La bajeza de la Unión Europea (EU) respecto a EEUU le está pasando factura por los desaciertos mismos. Las sanciones que ha impuesto el gobierno ruso sobre importaciones diversas, entre ellas las agrícolas, están dando un golpe certero a la UE. Y entre otros a la misma Ucrania. Los primeros síntomas ya lo están sintiendo: […]
La bajeza de la Unión Europea (EU) respecto a EEUU le está pasando factura por los desaciertos mismos. Las sanciones que ha impuesto el gobierno ruso sobre importaciones diversas, entre ellas las agrícolas, están dando un golpe certero a la UE. Y entre otros a la misma Ucrania. Los primeros síntomas ya lo están sintiendo: Alemania y Francia se han detenido al respecto, Italia entra en recesión y la tan vitoreada «recuperación económica» no es más que agua entre los dedos. Dichas sanciones que Rusia ha impuesto al sector primario de la economía europea van a suponer unas pérdidas bastante considerables- Se hablan al menos de más de 6.000 millones de euros y esto pone en riesgo unos 125.000 empleos ligados a las exportaciones de alimentos, sino es que más. Hay que añadir los daños potenciales para las empresas proveedoras de artículos y servicios auxiliares, como el transporte.
Pese a que desde los llamados medios de comunicación se está lanzando la versión de que «todo está controlado», de que la Política Agrícola Común ha previsto situaciones de este tipo; la realidad es que el presupuesto de compensación de pérdidas es de al menos 400 millones de euros, lo que supone una cantidad que no llega al 8% del total de pérdidas estimadas. Países como Polonia, Lituania, Finlandia, España, Francia y la República Checa ya han pedido que se aplique el fondo de compensación. ¿Cuánto le va a tocar a cada país?, al menos unos 70 millones ¿Y si en los próximos días hay más peticiones a 60, a 50 a cuanto…? La disposición de Occidente en cuanto a enfrentar a Rusia, creo no fue la mejor de las medidas. Hoy se están viendo consecuencias entre la EU y Rusia. Por el bien de todos decía Kerry hace algunos días: «será mejor no enfrentar al nuevo orden mundial».
Aunado a esto, y como reconoce la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), EEUU, la UE, Canadá, Australia y Noruega -quienes son los afectados por las sanciones rusas- tienen que reorientar y «rápidamente» su producción agrícola y ganadera. Pero la pregunta es ¿hacia dónde iría esa reorientación? ¿Hacia China, un socio estratégico de Rusia en estos momentos y un enemigo potencial en el futuro -para EEUU lo es ya-? ¿Hacia América Latina, un continente multiproductor de diversas frutas y verduras, como distintos tipos carne? ¿Hacia África? La EU se encuentra atrapada y en estos momentos no tiene escapatoria, no tiene mercados a donde acudir -los gringos no pueden sostener esta consecuencia de sus actos-, lo que supone un golpe que puede ser irremediable para diversos sectores.
La decisión del gobierno de Rusia tiene un impacto directo claro al tiempo que unas implicaciones indirectas. El directo: prohibición de importación de fruta polaca, productos lácteos finlandeses y bálticos, pescado noruego… El indirecto: Diversos agricultores entre ellos los franceses ya han dicho que no permitirán la expansión hacia el oeste de la fruta polaca; comienzan los movimientos de protesta en otros países, como en España por ejemplo. A largo plazo, las sanciones que ha impuesto Rusia a los productos agrícolas con una duración de un año, de momento, pueden cambiar la forma de toda la estructura de la producción y el consumo de la EU. No es una afirmación aventurada porque ya, en el corto plazo, se está produciendo una saturación del mercado por algo tan sencillo como que no hay dónde almacenar la producción que iba destinada a Rusia. En otras palabras nadie quiere esos productos…
Recientemente la EU ha anunciado una ayuda de más de 120 millones de euros para la retirada y distribución gratuita de algunas verduras y frutas perecederas; hay que tener en cuenta que se está en plena temporada en algunos productos y no hay planes de almacenamiento ni margen para buscar nuevos mercados.
