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Gran Bretaña y la protesta social

Fuentes: The Guardian

1 ¿Por qué no podemos protestar contra los recortes como los franceses?   Hace unos años, el presidente francés Nicolas Sarkozy declaró a un entrevistador que él conocía a los franceses mejor que la mayoría. Hoy admiraban la belleza de su esposa; mañana querrían cortarle el cuello a él. Todavía no han llegado a tanto, […]

1 ¿Por qué no podemos protestar contra los recortes como los franceses?  

Hace unos años, el presidente francés Nicolas Sarkozy declaró a un entrevistador que él conocía a los franceses mejor que la mayoría. Hoy admiraban la belleza de su esposa; mañana querrían cortarle el cuello a él. Todavía no han llegado a tanto, pero los franceses -estudiantes y trabajadores, hombres y mujeres, ciudadanos todos- se han echado de nuevo a la calle. ¿Un aumento de la edad de jubilación? Imposible. Se levantan barricadas, se agotan las reservas de combustible, adelgaza la frecuencia de trenes y aviones, y siguen aumentando las protestas. Más de tres millones de personas hace una semana. Cientos de miles esta semana y más que se esperan este fin de semana. Y qué gozosa visión: los estudiantes escolares se manifiestan en defensa de los derechos de los ancianos. Si hubiera una Guía Michelin de las Grandes Protestas, Francia todavía estaría en la cumbre con tres estrellas, y Grecia le seguiría muy de cerca con dos.

Vaya contraste comparado con las acciones planeadas por las medrosas organizaciones sindicales inglesas. También entre nosotros crece la ira y el rencor, que trata, con todo, de recuperar una burocracia petrificada. Se ha preparado una protesta ritual, en buena medida para demostrar que están haciendo algo. Pero, ¿es esto mejor que nada?

Tal vez, no estoy del todo seguro. Pero hasta estos tímidos intentos de reunir apoyos contra las medidas de austeridad son excesivos para el amado líder Ed Milliband, al que no veremos acudir a las protestas. La podredumbre del «blairismo» ha calado hondo en el laborismo. La aplastante derrota de la primavera pasada podría haber producido algo mejor que esa panda que constituye su dirección política. [Ed] Balls el bulldog [dirigente laborista] podría haberse lanzado a la yugular, pero ha sido neutralizado. En lugar de eso, la nueva dirección política parece desesperada por demostrar que podría fácilmente formar parte de la coalición, y no sólo en lo referente a Afganistán.

También aumentan el resentimiento y la ira en Inglaterra, pero no hay hasta ahora mucho más. Podría cambiar. La epidemia francesa podría extenderse, pero no sucederá nada porque venga de arriba. Jóvenes y viejos lucharon contra Thatcher y perdieron. Quienes le sucedieron se aseguraron de que las derrotas que ella infligió quedaran institucionalizadas.

Este es un país que carece de oposición oficial. Hace falta una sacudida extraparlamentaria, no sólo para combatir los recortes sino también para realzar la democracia que en este momento se destina a promover los intereses empresariales y poco más. Rescates para los banqueros y los ricos, un volumen obsceno de gasto en defensa para librar las guerras de Washington y recortes para los menos favorecidos y los pobres. Un mundo patas arriba establece sus propias prioridades y son éstas las que hay que contestar. Estas islas tienen, al fin y al cabo, un pasado radical que no se enseña en los módulos de historia que se ofrecen. Vista la incapacidad del parlamento oficial de satisfacer las verdaderas necesidades, por qué no convocar las asambleas regionales y nacionales con una carta social por la que luchar y que defender, tal como Shelley aconsejaba hace ahora algo menos de dos siglos:  

Vosotros que sufrís penas indecibles

O sentir o ver

Vuestro país perdido, comprado y vendido

Al precio de sangre y oro.

[. . .]

Alzaos como leones tras la somnolencia

En número invencible,

Echad a tierra como rocío vuestras cadenas

Caídas sobre vosotros en el sueño.

Sois muchos, ellos sólo unos pocos.

