«Sarkozy nos declaró la guerra» dijeron los trabajadores franceses, refiriéndose a las medidas del gobierno y en particular a la reforma de la jubilación, que ha provocado la actual ola de movilización, la mayor desde 1995. En mayo, fue el «socialista» Zapatero quien hacía lo propio, anunciando su plan de ajuste, que iba desde la […]
«Sarkozy nos declaró la guerra» dijeron los trabajadores franceses, refiriéndose a las medidas del gobierno y en particular a la reforma de la jubilación, que ha provocado la actual ola de movilización, la mayor desde 1995.
En mayo, fue el «socialista» Zapatero quien hacía lo propio, anunciando su plan de ajuste, que iba desde la rebaja de los salarios a los funcionarios y la congelación de las pensiones hasta una profunda contrarreforma laboral, a la que ha seguido un drástico recorte presupuestario y la prevista reforma de las pensiones. Estos días, es el gobierno británico el que ha anunciado la destrucción de 500 mil puestos de trabajo en la Administración Pública, un brutal hachazo al «Estado del bienestar» y la reforma de las pensiones. En Portugal, el nuevo plan de austeridad del «socialista» Sócrates ha provocado ya la convocatoria de una huelga general para el 24 de noviembre. A comienzos de año fue la clase trabajadores griega la que se puso en marcha contra los draconianos planes de austeridad decididos en Bruselas y aplicados por el «socialista» Papandreu. En Alemania, Merkel ha anunciado un plan de recortes de 80 mil millones de euros. En Italia, el gobierno Berlusconi impone más de lo mismo. Toda Europa se enfrenta a esta plaga.
La Unión Europea, bajo la batuta del capitalismo alemán y con el aval del FMI, marca los planes de los gobiernos, sea cual sea su «color». Es una verdadera guerra social la que han puesto en marcha. En todos los casos han decidido que el déficit público y la deuda generados por los 700 mil millones dedicados al rescate de los bancos, cuando el sistema financiero estuvo al borde del colapso, lo van a pagar los trabajadores y trabajadoras. Este es el sentido de los Planes de Ajuste que todos los gobiernos están aplicando a las pensiones, los salarios de los funcionarios, los servicios públicos y las prestaciones sociales. Con ello, junto al empobrecimiento masivo, quieren dar entrada de manera masiva a bancos, aseguradoras y fondos de inversión en la gestión y control de los sistemas de pensiones, la sanidad y la enseñanza.
Se trata, ni más ni menos, que de un plan unificado para acabar con las conquistas de la clase obrera europea e imponer un retroceso histórico al nivel de vida y los derechos democráticos conseguidos. No en vano, en muchos Estados de la UE persisten todavía importantes conquistas sociales y democráticas, en medio de un mundo golpeado por el neoliberalismo más salvaje. Derechos como las vacaciones pagadas, salarios decentes, la seguridad social prácticamente universal, los sistemas públicos de pensiones o el mismo derecho de huelga están en el punto de mira de la clase capitalista europea. Acabar con ellos es una precondición para competir con los otros imperialismos por su parte en la tarta del mercado mundial, en medio de una crisis histórica, desconocida desde la Gran Depresión de los años 30.
A partir de esta unidad de todos los gobiernos contra la clase trabajadora, dentro de la Unión Europea se juega otra batalla, entre los que pertenecen al «núcleo duro» y los que quedan fuera. La crisis ha puesto a todos en su lugar: bajo la hegemonía germana, el eje franco-alemán se muestra como el amo indiscutido de Europa, mientras los países «periféricos» como Grecia, Portugal o el Estado español son sometidos a un régimen de «protectorado» económico, sin hablar ya de los países del Este recientemente incorporados a la UE y carentes de toda soberanía nacional. No es otra cosa la nueva «gobernanza económica» europea. Por lo demás, los brutales planes de austeridad arrastran inevitablemente a la recesión y al estancamiento europeo, en el que las propias perspectivas del euro y de la UE están en cuestión.
La respuesta de la clase trabajadora europea
La respuesta a los planes de ajuste, iniciada en diciembre del año pasado por los trabajadores y el pueblo griegos, se ha extendido al conjunto de Europa. Han seguido grandes manifestaciones y huelgas en Italia, Estado español, Portugal, Alemania, los países del Este… Y a la vanguardia de todos, la clase obrera y la juventud francesas que, con un impresionante impulso desde la base y desbordando a las cúpulas burocráticas, han puesto contra las cuerdas al gobierno de Sarkozy, que ha militarizado las refinerías y ha lanzado una represión masiva, con miles de detenidos.
