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Ofensiva de Elon Musk y su X en Europa

Hacia una nueva internacional reaccionaria

Fuentes: Rebelión [FOTOILUSTRACIÓN: STAFF DE WIRED; GETTY IMAGES]

El magnate financiero y propietario de la red social X, Elon Musk, pasó a la ofensiva metiéndose de lleno en el debate político europeo.

Quien se perfila como un poderoso peón del futuro Gobierno de Donald Trump no escondió su ambición de convertirse en principal protagonista y en los últimos días movió piezas en el ajedrez internacional. Anticipando, de esta forma, que desde el confortable poder republicano en la Casa Blanca podría llegar a ser un activo promotor de lo que se perfila como una internacional de extrema derecha. Nada menos que una “internacional reaccionaria”, como ya la definen numerosos medios europeos. La estrecha relación de Musk con la jefa de Gobierno italiano facilitó la reunión de inicios de enero de la dirigente italiana con el futuro presidente Donald Trump. Estrecha cercanía que, sin duda, perfila lo que será el eje ideológico estadounidense-europeo de esta nueva alianza internacional.

La relación muy próxima del presidente Javier Milei tanto con Musk como con Meloni proyectaría al gobernante argentino como la “pata” latinoamericana de dicha construcción conservadora.

El detonante

El último fin de semana de diciembre Musk, multimillonario sudafricano nacionalizado canadiense y estadounidense, comentó en el periódico alemán Welt am Sonntag (edición dominical de Die Welt) algo que tuvo el efecto de una bomba política en ese país. Según Musk, la fuerza de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) es “la última chispa de esperanza” para esa nación, la cual, remarcó, “está al borde del colapso económico y cultural”.

Este comentario se publicó junto con otro escrito por Jan Philipp Burgard, el nuevo jefe de redacción del grupo Welt, quien afirmó que “El diagnóstico de Musk es correcto, pero su enfoque terapéutico, en el sentido de que sólo el AfD puede salvar a Alemania, es fatalmente erróneo». Burgard calificó a la AfD como “un peligro para nuestros valores y nuestra economía” y recordó que Björn Höcke, uno de los líderes de la AfD, “había sido condenado varias veces por haber utilizado un lema nazi prohibido”.

La posición de Musk amplió un mensaje publicado días antes en su red social X, en el que ya anticipaba escuetamente su análisis sobre la coyuntura germana. Análisis que generó malestar en importantes sectores de la clase política alemana abocados a la campaña para las elecciones adelantadas que se realizarán el 23 de febrero. En las encuestas preliminares, la AfD, que Musk apoya desde Estados Unidos, aparece con un cercano 20% de la intención de voto.

Un día después de su polémico comentario en Welt am Sonntag, el cotidiano francés Le Monde se interrogaba: “¿Hasta dónde extenderá Elon Musk su influencia en la campaña electoral alemana?”. En cualquier caso, opinó Le Monde, “el multimillonario parece decidido a desempeñar un papel activo en los debates a menos de doce semanas de las elecciones legislativas anticipadas”.

La visión de Musk

A diferencia de sus breves opiniones en X, señala Le Monde, esta vez Elon Musk “se tomó el tiempo para argumentar, justificando su injerencia en el debate público alemán por su condición de inversor”, en alusión a su grupo empresarial Tesla, cuya única fábrica europea de automóviles se encuentra en Grünheide, cerca de Berlín. Según el cotidiano galo, el apoyo abierto de Musk a la derechista Alianza por Alemania es muy problemático desde el momento que lo considera un partido “respetable”. Con gran oportunismo, las únicas reivindicaciones de la Alianza que Musk cita en su columna de opinión forman parte también de los programas electorales de la Unión Cristianodemócrata (CDU y CSU) y de los liberales del Partido Democrático Libre (FDP): la reducción de impuestos y la desregulación económica, un control más estricto de la inmigración y la reforma de la política energética a favor de un retorno a la energía nuclear.

