La Guerra civil en Ucrania ha cobrado una serie de debates variopintos en el mundo contemporáneo. Se han dado lecturas que van desde el planteamiento del conflicto como un punto de inflexión en la historia pos soviética, hasta meros análisis que la plantean como una simple disputa en el espacio de influencia de la Unión […]
La Guerra civil en Ucrania ha cobrado una serie de debates variopintos en el mundo contemporáneo. Se han dado lecturas que van desde el planteamiento del conflicto como un punto de inflexión en la historia pos soviética, hasta meros análisis que la plantean como una simple disputa en el espacio de influencia de la Unión Europea y Rusia. Problematicemos un poco este último punto. A saber, el conflicto ucraniano puede ser leído más allá de los cálculos geoestratégicos del mundo contemporáneo, si es que se pone más atención a los procesos internos y muchas veces invisibilizados. En esta línea, la dinámica interna (siempre enmarcada en un proceso internacional) puede dar nuevas pistas para entender de mejor manera los problemas externos. Así, se podría reflexionar un poco sobre la República de Donbás como uno de esos procesos a tomar en cuenta, en tanto es un posible espacio de emancipación en el tiempo (Rancière 2014).
Si bien el punto de conflicto se articula en el aumento de la tensión entre las posturas beligerantes respecto a la anexión de Ucrania al espacio europeo, me parece que es posible proponer que ha surgido una corriente alternativa al libreto ‘oficial’. No cabe hacer aquí una cronología de los hechos que antecedieron a la guerra, pero sí es importante destacar que tras el inicio del proceso ‘separatista’, el 96% de la población de Lugansk y el 89,7% de la de Donetsk, votaron a favor de la creación de repúblicas populares independientes el 11 de mayo de 2014. El posterior ataque del ejército ucraniano inició el enfrentamiento armado entre dos posiciones claramente distanciadas para la opinión internacional: el ‘deseo’ por aliarse con Europa occidental, y el desconocimiento de aquel ‘deseo’ en favor de un acercamiento a Rusia como posibilidad de ‘autonomía’. El 24 de mayo del mismo año se proclama la República Popular de Donbás (unión de las provincias ya mencionadas), que cuenta con un ejército propio enfrentado al ejército ucraniano. Pero ¿qué se está manifestando al interior de Ucrania para que esas alianzas de los distintos grupos puedan comprenderse de mejor manera?
A mi parecer, se está manifestando -en su expresión más radical- la disputa por el tipo de gobernabilidad. Por una parte, el sector más apegado a la democracia liberal de mercado persigue un modelo similar al Estado neoliberal occidental, caracterizado por una rearticulación de sus funciones en favor del mercado capitalista multinacional y globalizado (claramente identificable en las medidas de Poroshenko); mientras que por otro lado se intenta proponer cierta institucionalidad caracterizada por una fuerte presencia estatal, reguladora de la economía y muy apegada -aunque no limitante- al pasado soviético (simbólicamente observable en las milicias de obreros que cantan himnos de la Segunda Guerra Mundial). En este sentido podemos observar una propuesta más apegada al tiempo lineal y progresivo del que hablaba Rancière, en tanto hay una avance mundial y uniforme hacia la ‘libertad’ del individuo, contra una propuesta que puede parecer gastada, retrógrada y que ha demostrado su ineficacia para sostenerse a través del tiempo.
Precisamente el autor francés nos dirá que el tiempo dominante intenta retratar a las alternativas de comprensión temporal como simples desviaciones o proyectos incomprensibles que no atienden al desarrollo natural de la sociedad (es decir, su propio desarrollo). Por el contrario, el tiempo de la emancipación es posible y actualizado, dirá Rancière, cuando se rompe ese molde de continuidad. Y con esto no me refiero a que enarbolar cualquier proyecto del pasado implique una posibilidad de temporalidad emancipada. Ningún proyecto que logre un impacto medianamente relevante estará desactualizado de las condiciones de existencia presentes. La alta popularidad de una República Popular (atención al adjetivo) en varias regiones de un ex país socialista que ha sido penetrado por el capitalismo a nivel económico, parece que no atiende a la lógica economicista liberal. Por el contrario, parecen sobrevivir mentalidades pasadas que han tocado un límite respecto a esa intromisión neoliberal y occidental, o en todo caso una contradicción de la contradicción pasado-presente-progreso. ¿Se puede decir que están viviendo en varios tiempos a la vez? ¿El proyecto de Donbás podría entenderse como una propuesta de cambio gubernamental y económico a futuro en relación a ciertas formas de supervivencia política y social? Me parece que todavía falta tiempo para poder concluir algo por el estilo. Falta mucho camino para ver hacia dónde se dirige la guerra, y hasta dónde llega el experimento popular. Pero no hay duda que se vive un proceso alternativo que sale del molde de lo ‘políticamente correcto’, en tanto es una propuesta armada y radical (que tiende hacia la izquierda política).
Sin embargo, la lógica del tiempo teleológico, unidireccional, unipolar, capitalista y neoliberal necesita guillotinar toda propuesta que salga de su libreto. La propia existencia de otros proyectos implica la demostración de la falsedad de su discurso [i]; más todavía cuando el letrero del ‘fracaso del socialismo’ es llevado como justificación de su destino como vanguardia del desarrollo y el progreso mundial. Por otra parte, la propia dinámica del mercado requiere que este cumplimiento sea puesto en práctica para sostener su modelo. El capitalismo es capaz de encontrar tesoros en medio de las ruinas más miserables. Afortunadamente para los modelos económicos rapaces, Ucrania es un país con impresionantes cantidades de recursos naturales, así como de una posición privilegiada en Eurasia. Es la principal ruta de abastecimiento de gas de Europa, así como el país productor de misiles más importante del mundo. No se debe olvidar que tiene, tras Rusia, el ejército más grande de toda Europa. Es decir, ya no sólo implica una lucha por la defensa simbólica de su proyecto, sino además una disputa por su preeminencia material ‘inmune’ de necesidades básicas.
De alguna manera, más allá del requerimiento por mantener un modelo teleológico del tiempo, necesitan del espacio unificado una premisa política e ideológica de justificación. La ideología imperante del tiempo teleológico cobra, así, una materialidad a priori en tanto son también sus necesidades el tiempo teleológico y el espacio unificado. ¿No implicaría esto una ruptura contra los presupuestos posmodernistas, que versan sobre el tiempo fragmentado y el espacio disperso? El caso de Ucrania bien puede dar cuenta del fin de la posmodernidad como se la entendía, pero eso ya es materia de otro escrito.
Bibliografía
Jacques Ranciere. 2014. «¿Pasó el tiempo de la emancipación?» en Revista de la Academia XVIII: 13-24.
Nota
[i] En Donbás se ha llegado a crear, incluso, una redistribución de la riqueza muy alta. Otro ejemplo que rompe estas reglas que parecían eternizables, es que en las minas de carbón de Donestk, de cuyos agujeros salen muchos soldados ‘separatistas’, el monopolio legítimo de la fuerza empieza a salirse de las manos de la lógica institucional liberal.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.