El 29 de junio de 2011 se produce una amarga derrota para la idea de democracia europea en general y, particularmente, deja a Grecia de rodillas frente al Fondo Monetario Internacional (FMI), quien está operando como cabeza de puente de los agentes del sistema financiero para comprometer a la banca oficial en la Europa unificada. […]
El 29 de junio de 2011 se produce una amarga derrota para la idea de democracia europea en general y, particularmente, deja a Grecia de rodillas frente al Fondo Monetario Internacional (FMI), quien está operando como cabeza de puente de los agentes del sistema financiero para comprometer a la banca oficial en la Europa unificada. A pesar de que en la cultura política griega hay un alto nivel de violencia y conflicto, lo que se vio ultrapasa unos simples enfrentamientos con manifestantes revueltos. Lo espantoso y calamitoso es un gobierno de centro-izquierda (del PASOK) electo (uno más de entre tantos) para frenar la «crisis», que termina sirviendo como ariete de los financistas contra los derechos de las mayorías, significando para sus electores algo dramático, una puñalada por la espalda, una traición profunda. Grecia, España y Portugal despiertan asustadas del sueño de prosperidad europeo, sostenido por el Euro, Alemania y Francia y retornan al sur del mundo, de donde en teoría habrían salido hace más de treinta años.
En el Viejo Mundo, la llamada crisis de las subprimes, o como dicen los manifestantes del 15-M español, » la estafa con nombre de crisis», retoma el concepto del «Sur de Europa», o Semiperiferia. Hay algo en común entre España, Portugal y Grecia, además de haber sido los últimos países europeos en realizar la transición a la democracia representativa y haber recibido enormes fondos de la Unión Europea. Estos tres Estados perdieron cualquier capacidad de decisión soberana sobre sus propios recursos y destinos, condicionando así las aspiraciones de sus mayorías democráticamente ejercidas a un juego de «haz de cuenta que». Gobierno que entra o gobierno que sale, y a partir de los convenios y paquetes firmados con el FMI, dejan un mínimo margen de maniobra a los nuevos ejecutivos y bloques parlamentarios de sustentación.
Como siempre ocurre, la noción de orden previamente establecid o, aún siendo fantasiosa, da un sentido tranquilizante a la mayoría. Pero, en aras de la verdad, «en economía la mayoría siempre se equivoca». La frase no es nuestra, es simplemente de John Kenneth Galbraith, economista muy citado y cuyo pensamiento poco se encuentra en las publicaciones especializadas. Esta cita está en la columna de la respetada economista Amparo Carretera, en el periódico español de centro-izquierda Publico.es. Finalmente, no se trata necesariamente de una publicación de economía política crítica y mucho menos autogestionaria. Es sólo un esfuerzo más contra la marea de desinformación sistemática oriunda de la fábrica de sentidos (o mentiras) de la bestia financiera. Porque lo que hubo en la economía europea no fue el exceso de gasto público como garantía de un mínimo del Estado de Bienestar Social, co-existiendo en un mundo de Globalización Capitalista bajo presión de los países de la G-20 (liderados por China). La diferencia de la estafa de los fondos de inversión y la burbuja inmobiliaria de los EUA, en Europa fue que el sistema financiero formal que entró en la ruleta rusa del casino especulativo. La contaminación de bancos de cuentacorrentistas y ahorristas, llevó a los líderes europeos a convocar a una política «salva bancos», retirando dinero de los tesoros nacionales y aumentando el endeudamiento público como garantía de que los mayores bancos no quebraran. Como el sistema financiero de moneda única es subordinado al Banco Cenntral Europeo, este ejecuta acuerdos supra-nacionales, forzando «políticas de austeridad» como garantía de pago de las deudas de los Estados, manteniendo así el flujo de dinero público hacia el sistema financiero. Como se dice en la jerga de los críticos de la derecha financiera (ideológicamente vinculada al mundo de las finanzas y especulación sin lastre), «la bestia está cada vez más hambrienta». `
