Tras días de intensas negociaciones los dos principales partidos griegos, el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) de Yorgos Papandréu y el conservador Nueva Democracia (ND) de Antonis Samaras, consiguieron ponerse de acuerdo ayer sobre quién será el nuevo primer ministro de Grecia. El nombramiento se demoró debido a las reticencias de ambos líderes con respecto a […]
Tras días de intensas negociaciones los dos principales partidos griegos, el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) de Yorgos Papandréu y el conservador Nueva Democracia (ND) de Antonis Samaras, consiguieron ponerse de acuerdo ayer sobre quién será el nuevo primer ministro de Grecia.
El nombramiento se demoró debido a las reticencias de ambos líderes con respecto a las exigencias planteadas por el candidato, que finalmente será el economista Lucas Papademos y se encargará de dirigir el gobierno provisional hasta la convocatoria electoral, según informó un comunicado hecho público por la presidencia de la República.
El nombre de Papademos, que ya apareció como primer ministro en portadas y titulares del miércoles en numerosos medios influyentes, era el preferido por la Unión Europea y los acreedores internacionales y sus condicionantes se ajustaban a lo impuesto desde Bruselas. Entre otros, su compromiso por escrito de efectuar los cambios necesarios para implementar lo acordado en la cumbre de lo eurozona del pasado 26 de octubre y, con posterioridad, conducir al país a unas elecciones generales anticipadas cuya fecha más probable es el 19 de febrero.
Lucas Papademos, de 64 años de edad, estudió en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), donde obtuvo una licenciatura en física en 1970, una maestría en ingeniería eléctrica en 1972, y un doctorado en Economía en 1978. Fue profesor de economía en la Universidad de Columbia desde 1975 hasta 1984, y en la Universidad de Atenas de 1988 a 1993, fecha en la fue nombrado vicegobernador del Banco de Grecia.
En 1994 alcanzó el puesto de gobernador de este organismo y junto con el gobierno socialista de la época preparó la entrada de Grecia en la unión monetaria europea en 2001 y la introducción del euro en 2002. Con posteriroidad se supo que durante esos años estuvo falseando las cuentas y balances que entregaba a Bruselas, lo que sin embargo no tuvo ninguna repercusión para Papademos.
En 2002 pasó a convertirse en vicepresidente del Banco Central Europeo, gobernado por Jean-Claude Trichet, y tras ocho años abandonó la institución para convertirse en asesor económico del gobierno de Papandréu. Además es, desde 1998, miembro de la Comisión Trilateral.
Pero lo que parece un tarea finalizada, puede ser el inicio de importantes problemas tanto para el PASOK como, sobre todo, para ND. Ese programa mínimo de cumplir con la UE y convocar elecciones cuenta con escollos difíciles de sortear, pues las exigencias comunitarias llevan aparejadas la adopción de nuevas y drásticas medidas que deberán ser aprobadas en el Parlamento heleno.
PASOK y, cada vez más, ND comienzan a temer que la corta andadura del gobierno interino sea suficiente para sepultar sus aspiraciones políticas de cara a la contienda electoral, a tenor de la creciente pérdida de apoyos entre las bases y los grupos parlamentarios de ambos partidos.
Al tiempo la oposición de izquierdas, principalmente el Partido Comunista (KKE) y la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA), acercaron durante la semana su discurso de rechazo a un gobierno temporal cuya única misión parece ser la gestión controlada de la bancarrota estatal.
Para Aleka Papariga, secretaria general del KKE, el nuevo gobierno sólo servirá a los intereses del capital griego y europeo, y las medidas que adopte no serán temporales sino que afectarán a la vida de los griegos durante los próximos 10 ó 15 años.
Por su parte el presidente de SYRIZA, Alexis Tsipras, alertó ante el secretismo de las negociaciones y la ausencia de garantías democráticas sobre los acuerdos adoptados, pues todo ello se estaba llevando a cabo de espaldas al Parlamento sede de la soberanía popular.
Tanto Papariga como Tsipras llamaron a la organización y resistencia del movimiento popular ante la ilegitimidad de un gobierno gestado de espaldas a la ciudadanía y que será políticamente impotente para enfrentarse a los problemas del país.
Esa parece ser también la percepción de los griegos, pues según el sondeo presentado el pasado sábado por el diario Ethnos algo más de la mitad de los encuestados (un 54,8%) no creen que el nuevo gobierno pueda realizar una política diferente a la de Papandréu. Y si se atiende a la intención de voto, una eventual coalición de izquierdas relegaría al PASOK al tercer puesto y se acercaría peligrosamente a ND (apenas tres puntos de diferencia), que en las próximas semanas tiene muy poco (apoyo electoral) que ganar y mucho que perder.
Pero mientras la oposición democrática (KKE y SYRIZA) pide la palabra de manera inmediata para el pueblo griego, las presiones externas de los poderes financieros internacionales exigen una humillante sumisión a las directrices neoliberales, causantes del desastre en el que se halla Grecia. Así lo expresó el comisario de asuntos económicos y monetarios de la UE, Olli Rehn, quién demandó al país un compromiso escrito con el plan de rescate que debía estar ratificado por el gobierno dimisionario, el entrante, así como por el gobernador del Banco de Grecia. En caso contrario la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) congelarían el sexto tramo de la ayuda financiera, que asciende a ocho mil millones de euros, y Grecia se vería fuera de la Eurozona.
La situación es tan insostenible que incluso un foro empresarial como el la Cámara de Comercio e Industria de Atenas exigió esta semana por voz de su presidente, K onstantino Mijalos, un cambio radical en la política económica del país.
Mijalos subrayó que las medidas de austeridad, el indiscriminado aumento de impuestos y las deudas del Estado con el sector privado, entre otras razones, están empobreciendo a la población y generando graves consecuencias sobre la competitividad y la cohesión social.
El representante de los empresarios criticó a los partidos políticos, a la UE y al FMI por ignorar que las políticas adoptadas son erróneas y no conducen a ninguna parte.
Antonio Cuesta es corresponsal de la agencia Prensa Latina en Grecia
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