El pasado 26 de noviembre nos enteramos de la iniciativa de que el programa Gran Hermano divulgase la Constitución Europea. Iniciativa, según se dijo, de su directora, Mercedes Milá, quien contaba con el visto bueno de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Ahora leemos en La Vanguardia que, a partir […]
El pasado 26 de noviembre nos enteramos de la iniciativa de que el programa Gran Hermano divulgase la Constitución Europea. Iniciativa, según se dijo, de su directora, Mercedes Milá, quien contaba con el visto bueno de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Ahora leemos en La Vanguardia que, a partir del 7 de enero, personajes públicos como Emilio Butragueño, Johan Cruyff o actores de las series Aquí no hay quien viva o Los Serrano, aparecerán en televisión leyendo artículos de la Constitución. Según el gobierno es el formato de la explicación «aséptica» del contenido del tratado. Mientras tanto, leo testimonios como el de un ciudadano que tras recorrerse «nueve librerías madrileñas, entre las que se contaban seis especializadas en textos jurídicos» y la sede en Madrid de la Comisión Europea en Madrid (en el Paseo de la Castellana 46), no pudo encontrar el texto de la Constitución (1). O el caso de Guillermo Sánchez (2), que se dirigió a los ministerios de la Presidencia, de Asuntos Exteriores y de Justicia de España, donde sólo le sugirieron que la tomara de internet. Parece que en el modelo vigente de información y de participación política en nuestro país, debemos ver Gran Hermano o esperar a que en televisión salga el futbolista Butragueño para poder tener acceso gratuito a la Constitución.
Las democracias no son solamente la posibilidad de poder votar, hacen falta mecanismos de información ciudadana, de debate, de participación. Un sistema que fundamenta el conocimiento de una constitución en su difusión por un programa de telebasura o en la contratación de futbolistas y actores de teleseries es un sistema podrido. Quizás es hora de que comencemos a pensar en que no estamos ante deficiencias en el sistema del funcionamiento de las instituciones, sino ante un modelo político invalidado. Ese ha de ser el principio político a partir del cual debemos comenzar a pensar en que hace falta no mejorar nuestra democracia sino implantarla. Lo que hay ahora no tiene nombre.
(1) Constitución Europea: La aventura de informarse
Dakota (17-12-2004)
(2) Sobre el intento, hasta ahora infructuoso, de conseguir un ejemplar impreso de la Constitución Europea
Quiero una Constitución Europea
Guillermo Sánchez Vicente (22-12-2004)