En todos lados, con sus desigualdades, la clase trabajadora y la juventud europea muestran su disposición a la lucha. Esta disposición se enfrenta en todos lados a la burocracia sindical de la CES y de sus organizaciones nacionales, que tratan de bloquear las movilizaciones, de impedir el choque directo de los trabajadores con los gobiernos y con la UE y de cerrar a toda costa el paso a una respuesta unificada de la clase trabajadora europea. A la CES, el sólo planteamiento de una huelga general europea le produce escalofríos. Las cúpulas sindicales en Francia se niegan a centralizar el movimiento y lanzarlo a una huelga general indefinida que reuniría todas las condiciones para lograr la retirada de la de reforma de las pensiones y la caída de Sarkozy. Por el contrario, esperan que el movimiento pierda fuerza y se desmoralice. La dirección de las TUC británicas se niega a convocar una manifestación nacional contra los brutales planes de Cameron, frente a los reclamos de los sindicatos del transporte o la educación. Los dirigentes de CCOO y UGT en el Estado español se niegan a convocar una nueva huelga general, en un vano intento de retomar el «diálogo social». Y así podríamos seguir en los diferentes países…
Pero a pesar de la omnipresente propaganda capitalista machacando una y otra vez la idea de que no hay otra salida que el empobrecimiento y la pérdida de derechos, hay que decir que es posible echar atrás los planes de ajuste con una movilización general que enfrente directamente a los gobiernos y haga confluir las fuerzas de toda la clase trabajadora europea en una respuesta unificada y contundente, rompiendo las barreras que la aíslan Estado a Estado, nación a nación.
Exigimos por lo tanto a las direcciones sindicales de clase obrera de los diversos países europeos que pongan en marcha planes de lucha de combate y consecuentes con el objetivo de derrotar estos planes anti-obreros, en vez de sentarse a negociar con los gobiernos pequeños cambios que no cuestionan el contenido de estos ataques. Les exigimos también que convoquen huelgas generales en sus países y que llamen a una huelga general europea que pueda echar abajo los planes de estos gobiernos, de la UE y del FMI.
Los trabajadores y las trabajadoras europeos hemos entrado en un período histórico en el que estamos enfrentados al enorme reto de derrotar unos planes que, como dicen los compañeros griegos, «quieren devolvernos a los años 50» y de imponer una salida obrera la crisis, abriendo el horizonte de la lucha por la destrucción de la UE y la edificación de unos Estados Unidos Socialistas de Europa.
Imponer una salida obrera a la crisis exige el rechazo rotundo a los planes de ajuste, el reparto del trabajo mediante la reducción de la jornada sin reducción de salarios, el subsidio indefinido mientras los trabajadores no encuentren empleo, la jubilación a los 60 años, la puesta en marcha de ambiciosos y duraderos planes de obras públicas para resolver las grandes necesidades sociales, el fin de la privatización de los servicios públicos y su reversión donde hayan sido privatizados, fuertes impuestos a los ricos, la nacionalización bajo control de los trabajadores de todas las grandes industrias y sectores estratégicos, la expropiación de los bancos para poner los recursos del país al servicio de la reorganización de la economía en beneficio de la inmensa mayoría y el no reconocimiento de las deudas nacionales.
Imponer una salida obrera a la crisis exige hacer frente con la máxima resolución al resurgimiento de las alternativas racistas y xenófobas, detrás de las que se parapeta el renacimiento de la extrema derecha, un arma con la que la burguesía europea comienza a contar para el futuro.
En verdad, lo que estamos viviendo hoy es una guerra social de los patronos y los gobiernos contra los trabajadores/as y los pueblos. Imponer una salida obrera a la crisis exige, por lo tanto, no solo enfrentar los planes sino también a los gobiernos de turno que están haciendo que sean los trabajadores/as los que paguemos una crisis que no es nuestra. Sin combatir directamente a estos gobiernos de la burguesía, sean de la derecha o de la social-democracia, no vamos a lograr echar atrás estos planes.
En ese sentido, esta crisis no ha hecho más que dejar claro y de forma más cruda la barbarie del sistema capitalista que no da otra salida para los que viven de su trabajo que la sobreexplotación y la miseria. Un sistema que va de crisis en crisis, que tiene sus bases más profundas en la explotación del hombre por el hombre, que nos quita la vida y la dignidad haciéndonos trabajar hasta morir, que sustenta el lujo de los de arriba con la destrucción del planeta y de la humanidad. Por eso, para la LIT-CI esta crisis – la mayor desde 1929 – pone al orden del día la necesidad de echar abajo no sólo los planes de los gobiernos sino todo el sistema capitalista.
Avanzar en la reorganización sindical y política del movimiento obrero
Los trabajadores y las trabajadoras, la juventud francesa demuestran una enorme fuerza y, al mismo tiempo, la necesidad urgente de agrupar la fuerza combativa que desde las bases sindicales y la juventud, levante una alternativa frente a unas burocracias que son el principal tapón de la movilización. Esta es ahora mismo la necesidad más urgente a escala de cada país y a escala europea, agrupar a la izquierda sindical y coordinarla a nivel europeo, donde el retraso es todavía mayor.
Todos los pasos en la reorganización sindical son inseparables de la reorganización política, de la lucha por levantar una dirección revolucionaria frente a una izquierda institucional que hace mucho tiempo dejó de ser izquierda para convertirse en instrumento del capitalismo europeo. En esta tarea están firmemente comprometidas las organizaciones europeas de la Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (LIT-CI)
28 de Octubre de 2010
Fuente: http://www.kaosenlared.net/noticia/francia-senala-camino-pueblos-europa-alzaos