Recomiendo:
0

Hacia la Tercera República italiana

Fuentes: Rebelión

1. La rebelión de los esclavos de Estado. Después de pasar 17 días a 35 metros de altura, Arun, paquistaní estudiante, Sajad, licenciado con un máster en lenguas, Rachid, marroquí, y Jimi, egipcio técnico informático, cuatro de los seis inmigrantes que se habían subido a una grúa en Brescia, se bajaron finalmente. Protestaban porque, después […]

1. La rebelión de los esclavos de Estado.

Después de pasar 17 días a 35 metros de altura, Arun, paquistaní estudiante, Sajad, licenciado con un máster en lenguas, Rachid, marroquí, y Jimi, egipcio técnico informático, cuatro de los seis inmigrantes que se habían subido a una grúa en Brescia, se bajaron finalmente. Protestaban porque, después de haber pagado 500 euros para obtener la regularización de su estancia en Italia, aún no la habían conseguido, igual que otros 11.000 trabajadores que vieron sus solicitudes denegadas. Singh, un indio, que bajó de la grúa voluntariamente, ha sido condenado a seis meses por delito de clandestinidad; él y Papa, un senegalés de 25 años, habían descendido varios días antes. Durante los días en que ocurrió la protesta, muchas organizaciones políticas, sindicales y humanitarias se reunieron pacíficamente bajo la grúa. La policía cargó por orden del vicegobernador. Hubo seis detenidos y doce inmigrantes expulsados. Las primeras palabras de ayer de Arun después de salir de la comisaría estuvieron dedicadas a «sus hermanos egipcios, expulsados a su país aunque tenían recibos del Ministerio del Interior. Una cosa vergonzosa. Esto no es una democracia».

Mientras tanto, en Milán, cinco inmigrantes (tres egipcios, un argentino y un marroquí), que imitaron el gesto de los seis inmigrantes de Brescia, continúan con su protesta en lo alto de la torre de la antigua fábrica Carlo Erba. En una carta que difundieron el 5 de noviembre decían: «Estamos cansados de que nos traten como a bestias, que nos exploten en los puestos de trabajo con salarios más bajos que los de nuestros compañeros, que nos den los trabajos más duros y los menos cualificados aunque tengamos licenciaturas o profesionalidad alta. Estamos cansados de que nos miren siempre mal cuando vamos caminando por la calle o cuando estamos charlando en las plazas, como si fuésemos todos delincuentes». Piden una regularización para todos. «Nos exprimen cuando al Estado le conviene hacer caja, pero sin darnos nada a cambio, ni siquiera la dignidad de que se nos reconozca como personas y no como ‘extranjeros’. Por ello decimos basta ya, pedimos que se nos trate con el mismo respeto con que se trata a quienes trabajan, pagan impuestos, contribuyen a la riqueza del país y al bienestar de Italia. Pedimos que se conceda el permiso de residencia a todos los que participaron en la regularización, cuya función era «sanear todas las irregularidades anteriores, incluidos quienes sufren el delito de ‘clandestinidad'».

Los inmigrantes que solicitaron la regularización se sienten estafados por el Estado. Hay quien dice que esos 500 euros que pagaron al Estado para regularizar su situación, para no ser clandestinos, no son sino una tasa de esclavitud.

2. Escorias de la 2ª República.


En los días en que el Presidente del Consejo de Ministros italiano andaba ocupado llamando a la Comisaría para interesarse por una menor de edad detenida que era, según él, la nieta del Presidente de Egipto, Hosni Mubarak,  aconteció de todo: se inundaron 170 pueblos en la región del Véneto, una desgracia fruto de 20 años de descuido de las cuestiones ambientales; las calles de Nápoles volvían a estar llenas de basura, en los vertederos de la provincia ya no cabía más y los ciudadanos de Terzigno, Giuliano y otros municipios se lanzaban a una batalla cruda de varios días contra las Fuerzas del Orden. El milagro de Berlusconi, que decía haber resuelto la emergencia basura, se revelaba como pesadilla. Entonces, se derrumbó la Escuela de Gladiadores de Pompeya, patrimonio de la Humanidad. Y los afectados por el terremoto de L’Aquila, otro de los «milagros» del Presidente del Consejo de Ministros italiano, le abuchearon: «Nosotros, escombros; tú, ‘bunga-bunga'».