El magnate estadounidense además afirmó en su comentario la semana pasada que sólo la AfD es digna de confianza, ya que los demás partidos “han fracasado” y defendió su posición con argumentos banales: “A quienes condenan al AfD como extremista, les digo: ‘No se dejen preocupar por la etiqueta que se le ha puesto’”.  Y citó como evidencia de no ser de extrema derecha ni anti-extranjera el hecho de que Alice Weidel, la principal dirigente y candidata a canciller por la Alianza, mantiene una relación lésbica con su compañera de vida, la productora de cine Sarah Bossard, originaria de Sri Lanka.

La opinión de Musk produjo renuncias inmediatas en la cabeza redaccional del semanario y también desató respuestas inmediatas de dirigentes políticos, entre ellos la del canciller Olaf Sholz. Su impacto fue tal, que agitó las aguas de un debate que sigue vivo esta primera quincena de enero y que ya ha desbordado la geografía alemana para extenderse a otros países europeos, como Gran Bretaña.

Ofensiva europea

El jueves 9 de enero Musk ofreció nuevamente una tarima mediática de primera línea a su aliada alemana Alice Weidel, con una entrevista de más de una hora transmitida en directo por la red digital del magnate y que superó, en algunos momentos, los 200 mil seguidores.

Musk ha venido expresando un particular interés en la política británica desde que el socialdemócrata Partido Laborista ganara las elecciones en julio de 2024. En los últimos seis meses, por ejemplo, se pronunció a favor de los conservadores de ese país y demandó el enjuiciamiento de Keir Starmer, el primer ministro británico, acusado por la oposición de encubrir la explotación sexual de numerosas jovencitas a manos de bandas de inmigrantes en varias ciudades cuando era director de la fiscalía nacional.

La encuesta que Musk acaba de lanzar entre sus usuarios, con la propuesta de que “Estados Unidos debería liberar al pueblo de Gran Bretaña de su Gobierno tiránico”, habla de su atrevimiento. Por el momento Gran Bretaña, con afinidades históricas con Estados Unidos, y Alemania, columna vertebral de la Unión Europea, son el blanco predilecto de los dardos lanzados por el futuro ministro del gabinete estadounidense.

La primera semana de enero Starmer, Scholz, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez salieron al cruce de las declaraciones de Musk criticando su apoyo a la ultraderecha europea, así como su intromisión en la política interna del continente. El 7 de enero el presidente francés lo denunció por “respaldar una internacional reaccionaria” que amenaza la democracia, por entrometerse en la campaña electoral de Alemania y por las presiones de los grandes “conglomerados tecnológicos”.  

Un día antes, la Unión Europea criticó a Musk y su red social de no acatar las normativas de transparencia ni el reglamento de los servicios digitales de la Unión y lo instó a que su plataforma mantenga una postura neutral con respecto a los próximos comicios en Alemania.

Según la TV pública suiza TSR, el 4 de enero Scholz condenó las “declaraciones erráticas” de Musk, quien lo había llamado “loco” e “imbécil incompetente”, y calificado al presidente alemán Frank-Walter Steinmeier de “tirano”. TSR también mencionó que el primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, había expresado en la radio pública NRK su preocupación “por el hecho de que un hombre con un acceso considerable a las redes sociales y recursos económicos significativos se involucrara de tal manera y directamente en los asuntos internos de otros países”.

Pero fue, tal vez, el primer ministro español Pedro Sánchez quien fue más lejos en su crítica y el miércoles 8 de enero en el acto inicial por los 50 años de la desaparición del dictador Francisco Franco pasó a la ofensiva. En el Museo Reina Sofía de Madrid aseguró que no hace falta ser de izquierda ni de derecha para mirar con enorme tristeza y terror los años oscuros del franquismo y “temer que ese retroceso se repita”. Sánchez agregó que “el fascismo que creímos dejar atrás es ya la tercera fuerza de Europa. Y la internacional derechista liderada por el hombre más rico del planeta” (refiriéndose a Musk sin mencionar su nombre), “ataca abiertamente a nuestras instituciones, azuza el odio y llama a apoyar a los herederos del nazismo en Alemania”. La libertad nunca se conquista de forma permanente, se puede perder, concluyó el dirigente socialdemócrata español.