Al contrario de lo pregonado por los voceros del sistema, y repetido en decretos sin fin en las redacciones y facultades de economía, el problema de fondo no reside en la reducción de los gastos públicos, y sí en la lucha por hacerse dueños de su capacidad de endeudamiento. Como nos explica el economista de línea crítica keynesiana, Vincenç Navarro (www.vnavarro.org), en el neoliberalismo el Estado no es un problema y sí la solución, como fuente casi inagotable de financiación y proseguimiento de la deuda. Es exactamente el término de subordinación, sujeción colectiva, que fue recién votado en Grecia (en el Parlamento, «fabricando salchichas» cómo se dice en la jerga del medio) y antes quiso imponerse en Islandia y fue rechazado. Tiene una diferencia. En la «tierra del frío», la población fue a plebiscito y se decidió por no pagar las deudas con el sistema financiero que allá operaba y que llegó al punto absurdo de generar moneda. Los griegos rehicieron el ágora democrática a base de palos y piedras mientras los parlamentarios, una vez más, traicionaban la representación soberana de los ciudadanos. En Islandia la amenaza de la bestia se cumplió. Los bancos europeos reaccionaron e hicieron una gritería, afirmando que el capitalismo corría un riesgo sistémico. La verdad, dura y cruda, es que son los mayores bancos de Europa los causantes de la crisis, los beneficiados de la estafa y los grandes interesados en la implementación de los «paquetes de austeridad», garantizando en cuanto la aplicación de impuestos y más impuestos de estos Estados sobre sus pueblos, sea la garantía de pago de la deuda para con los propios bancos.
Grecia es el típico ejemplo de un gobierno títere, asesorado por un lobo que está cuidando el gallinero. Explicamos. En el gobierno anterior del Partido Conservador (ND), el Ministerio de la Economía tuvo como «consultores» a los ejecutivos de Goldman Sachs, la misma empresa de fondos de riesgo que había producido enormes huecos en la caja de los EUA, además de indicar al último secretario del Tesoro de Bush Jr, Henry Paulson, ex-ejecutivo de la Goldman Sachs y uno de los campeones mundiales en recibir «¡bonos de productividad!». El Estado griego, de tan bien asesorado que fue, maquilló sus balances (tal y como lo hizo la empresa Enron, la primera gran estafa en la era de los papeles podridos) y aumentó su deuda más allá del acuerdo europeo (60% de endeudamiento y 3% de déficit público). El agujero sin fin fue ensanchado en las obras para las Olimpíadas de 2004 y, simultáneamente, en operaciones criminales de swap cambiaria, cuya aleatoriedad era ninguna y el Banco Céntral Griego acababa pagando más de lo que podía a los apostadores de la ruleta digital. La deuda creció exorbitantemente. Ahora, que no tiene más como seguir postergando el asunto, el Banco Central Europeo (BCE) ofrece el beso del vampiro a través del FMI, aunque es el mismo que instauró el absurdo corralito al final del gobierno De la Rúa, que resultó en la rebelión piquetera, en el cacelorazo y su derrumbe a través de una poblada a los gritos del lema: «que se vayan todos!».
Estos datos -irrefutables- justifican la tesis que de la subordinación colectiva, donde los Estados Nacionales adoptan las políticas que benefician a los bancos y aceptan ser «asesorados» por banqueros. Los Estados Soberanos dejaron de ser soberanos, por cuenta de su nivel de endeudamiento, implicando en la pérdida aún mayor de la ya poca soberanía popular a través del voto y otros mecanismos de democracia indirecta. Ellos son dependientes del crédito de los banqueros, que usan tal poder para imponer políticas a los Estados. Basta imaginar el poder de chantaje que un gran conglomerado puede hacer al decir… «¡no compro más sus títulos para postergar e ir pagando la deuda soberana!» Eso ocurrió en sucesivos ataques contra monedas de países-blanco, desde el Efecto Tequila (1994 y 1995), pasando por la crisis de Rusia (1998, 1999) y ahora después de la quiebra de 2008. Actualmente los bancos son socios del Estado, fenómeno este ya antes verificado en las monarquías absolutistas y en Ciudades-Estado como Venecia y Florencia.