2 ¿Qué hubo luego? Protestas estudiantiles

Un amigo de Francia, viendo las manifestaciones estudiantiles de Londres en una página inglesa en la red, me escribe un correo: «(…) al contrario que en Francia, no hay una memoria tribal, institucionalizada de la lucha donde os manifestáis. ¿Convierte eso este momento de Gran Bretaña en algo más feroz e impredecible? Pensaba yo, viendo la página, que tal vez pudiera ser el caso. No hay recuerdo de una revolución en la Gran Bretaña moderna, pero queda memoria histórica de lo que hicieron los estudiantes en 1968, una memoria que mantienen viva imágenes, canciones y libros, y queda también la memoria de lo que fue la rebelión contra el poll tax (el impuesto de capitación), que supuso otro tanto en el caso de Thatcher.

Mezclar vinos añejos y jóvenes siempre es un error (el Château Thatcher 1979 con el Nouveau Blair de 1997, o el Cameron-Clegg de 2010 en botella de plástico). El viejo saber y el nuevo, sin embargo, se mezclan admirablemente bien. Eso fue lo que experimentamos el 8 de diciembre de 2010. Se percibe en el aire una nueva atmósfera, una ira que funde la nieve. Todos saludan a los nuevos y jóvenes estudiantes decembristas que desafiaron a un gobierno complaciente y a la vez dispararon unas cuantas salvas a la oposición y sus cobistas de los medios de comunicación, todos los cuales se recuperan toavía de una resaca paralizante, a consecuencia de haberse de haber trasegado demasiado Nouveau Blair.

Los decembristas ocuparon, cantaron, escribieron -en blogs, en Facebook, en Twitter- y se manifestaron para mostrar su desprecio por los políticos mentirosos. El Príncipe de Gales y su consorte tuvieron ocasión de verlo de cerca, algo muy distinto de la adulación a la que están acostumbrados. Fue este movimiento el que otorgó valor a una mayoría de los parlamentarios liberal-demócratas de Clegg y Cable para votar en contra, abstenerse o ausentarse de los Comunes en esa fatídica jornada. Las hogueras encendidas en la Plaza del Parlamento para calentar a los decembristas acorralados también eran simbólicas, pues el acaloramiento le quema ahora una coalición que se pudre y que bien pudiera no concluir una legislatura que se prometían tan feliz. Ese Cameron de rostro impávido ya no puede jactarse ante sus colegas europeos de que su país es un Guantánamo político-económico en el que vale todo. Ya no.

Las tasas de enseñanza se aprobaron, pero son los decembristas los que se han asentado en un plano moral y políticamente superior. ¿Qué va a pasar ahora? El estamento político esperará que la animación navideña y el irse endeudando fácilmente a base de descubiertos bancarios permanentemente en oferta acabará por minar la energía de los estudiantes. Con la experiencia que me da haber hablado en unas cuantas ocupaciones y haber charlado en la calle, yo diría otra cosa. He notado una determinación férrea por parte de muchos estudiantes escolares y universitarios que se han dado cuenta de repente de que forman parte de algo más grande. Al luchar por ellos mismos luchan por los intereses de la sociedad en su conjunto, una sociedad que ya ha tenido bastante de privatizaciones y desregulación con los servicios públicos encadenados a iniciativas de financiación privadas (PFIs), con un sistema ferroviario cuyas tarifas están permanentemente por las nubes, una sociedad en la que el beneficio es rey, no importa lo que le cueste al país.

Y así, ha de continuar la lucha, de modo que los trabajadores del sector público a los que van a echar como si fueran comida enlatada pasada de fecha saquen, espero, ánimo de los acciones de los jóvenes decembristas. Tal como escribió el poeta alemán Bertolt Brecht en uno de sus últimos poemas:

¿Significa esto pues que hemos de conformarnos

Y decir «así es y siempre así ha de ser»

Y desdeñar el vaso rebosante por lo que ya se ha vaciado

Porque hemos oído que es mejor estar sedientos

Quiere esto decir por tanto que hemos de sentarnos aquí tiritando

Pues no se permiten huéspedes sin invitación

Y aguardar a que los de arriba sigan considerando

Qué penas y alegrías nos van a dispensar?

Mejor, creemos, sería alzarse con ira

Y no andar nunca sin el menor placer

Y, teniendo a raya a quienes traen dolor y hambre,

Arreglar el mundo por vivir en él para nuestro solaz.

Tariq Ali es miembro del consejo editorial de Sin Permiso. Su último libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power [Hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid, 2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

Fuente: http://www.guardian.co.uk/politics/2010/oct/19/protest-against-cuts-french http://www.guardian.co.uk/lifeandstyle/2010/dec/27/student-protests-demonstrations-new-politics?INTCMP=SRCH