Una gran mayoría de electores han rechazado el tratado constitucional europeo en Francia. Con el 75,83% de los votos escrutados, un 56,43% de los franceses ha votado que No en el referéndum. La participación ha sido muy alta, particularmente en los feudos tradicionales de izquierda, lo que parece haber favorecido al No. En las calles de […]
Una gran mayoría de electores han rechazado el tratado constitucional europeo en Francia. Con el 75,83% de los votos escrutados, un 56,43% de los franceses ha votado que No en el referéndum. La participación ha sido muy alta, particularmente en los feudos tradicionales de izquierda, lo que parece haber favorecido al No.
En las calles de París se vive un auténtica fiesta, y tanto en las concentraciones espontáneas como en diversas páginas de información alternativa se pide la dimisión de Jacques Chirac.
Ni las numerosas reuniones con jefes de Gobierno socialistas europeos, ni la última intervención de Jacques Chirac el pasado jueves parecen haber cambiado el curso de los acontecimientos. Desde mediados de marzo, los partidarios del No supieron aprovechar sus bazas y hacer frente a la política gubernamental. Los partidarios del Sí no han sabido convencer a los electores de las ventajas de una constitución neoliberal, que legitima el capitalismo salvaje y la guerra.
Tras la derrota, y para mantener la calma, los mandatarios europeos harán un llamamiento a mantener el proceso de ratificaciones en los demás Estados miembros, y ello, a pesar de que el siguiente examen será el miércoles en Holanda, donde el triunfo del ‘no’ se da casi por seguro. Ambas consultas serán, en cualquier caso, duras de tragar tanto desde el punto de vista interno como europeo.
El varapalo es importante, muchos países habían ratificado el tratado sin necesidad de referéndum: Austria, Grecia, Hungría, Italia, Lituania, Eslovenia, Eslovaquia y Alemania, así de democrática es la Europa que tratan de crear. En España una consulta tramposa y deslegitimada por la bajísima participación ha servido igualmente para avalar la constitución neoliberal.
No a la renegociacion
Por otra parte, las instituciones europeas se han pronunciado en contra de volver a convocar a los jefes de Estado y de Gobierno para renegociar el texto, puesto que lo conseguido es, hoy por hoy, lo máximo que los líderes actuales de los Veinticinco pueden lograr.
Según afirmó el ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, «si hay un ‘no’, es probable que haya un tratado peor», por lo que «no habrá una constitución mejor». Un razonamiento puramente mercantilista, pues en Francia al menos, hay quien considera que desde luego es mejor quedarse como hasta ahora.
En el caso de que antes de finales de 2006 no se hayan conseguido las 25 ratificaciones, los líderes tienen dos años para «encontrar una solución», según reza el texto constitucional. Una puerta de salida ambigua, aún sin diseñar.
Cita en Bruselas
La primera ficha deberá moverse en el Consejo Europeo de 16 y 17 de junio en Bruselas. La repercusión inmediata del ‘no’ galo será precisamente que mina la capacidad de los líderes para negociar en esa cita, como estaba previsto, el próximo paquete financiero para el periodo 2007-2013.
El panorama ya era catastrófico antes: Alemania y Holanda en contra de seguir siendo grandes contribuyentes netos, Reino Unido que defiende numantinamente su ‘cheque’, Francia que considera intocable el acuerdo agrícola y España que busca un sustancial periodo de transición y los nuevos socios del Este que buscan captar el máximo posible de los fondos europeos.
Con Francia y Holanda fracturadas frente al proyecto europeo, el margen de maniobra se reduce mucho a la hora de las negociaciones más difíciles de la Unión Europea. Sólo un improbable pacto entre Berlín, París y Londres permitiría superar el escollo y no dejar únicamente en manos del primer ministro británico y próximo presidente en ejercicio del Consejo Europeo, Tony Blair, las negociaciones de las perspectivas financieras.
Esta oportunidad es también cada vez menos probable, dado que Schroeder quiere convocar elecciones anticipadas en otoño, y no es probable que un líder casi en funciones y casi en campaña electoral haga concesiones económicas o tome decisiones de calado político.
Tan sólo un año después de la gran ampliación hacia el Este, la quinta de la historia de la UE, la Constitución pretendía continuar la construcción europea desde el punto de vista de su profundización.
El ‘stop’ impuesto por los franceses a sus socios europeos reabre por tanto la discusión sobre el futuro de la Unión Europea.