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Perú

Hace 50 años, la CGTP

Fuentes: Rebelión

Fue hace cincuenta años, el 29 de enero de 1971, cuando el Gobierno presidido por el general Juan Velasco ordenó la resolución ministerial que reconoció la existencia legal de la Confederación General de Trabajadores del Perú.

La disposición, rubricada por el ministro del sector, el general FAP Pedro Sala Orosco, daba trámite así a un procedimiento administrativo de trabajo y otorgaba personería a la estructura sindical más poderosa de ese momento y cuya existencia había sido negada por las organizaciones patronales y por la “prensa grande” siempre a su servicio.

Para entender el fenómeno, es bueno recordar que en realidad, la CGTP fue originalmente fundada por José Carlos Mariátegui el 17 de mayo de 1929 e ilegalizada por presión de las empresas y de la embajada de los Estados Unidos en la primera etapa de la dictadura de Sánchez Cerro, luego de los conflictos mineros del Centro y la Masacre de Malpaso, ocurrida en noviembre de 1930.

Los diez años de dictadura militar, hasta fines de los años treinta, no permitieron la existencia de una estructura sindical representativa de los trabajadores. A quienes la promovieron y alentaron, simplemente los agarraron a palos, sometieron a inicuas torturas y confinaron en distintos Penales, desde la Intendencia de Lima hasta los campos de concentración en la selva, pasando por el Panóptico y el Frontón.  No obstante, la lucha obrera no cesó. Testimonio de ello fue el accionar de miles de peruanos en distintos rincones del país, y la sangre derramada por quienes ofrendaron sus vidas por la más justa de las causas: la causa proletaria. 

Fue solo en 1944 cuando fue posible recomponer la unidad sindical en el más alto nivel. Ante la tumba de Mariátegui, un 1 de Mayo, sindicalistas de diversas tendencias anunciaron la formación de una nueva central obrera, que también fue ahogada en sangre pocos años más tarde.

En los años sesenta, renació la lucha sindical y se buscó la unidad de los trabajadores a partir de concepciones de Clase. Los primeros esfuerzos, en los años 62 y 63, fueron también cruelmente reprimidos. Solo en septiembre de 1966 fue posible crear una pequeña estructura que sirvió como catalizador para todo el movimiento: el Comité de Defensa  y Unidad, el mismo que convocó a un Congreso nacional en junio de 1968. Allí, desde sus cenizas -como el Ave Fénix- renació la CGTP en el espíritu del Amauta.

De inmediato la nueva Central presentó el expediente requerido para su reconocimiento legal: la documentación foliada de 10 Federaciones por rama de industria, que demandaban el procedimiento pertinente.   El gobierno de Belaunde hizo oídos sordos a esa exigencia formal.  Luego ocurrió en el país la experiencia militar del año 68.

En la primera etapa del gobierno de la Fuerza Armada, el tema del reconocimiento de la CGTP fue simplemente soslayado. Hombres de alto rango, como los generales Montagne, Benavides, Artola o Chamot, prefirieron hacer oídos sordos a las demandas obreras porque se sentían cómodos con la “paz social” que ofrecía la Central amarilla en manos del APRA. En la misma dirección y con el apoyo de la prensa de la época, la Sociedad de Industrias insistía en denigrar a la CGTP por razones de orden ideológico y político.

La evolución del proceso, el desarrollo de las luchas obreras y el papel cumplido por la CGTP en defensa de los intereses del país; pudo más que la resistencia empresarial y las demandas de la clase dominante. Por eso, después de 30 meses de iniciado el procedimiento legal, el gobierno admitió lo que ya era innegable: la CGTP existía, y era la Central Sindical vigorosamente respaldada por los trabajadores en todo el país.  Cuando el viernes 29 de enero de 1971 se inauguraba formalmente el Congreso de la Federación Provincial de Trabajadores del Callao, una representación del Ministerio del Trabajo se hizo presente para informar acerca del reconocimiento legal de la CGTP. Tres días después, el 1 de febrero, el titular del Portafolio de la Salaverry entregaba a Isidoro Gamarra, el Presidente de la Central, la disposición pertinente.

La CGTP cumplió un honroso papel en los años del Proceso Patriótico y Anti imperialista de Juan Velasco Alvarado. Representó dignamente la causa de los trabajadores y jugó un rol muy destacado en la lucha por profundizar las transformaciones revolucionarias que ocurrían en el país. Por eso, se hizo respetada y respetable. Profundamente amada por centenares de miles de obreros y empleados en diversos confines de la patria;  fue  odiada, combatida  y calumniada por las fuerzas más reaccionarias de la vida nacional.

Su infatigable línea de clase la llevó siempre a defender la soberanía nacional, la recuperación del petróleo y los recursos naturales, la reforma agraria, la democratización de la prensa, los derechos fundamentales de los trabajadores y una política exterior independiente y la solidaridad activa con todos los pueblos del mundo. Eso elevó el papel y el prestigio de la Central de tal modo que aún hoy, hay quienes hablan de los años gloriosos de la CGTP.

Quienes trabajamos en esa circunstancia en la Central cumpliendo tareas de dirección o en su base, recogimos el ejemplo de nuestra caracterizada figura, don Isidoro Gamarra el más calificado dirigente sindical peruano del siglo XX.

Hoy 50 años después del reconocimiento legal de la Central, un saludo a quienes valoraron su lucha, se torna indispensable.