Poder muy especial

Recientemente la emisora France Inter se preguntaba: “¿Qué otro ciudadano privado en el mundo tiene este poder de provocar tantas reacciones?”. Su conclusión fue que, evidentemente, Musk no es un ciudadano como los demás: “Es, a la vez, el hombre más rico del mundo, al frente de empresas emblemáticas como Tesla o Space X; se acercó a Donald Trump, quien le confió la tarea de recortar el gasto federal y, sobre todo, es el dueño de la red social X, la antigua Twitter, de la que ha hecho su caja de resonancia personal y de las causas que defiende”.

Este mismo análisis se refirió a la “Alianza de Choque” entre el magnate y la nueva dirigencia estadounidense: “Elon Musk no habla en nombre de Donald Trump, pero, por el momento, está en sintonía con él. Ha adoptado sus códigos de comunicación y utiliza y abusa del poder de su plataforma X”. Subrayó que la unión de Musk y otros gigantes tecnológicos con Donald Trump anuncia el matrimonio entre los nuevos amos del capitalismo estadounidense y el promotor de Make America Great Again [MAGA]. Y anticipó que esta formidable alianza impactará e influirá directamente en los aliados de Estados Unidos, empezando por los europeos.

Entre ellos, la primera ministra italiana Meloni, prácticamente la única dirigente de las grandes naciones europeas, quien ha aceptado con júbilo la línea Trump-Musk. Meloni acaba de definir a Musk como un “genio” e “innovador extraordinario”.

Contraofensiva europea

En sentido contrario a esta posición, varios parlamentarios europeos objetan las negociaciones en marcha entre el Gobierno italiano y SpaceX para el uso de sistemas de cifrado de las comunicaciones gubernamentales a través de la red de satélites Starlink (propiedad de la corporación SpaceX, de Musk). De concretarse estas negociaciones, Italia podría ser el primer país de la Unión Europea en optar dicho sistema en detrimento del proyecto comunitario europeo IRIS2. El Gobierno Meloni desmintió que se hubiera concluido un contrato. En su edición del  de enero el medio francés L’Express afirma que lo actuado con SpaceX “forma parte de las conversaciones en profundidad que los organismos estatales mantienen con las empresas, en este caso con las que se ocupan de conexiones protegidas”.

Se avecina una época de grandes turbulencias en la geopolítica internacional. Al tiempo que Musk hace un salto trasatlántico y se apropia del debate político interno europeo, a pocos días de su asunción Trump ya habla de apropiarse de Groenlandia (territorio autónomo dependiente de Dinamarca), de recuperar el Canal de Panamá y de anexar a Canadá. Todas proyecciones osadas que necesitan de medios de comunicación favorables para crear consensos como parte de un ejercicio simplista para dividir al mundo entre amigos y enemigos. Justamente, el rol que ya está jugando la red X (al igual que muchos otros medios de comunicación) como instrumento de polarización política, como lo documentó un estudio que la Escuela de Ciencia y Tecnología City St. George’s, de la Universidad de Londres, con el apoyo del Instituto Alan Turing, publicó en noviembre de 2024 en Nature Communications (https://www.nature.com/articles/s41467-024-53868-0).

Si bien este estudio reconoce sus propios límites –solo incluye nueve países y su análisis de los 375 millones de interacciones en X se limita a un solo día en septiembre de 2022–, de todos modos sirve para indicar tendencias. Y concluye que los mensajes tóxicos influyen y limitan el diálogo democrático en los nueve países estudiados al promover el abuso o el mal uso de contenidos políticos.

Más que nunca el mundo real, presentado a su manera por la comunicación en redes digitales –construida en gran parte por la nueva inteligencia artificial–, controladas por los hombres más ricos de la tierra, se está convirtiendo en escenario de una creciente polarización político-ideológica que no se había visto desde el fin desde la Guerra Fría y que amenaza incendiarse con nuevas guerras hasta ahora impensadas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.