Los europeos, en una especie de obsesión colectiva, se sumaron a las sanciones que EEUU impuso a Rusia defendiendo, no se olvide, un golpe neofascista en Kiev y pensando que, como suele ser acostumbrado, no habría respuesta. Pensaban que Rusia se iba a ver afectado su Producto Interno Bruto (PIB) y se frotaban las manos con ello. Pero no ha sido así. El PIB también era el indicador que esperaba Rusia y cuando vio que continuaba creciendo, a un ritmo no muy impresionante pero subiendo (el primer trimestre de este año creció el 0’9%, el segundo trimestre el 0’8%), asestó el golpe. Los europeos no tuvieron otra que aceptar el golpe certero que les propino Rusia.
Aunque las sanciones de Rusia apenas llevan más de un mes implementadas ya se puede decir que son el factor determinante para que la EU esté a punto de entrar en una nueva recesión, puesto que se promueven en un momento en que la economía de la EU está en una profunda crisis y asentada en el estancamiento de los gringos. El Ministerio de Finanzas de Alemania semanas atrás publicó su informe mensual en el que reconoce que «la disminución del PIB es probable que tenga que ver con el efecto de las sanciones y los efectos negativos sobre la confianza debido a la crisis de Ucrania». Y añade que «si la crisis de Ucrania no se agrava más y no se imponen más sanciones más graves es de esperar que la actual desaceleración económica sea sólo temporal». ¿A qué se está refiriendo? Pues al suministro de gas y petróleo que le llega de Rusia. La producción industrial de Alemania ha caído el 0’2% y una recesión en este país golpearía no sólo al sur de Europa (España, Portugal y Grecia especialmente) sino también a su más cercana influencia: República Checa, Hungría y Polonia.
Luego he aquí una de las razones por las que la EU se ha tentado la ropa con los ataques a la decisión rusa de enviar un convoy humanitario a Luganks. No se ha pasado de la crítica verbal porque la EU no puede ir más allá. Hacerlo equivaldría al haraquiri como ente político y económico. ¡Y está muy cerca de ello!
El informe también añade que «otras tensiones geopolíticas», que no se especifica aunque es de suponer que se refiera a la confrontación de EEUU y China y a Oriente Próximo y Medio, y «el débil desarrollo económico en la zona euro han contribuido a la contracción de la zona euro». Más claro no canta un gallo.
A la recesión de Alemania, o «ralentización» como han dicho los alemanes, hay que sumarle que Francia ha visto cómo se reduce su producción industrial y lo mismo ha ocurrido en toda la EU (el 0’3% en la zona euro y el 0’1% en el conjunto de la EU). Es evidente que el golpe asestado por Rusia ha arrasado el discurso de la recuperación y la situación económica de la EU ha demostrado ser demasiado frágil para resistir impactos externos y tensiones geopolíticas. Al mismo tiempo están comenzando a conocerse encuestas donde se refleja el sentir popular y en Alemania, por ejemplo, el 46% de la población se opone a las políticas de Bruselas y Bonn con respecto a Ucrania y Rusia porque están viendo los colmillos al oso. Los sindicatos consideran que se pueden perder alrededor de 21.000 puestos de trabajo y eso desgastaría de forma considerable al gobierno de coalición que mantienen los cristianodemócratas y socialdemócratas puesto que éstos se verían muy presionados por los sindicatos, que fueron su gran apoyo en las pasadas elecciones. Pero no es sólo esta cifra la que asusta. Economistas críticos elevan esa cifra de posible pérdida de trabajo a los 400.000. Dicho sea de paso este número corresponde al número de personas que trabajan en empresas ligadas con el comercio con Rusia. Estas empresas no sólo son agrícolas y ganaderas.
Esta es una de las razones por las que Alemania, junto a Francia, está intentando casi con desesperación algún tipo de acuerdo entre Rusia y Ucrania que permita salvar la cara a la EU por su apoyo al régimen neofascista de Kiev. Francia ve cómo también desciende su producción industrial, aumenta el paro, el PIB está en números muy cercanos a la recesión y se ve envuelta en una costosa maquinaria colonial-militar en África, además de haber sido sancionado uno de sus principales bancos y sufrir una constante amenaza su industria militar por los acuerdos con Rusia. En la segunda parte hablaré un poco más de esto.
