

Ocasionalmente, sale a la superficie la brecha cultural entre estos soldados y la »madre patria»: Abdelkader se queja fuertemente de que »liberté, égalité, franternité» son sólo para los franceses. Pero en la batalla que da su clímax a la película, Saïd, Yassir, Messaoud y Abdelkader deben llevar la bandera por los »indigènes» y por Francia.

»Tuve este filme en mente por 10 años» dijo Bouchareb, que nació en Francia hace 47 años, en el seno de una familia de inmigrantes argelinos. »Quería sobre todo resolver mi propia historia y la de parte de mi familia, como mi abuelo, que luchó por Francia en la I Guerra Mundial, y un tío, que estuvo en el ejército francés en Indochina. Todo esto forma parte de mi historia y de la de Francia».

Aun antes de completar el guión con Olivier Lorelle, Bouchareb contactó a Debbouze, de 31 años, un actor nacido en Francia, descendiente de marroquíes, que fue criado en una familia inmigrante pobre y es ahora el actor más popular de Francia (fue el asistente del almacenero en Amélie , la comedia romántica de 2001 de Jean-Pierre Jeunet). Y cuando Debbouze aceptó actuar en Indigènes como Saïd, parecía garantizado que la película sería taquillera.

Entusiasmado con el proyecto, Debbouze se sumó como coproductor y esto también resultó importante: al ser tan conocido en el norte de Africa como en Francia, esto ayudó a facilitar que unidades del ejército marroquí aceptaran actuar en escenas de batalla cerca de la ciudad de Ouarzazate, al sur de Marruecos. El resto de la película se filmó en estudios en Ouarzazate y en Provence y Alsacia.
Aún más crucial fue el idealismo que rodeó la producción con Debbouze y sus colegas, que compartían con Bouchareb los objetivos de la película: rescatar su propia historia (varios actores principales descubrieron, al acceder a los archivos militares, que también tenían antepasados que lucharon por Francia) y ofrecer un mensaje de reconciliación con la esperanza de aliviar en alguna medida las tensiones sociales, étnicas y religiosas en Francia.

Debbouze está preocupado principalmente por cómo será recibida la película por los jóvenes de extracción inmigrante nacidos en Francia: muchos se sienten excluidos de la sociedad francesa por el desempleo y la discriminación y, como grupo, se los culpa en gran medida por los disturbios del otoño pasado en las banlieues, o suburbios, de París y otras ciudades. »Creo que con esta película se harán más conscientes de su historia» dijo Debbouze. »Tienen una terrible crisis de identidad: no saben de dónde vinieron ni a dónde van. Pero cuando vean que sus abuelos combatieron contra los nazis, que fueron héroes, sentirán que tienen un valor».

Indigènes ya ha tenido un resultado positivo. Después de ver la película en una muestra privada, el presidente Jacques Chirac ordenó que se les pagara a las personas del norte de Africa y a otros extranjeros que pelearon con el ejército francés en la II Guerra Mundial la misma pensión que a los veteranos franceses blancos.

Pero para recordar a los públicos del mundo que Francia y el norte de Africa siguen inseparablemente ligadas, Indigènes ha sido escogida como la candidata de Argelia -no de Francia- para su nominación como mejor film en lengua extranjera para competir por el Oscar.

»¿Y por qué no?», pregunta Bouchareb, que tiene tanto la nacionalidad argelina como la francesa. »Yo soy argelino, al igual que el compositor y algunos actores, y es una coproducción argelina. Se usa el árabe argelino en el film y el francés también se habla en Argelia».

Es cierto. Pero rara vez una película ha sido más claramente dirigida al público francés. Y en este caso, Bouchareb lo hace claramente como francés.