Después de tres meses de huelga en la universidad francesa -en esta ocasión con mayor protagonismo de los profesores-investigadores- repasamos el movimiento estudiantil francés antibolonia que se inició hace siete años.
Un curso más el movimiento estudiantil continúa en toda Europa su proceso de maduración, consolidando las universidades como centros de crítica y autoorganización. En Francia ya son siete años desde que se iniciaran las protestas contra la Reforma Licence- Master-Doctorat. En aquella ocasión el ‘caballo de Troya boloñés’ entraba en escena, armado con las mismas promesas que hoy observamos en otros países más retrasados en el proceso (como el caso español). Mucho ha llovido desde entonces, años de luchas, agridulces conquistas y derrotas de las que seguir aprendiendo.
El punto de inflexión de este proceso de emergencia del contrapoder estudiantil, fue el movimiento de la primavera de 2006 contra la precariedad, el Contrato de Primer Empleo (CPE). Los estudiantes tomaron el relevo de los jóvenes suburbanos, que meses antes habían hecho arder las periferias francesas. Dado el movimiento asambleario de los estudiantes en más de 80 ciudades y comarcas, se vivieron seis semanas de bloqueos, ocupaciones y otras acciones, con una huelga general multitudinaria cada semana. En el centro del conflicto estaba la degradación de las condiciones de trabajo y de vida que se deriva del modelo neoliberal.
Los estudiantes consiguieron federarse mediante asambleas generales intergeneracionales a muchos sectores precarios que se sumaron a las protestas. Sarkozy (todavía ministro de Interior) salió reforzado tras impulsar una modificación muy parcial de la reforma (que incluía el CPE, pero también la legalización del trabajo nocturno a partir de los 15 años y otros dispositivos de precarización).
El final de este movimiento no tuvo el sabor de alegría victoriosa que muchos quisieron vendernos. La derrota se consolida con el alzamiento del actual omnipresidente un año después, aunque a los estudiantes nos quedó un gran fardo de experiencias, de sonrisas y lágrimas cargadas de buenas relaciones y de redes que siguieron madurando.
Este curso empezaba cargado de rabia: en 2007/08 la movilización de los liceos contra la Ley de Libertades y Responsabilidades de la Universidad (LRU) había terminado sin grandes conquistas. De hecho se anunciaban nuevas reformas que ya hemos analizado recientemente (ver DIAGONAL nº97). Los profesores-investigadores y el personal trabajador de la universidad iniciaron en enero una protesta corporativista contra las nuevas regresiones. El movimiento estudiantil inmediatamente recompuso sus herramientas de movilización (ocupaciones, bloqueo de clases, asamblea general y coordinación nacional semanal). Gracias a colectivos de profesores-investigadores no ligados a los sindicatos, se ha ido quebrando el corporativismo, mediante una creciente radicalización de las reivindicaciones y de las formas de protesta. Tras casi tres meses de huelga, la retirada de la LRU vuelve a estar encima de la mesa y la convergencia de luchas con los diferentes sectores comienza a emerger ante la crisis. A diferencia de la espontaneidad de 2006, en este caso la radicalización progresiva de la huelga universitaria viene dada por un lento proceso de aprendizaje entre profesores y trabajadoras y estudiantes más radicales y autónomos. Está confluencia está dando al movimiento un carácter global y extensivo a largo plazo, a la vez que mantiene los equilibrios que lo hacen posible en la constante inmediatez que les rodea.
Jon Bernat Zubiri Rey es uno de los coordinadores del libro Movimientos estudiantiles: resistir, imaginar, crear en la Universidad.
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