No son los únicos países que están pasando apuros por la negligencia neoliberal. Siguiendo sólo con el índice laboral, Polonia va a perder al menos unos 23.000 empleos, Francia, España e Italia 10.000 y así hasta los más de 125.000 que estimaba la consultora danesa. Sin embargo, la única reacción hasta el momento ha sido la de Finlandia, que ya ha dicho que no se va a sumar a la postura de sanciones de la EU y que se desvincula de la decisión comunitaria porque «la cooperación con Rusia es, sin exagerar, una cuestión de supervivencia económica». Quien dice esto no es un cualquiera, sino el propio primer ministro. No en vano, Rusia supone el 10% del comercio exterior de Finlandia y el 25% del total de las exportaciones de alimentos va para Rusia. Si Finlandia se sumase a la postura de la EU sería, literalmente, un suicidio. La oportunidad creo es de América Latina.
Rusia propuso un programa de desarrollo mutuo, un área de desarrollo general con un régimen comercial preferencial desde Lisboa a Vladivostok. Esta propuesta fue despreciada por la EU y, en cambio, apostó por la Asociación Trasatlántica de Libre Comercio. Por lo tanto, es mucho pedir que los plutócratas de Bruselas hagan alguna autocrítica respecto a su seguidismo y vasallaje con EEUU, pero lo primero que tendrían que replantearse es la propuesta estadounidense de crear la ATLC. Si estuviese ya en vigor, la UE habría quedado atrapada como un insecto en una tela de araña y si no cambia de táctica política, el enfrentamiento con Rusia más pronto pueden llegar las complicaciones políticas a nivel interno y externo. Una de ellas, el fortalecimiento del euro escepticismo y los sentimientos antiestadounidenses. Otra, el debilitamiento del euro en paralelo al declive del dólar. Sobre ésta última volveré en la segunda parte.
Las revueltas de agricultores, aún pequeñas y más bien simbólicas, están siendo aprovechadas por los plutócratas de Bruselas para amenazar a otros países con su habitual política amenazadora. La UE ya está recurriendo a sus habituales tácticas de presión política con los países que considera más débiles. Es el caso de América Latina. Ya ha habido amenazas nada veladas sobre que América Latina no debe aumentar sus suministros de alimentos a Rusia para cubrir el déficit que se genera con las sanciones a los alimentos europeos, estadounidenses, canadienses y australianos.
La neo-lengua de la burocracia de la UE dice que está «negociando» con los países latinoamericanos para «federar» al mayor número posible de ellos a fin de presionar a Rusia. Estos señores no tienen remedio. Olvidan que 19 países, de los 42 que componen América Latina y el Caribe, o votaron con Rusia o se abstuvieron cuando en la Asamblea General de la ONU se votó sobre la anexión de Crimea. Y son estos países, precisamente, los que más interés tienen en suplir a los productos occidentales en Rusia. El argumento de Bruselas es curioso: dice que no es adecuado tratar con un socio «poco confiable» como Moscú y que «sería un error» que los países latinoamericanos «sacrificaran una relación económica ya extensa por beneficios a corto plazo». ¿En verdad que opinión le merece todo esto estimado lector? ¿Será que el viejo mundo está condenado a pagar todo lo que le arrebató a Latinoamérica?
Hay que hacerse otra pregunta: ¿hay algún atisbo de inteligencia en la UE? El comportamiento es claramente colonial y estúpido. Hay gente que no cambia y la única forma de que lo hagan es a estacazos. América Latina perdería el tren de la historia si no aprovechase la oportunidad, máxime teniendo en cuenta que no hace mucho tiempo, sólo un par de meses, tanto Putin como el presidente chino Xi Jinping realizaron una gira por el continente y en ella ambos, pero sobre todo Putin, hablaron de la cuestión comercial. Si esta oportunidad de subirse al tren de la historia del nuevo orden mundial con estos nuevos y justos socios comerciales, Latinoamérica estaría regresando a los años 50 donde inventaron el terror del comunismo y nos asustaban con el viejo fantasma de cuidado ahí vienen los rusos. Creo es una oportunidad de emprender negociaciones con estos países y darles un escarmiento a todos los neoliberales fascista que han rondado por estas tierras tratando de ser buenos, cuando son todo lo contrario. Es mejor apostar por el nuevo orden multipolar que proponen los BRICS y emprender un nuevo mundo donde todos estemos tomados en cuenta. La oportunidad esta ahí, depende de nosotros ser sujetos y no objetos de este nuevo orden económico mundial. Continuará…
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