Los ministros de la Unión Europea (UE) bregaron la semana pasada para hallar un terreno común con el fin de abordar el problema del creciente número de emigrantes africanos que llega a las playas de Europa. Su esfuerzo en procura de una mayor cooperación regional se produjo poco después del Diálogo de Alto Nivel de […]
Los ministros de la Unión Europea (UE) bregaron la semana pasada para hallar un terreno común con el fin de abordar el problema del creciente número de emigrantes africanos que llega a las playas de Europa. Su esfuerzo en procura de una mayor cooperación regional se produjo poco después del Diálogo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Migración y Desarrollo Internacionales celebrado en Nueva York. Los gobiernos comenzaron a darse cuenta de la urgente necesidad de políticas internacionales que se ocupen de las causas que están en la raíz de las migraciones, como la pobreza y la demanda de trabajo temporario.
Sean bienvenidas tales acciones que propenden hacia un mayor diálogo y coordinación regional e internacional sobre cuestiones de la migración. Pero todavía está faltando centrar la atención sobre la protección de los derechos humanos de los emigrantes. Las normas y los compromisos de los derechos humanos deberían ser el punto de partida para una mejor política en una serie de áreas que van desde la seguridad en las fronteras a los mercados de trabajo y los sistemas de salud. Proteger los derechos de los emigrantes es fundamental para cualquier manejo efectivo de la migración.
El diálogo de la ONU reconoció la necesidad de superar la dependencia de políticas restrictivas en relación al reconocimiento de los beneficios de la migración tanto para los países de origen como para los de destino. La idea de desarrollo compartido -la importancia de mejorar las condiciones económicas y sociales ya sea en las naciones de origen como en las de destino de los emigrantes- enfatizada por un puñado de participantes en las discusiones de la ONU fue un pequeño pero significativo paso en la dirección correcta. Pero la aversión de los estados para ocuparse seriamente del papel de los derechos humanos en las políticas de migración y de desarrollo puso de relieve el desafío político que aún debe enfrentarse.
¿Por qué es tan importante para la ecuación migración-desarrollo poner mayor énfasis en los derechos humanos? En primer lugar, los emigrantes a los que se les da la posibilidad de realizar trabajos decentes y legales contribuyen más al desarrollo que aquellos que son explotados. En segundo lugar, las políticas que promueven derechos humanos, como la legalización de la residencia y el acceso a la salud y a la vivienda del inmigrante, desarrollan la capacidad de las comunidades de la diáspora y ayudan a su integración aunque mantengan al mismo tiempo lazos estrechos con sus países de origen. En tercer lugar, los derechos humanos no son optativos sino que constituyen obligaciones legales establecidas por las leyes internacionales, vinculantes para todos los gobiernos. El marco internacional de los derechos humanos, si es tomado seriamente, puede contribuir a la armonización de las actitudes de los estados a través de la aceptación de principios básicos comunes. Ese reconocimiento estuvo largamente ausente en los debates de la ONU de la semana pasada.
Este es un aviso de que no podemos suponer que el camino hacia delante será llano y fluido. El actual manejo de las políticas migratorias se basa todavía en decisiones hechas por naciones individuales que actúan aisladamente. El pasaje del diálogo y de las consultas a la concreción de políticas colectivas de los estados sigue siendo una meta distante.
El nuevo foro sobre migración y desarrollo propuesto como la continuación del diálogo de la ONU debe conducir a cambios específicos en políticas y prácticas a niveles local, nacional y multilateral, particularmente para prevenir abusos contra los inmigrantes y su explotación. Un modo importante para asegurar que el tema de los derechos humanos esté ubicado firmemente en la agenda consiste en involucrar en la cuestión a las organizaciones de la sociedad civil y a los propios inmigrantes. Establecido el foro como un cuerpo permanente para que los gobiernos cambien ideas y prácticas, es imperativo que la sociedad civil y los inmigrantes tengan voz en la estructuración de la agenda para la reunión del foro en 2007, para la que Bélgica se ha ofrecido como sede.
El creciente número de mujeres emigrantes, que constituye un segmento particularmente vulnerable de las poblaciones migratorias, debería también tener una oportunidad para hacer compartir sus experiencias y ser escuchado. Para hacer de tal foro un éxito a largo plazo será necesario crear mecanismos formales de consulta con las organizaciones de la sociedad civil, al contrario de la actual propuesta, que prevé requerir su aporte sólo cuando fuere necesario.
En el problema de la migración no basta con la adopción de políticas efectivas y de una acción coordinada entre los gobiernos. La cuestión es proteger los derechos humanos, abordando los factores económicos y sociales que fuerzan a las personas a desarraigarse en busca de oportunidades y en fabricar vínculos entre las políticas comercial y económica y las oportunidades ofrecidas a los inmigrantes.
El desafío que tenemos por delante es el de conseguir que los gobiernos adquieran una mayor voluntad de pensar colectivamente acerca de la migración. Eso significa considerar a la migración como un componente vital para el logro de la seguridad, del desarrollo y de los derechos humanos de todas las personas. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Mary Robinson, ex Presidenta de Irlanda y ex titular del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es actualmente presidenta de Realizing Rights: The Ethical Globalization Initiative.