En esos últimos días de la 2ª República italiana se derrumbaban uno a uno los pilares que sostienen el poder en Italia. La Patronal acusó al gobierno de parálisis; la Conferencia Episcopal Italiana avisó al gobierno de que «no bastaba con seguir a flote» sino que «había que mirar adelante» porque había peligro de que el país se divida en Norte y Sur; el periódico Libero, uno de los alfiles del berlusconismo, titulaba a toda página «Atentos: se viene abajo todo»; el director del periódico Il Giornale, propiedad del hermano del Presidente del Consejo de Ministros, se permitía criticar a Berlusconi por sus escándalos sexuales; y el Gobernador del Banco de Italia apuntillaba: «No es posible futuro ni crecimiento algunos en un país que no estabiliza a los precarios, no invierte en los jóvenes e impide toda movilidad social».

Anteayer los ministros seguidores de Gianfranco Fini presentaron su dimisión. Berlusconi está más solo que nunca. Pero sigue siendo el 14º hombre más rico del mundo según la revista Forbes. Y sigue controlando los medios de comunicación.

3. El nacimiento de la 3ª República.

Reflexionaba Michele Prospero en Il Manifesto (14-11-2010) de la siguente manera: ¿cuáles son las fuerzas sociales que han desencadenado la crisis sistémica del berlusconismo? Las mismas -decía Prospero- que intentaron una solución modernizadora para la 1ª República, la república de los partidos; a saber: «la gran empresa y las finanzas, algunas partes de la clase política, ciertos sectores de las altas jerarquía del mundo católico, los delicados compartimentos técnicos de la administración y el Banco central y los grandes medios de comunicación».

Esos grandes poderes ven una degradación de la res publica muy peligrosa. Beneficiando la fortaleza de una burguesía individualista, sin escrúpulos ni sentido del Estado, el berlusconismo ha generado un peligro de quiebra territorial del país, un peligro de quiebra económica y un peligro de quiebra social. Norte y Sur, ricos estratosféricos y pobres de subsuelo, ciudadanos y clandestinos, trabajadores con derechos y precarios, propietarios y esclavos. Se está cimentando una nueva República. En los manifiestos de Fini abundan palabras como «ética», «mérito», «respeto», «decoro», «interés público» o «bien común». Termina la Guerra Civil Fría. Termina el anticomunismo propagandístico. Pero está claro que si los actores que la representan y la dirigen son los de siempre no se empezará a construirla pensando en los intereses de los más débiles. La primera muestra de su verdadera cara se verá en la próxima Ley de Presupuestos Generales del Estado. A juzgar por el programa de rearme por valor de 1000 millones de euros, aprobado estos días con el silencio de la oposición, más los recortes en Sanidad, Educación o Cultura, la revolución de Fini no será copernicana.

4. Italia como Leonia.

Italia está harta de basura mediática, de escombros culturales, de deshonra y vergüenza ajena. La cantidad y rapidez con que produce y acumula desechos en esta periodo acelerado de su historia recuerda a la de Leonia, una de Las ciudades invisibles descritas por Italo Calvino. Se trata de una ciudad continua que «se rehace a sí misma todos los días», cuya opulencia «se mide por las cosas que cada día se tiran para dar paso a las nuevas». «Cuantas más cosas expele Leonia, más acumula». «Renovándose cada día, la ciudad se conserva toda a sí misma en la única forma definitiva: la de los desperdicios de ayer que se amontonan sobre los desperdicios de anteayer y de todos sus días y años y lustros». Es de ayer la noticia de la absolución de los cinco imputados por la matanza del 28 de mayo de 1974 en Piazza della Loggia (Brescia). Murieron ocho personas y hubo cien heridos. Se amontonan las sentencias de absolución de todas las masacres de la estrategia de la tensión. El presente de Italia se sostiene sobre estratos de trágicos residuos históricos. Tal vez por ello Fini haya recurrido a la idea de futuro como mito impulsor de confianza y convivencia ciudadanas.

El 14 de diciembre el Gobierno de Silvio Berlusconi se someterá a dos mociones, una de confianza en el Senado y otra de censura en el Congreso, que determinarán el futuro del Ejecutivo. Vuelve a la memoria el final del cuento citado de Calvino: «Ya en las ciudades vecinas están listos los rodillos compresores para nivelar el suelo, extenderse en el nuevo territorio, agrandarse, alejar los nuevos basurales».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rJV