Cualquier semejanza con la rebelión griega no es ninguna coincidencia. De forma casi sin interrupciones, los griegos están en las calles desde octubre de 2008. En la ocasión, el asesinato por la policía de un joven libertario en una manifestación nocturna, encendió una llama en una juventud marcada por la alta calificación en los estudios formales y casi ninguna perspectiva de empleo e independencia financiera. Al largo de 2010, después del ataque planeado contra la moneda griega, acto este que ocurrió en febrero de 2010 en una reunión informal de mega especuladores (big shots) de las finanzas en escala mundial, se sumó a la rebelión de la juventud marcada por aspectos de la contracultura antiautoritaria, el esfuerzo organizativo de los sindicatos de aquel país. El resultado son huelgas generales continuas y la no legitimidad del gobierno del Pasok (centro-izquierda, de la misma línea del PSOE español) que intenta empujar el acuerdo con el FMI garganta abajo a través de mayoría parlamentaria conseguida en un acuerdo con la extrema derecha.
En España, a partir de 15 de mayo del corriente año, una parcela significativa de la juventud española (hasta 30 años de edad), convoca campamentos en las plazas, boicoteando la política oficial y no participando en las elecciones municipales. En este pleito, surge la típica paradoja de la democracia representativa. El Partido Popular (mixtura de post-franquismo con neoliberalismo salvaje, co-representado por el grupo mediático Intereconomía) tiene una victoria arrebatadora, galvanizando el voto de protesta contra las vacilaciones de José Luis Rodríguez Zapatero y su tardanza, tanto en tomar medidas contra la estafa bancaria (repito, llamada «crisis» por los supuestos especialistas), como en disminuir la fiesta, la orgía de los gastos públicos, aumentando la política de pan y circo, a través del consumo cultural de masas, el fútbol enriquecido y el ocio en ancha escala.
El fraude con nombre de «crisis», sus mecanismos de desinformación
Es hora de llamar los economistas neoliberales (tanto los de la escuela austriaca como los tributarios de Chicago) a la pelea intelectual, sacando las dagas e iniciando el duelo. Cualquier economista político de mediana capacidad desmiente estas premisas seudo-científicas, que nada más son de modelos doctrinarios con concepción ya previamente designada. Tanto la lectura del ya citado español Vincenç Navarro, como del profesor de la PUC-SP, Ladislau Dowbor (www.dowbor.org) en sus excelentes ensayos «La crisis financiera sin misterios» y «Manifiesto por una Democracia Económica», bastan para comprender los mecanismos de la estafa que los medios «especializados» (como The Economist, o Intereconomía de España) bautizaron de «crisis», como para interpretar las formas de discurso que busca re-legitimar los pactos entre Estados a través de los intereses de los bancos y los fondos de inversión.
Vale observar una vez más el fenómeno de la desinformación estructural, implicando en los sentidos masificados por los medios corporativos y a favor de la globalización transnacional capitalista. Aún no siendo científicamente comprobado, sabemos que el término crisis es el más evidente, y que no queda tan nítida para el lector, sobre lo que se sostiene la tesis de que en verdad no existe una crisis. La media de las personas está convencida de que la «crisis» existe y simplemente, afirmar que eso es una invención de algunos agentes manipuladores, parece insuficiente. Reconocemos que es necesario algo que justifique o explique eso, alguna evidencia. Este concepto del «fraude con nombre de crisis» puede ser afirmado a partir del postulado de que es imposible que haya equívocos entre agentes con experiencia y fuerte posición de mercado, cuando estos mismos agentes son detentores de información perfecta. Estos son los causantes de los fraudes a escala global, cuya cuenta no cierra y compromete a todo el sistema financiero, y termina por ahogar los cajeros nacionales, o supra-nacionales, como en el caso de la Europa unificada. Estos son los causantes de la «crisis», los mega-especuladores, los defraudadores, cuyas posiciones iniciales terminan por generar el comportamiento de manada en los demás especuladores y agentes con menor poder de chantaje y negociación.
La «cara dura» es tan grande que el próximo presidente del Banco Central Europeo ya trae consigo la marca de la derecha financiera. El italiano Mario Draghi, que irá a asumir en el inicio de 2012, es un operador de las privatizaciones de estatales italianas, incluyendo la muy conocida en el Brasil lucha intestina por el control de la Telecom Italia, que tiene consecuencias en la disputa de control por la Brasil Telecom contra el Citigroup, teniendo como fiel de la balanza y voto de Minerva en la composición accionaria a nada menos que el Opportunity, en la figura de Daniel Dantas. Además de eso, Draghi es simplemente un ex-alto ejecutivo de la Goldman Sachs, empresa de fondos de inversión de riesgo cuyo ADN contiene uno de los mayores fraudes en papeles y activos de la historia mundial, cuyo operador principal fue Henry Paulson. Esta es otra evidencia para exponer la tesis de dependencia de los Estados al sector financiero privado o para-estatal. El poder de esos agentes es tanto que ellos escogieron al presidente del BC europeo.
¿La Europa del Sur es la América Latina de ayer?
La situación de Portugal, España y Grecia es peor que la de los países de la América Latina en algunos aspectos. El hecho de estos países no tengan la soberanía del dinero, no puedan desvalorizar su cambio, sólo profundizará el sufrimiento de esos pueblos. En un momento como este, un país que manda en su moneda puede recurrir a una devaluación. Así, con esa devaluación, se redefinen los precios dentro del país y se compensa la ineficiencia productiva de éste. De este modo, en un momento de caída de la demanda (familia, gobiernos -central y sub-nacionales- y empresarios, paran de gastar e invertir) la demanda externa puede alivianar la situación. Es preciso recordar que, para estos países, la adopción del Euro fue dolorosa, pues los ciudadanos sintieron la pérdida en el realineamiento de los precios, siendo todo redondeado para arriba, menos los salarios. Algo muy parecido a los primeros años de la adopción del Plan Real en el Brasil, cuando salimos de la «estanflación» (estagnación económica con inflación galopante), para la estagnación con la economía estable. En suma, hicieron a un pobre griego usar una moneda del nivel de Alemania, cabiendo a este último pagar la mayor parte de la cuenta de Europa entera.
No sólo estos países están contra la pared, Italia, por ejemplo, entra en el mismo problema. Esto puede generar efectos de profundización del problema, llegando al conjunto de la Unión Europea, comprometiendo, por motivos de interdependencia, una gran parcela de la economía mundial. Nunca es demasiado recordar que el mecanismo de concentración y empobrecimiento, además de matar personas, después de mucho tiempo, puede llegar inclusive a alcanzar a una parte de los propios bancos. La solución Keynesiana de «gasten y endéudense con intereses bajos», ya fue aplicada. Y ahora restan pocos instrumentos para recuperar la salud de la economía.
En esta situación desesperanzadora, con Europa al borde de un ataque de nervios, es donde verificamos los reales límites de la democracia representativa y de la unificación a través de mercados, no conformes con las promesas tanto de Bienestar Social ni con el ejercicio soberano de la voluntad de las mayorías. Los gobiernos de Portugal, España y Grecia están delante de un túnel del tiempo, retrocediendo al periodo en que en la América Latina, el FMI dictaba las reglas y el Poder Ejecutivo de nuestros países operaba como títere de este organismo multilateral.
Pero, como siempre hay esperanza y esta viene desde abajo. A la vez, la democracia se reinventa en las plazas de las mayores ciudades españolas y en las calles de Grecia.
Bruno Lima Rocha (politólogo radicado en el sur de Brasil)
[email protected] – www.estrategiaeanalise.com.br
Fábio López López (economista radicado en el sureste de Brasil)
Publicación Barómetro 11–07-11
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.