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¿Hay algo que aprender del «modelo alemán»?

Fuentes: http://terrainsdeluttes.ouvaton.org

[Los logros de la economía alemana en lo que respecta a garantizar su tejido industrial es un argumento que se utiliza de modo recurrente, a veces para apoyar tesis contradictorias. Para la patronal, esto demostraría la importancia de haber impulsado las grandes reformas del mercado laboral (Hartz IV) impuestas por el gobierno Schröder. Estas reformas […]

[Los logros de la economía alemana en lo que respecta a garantizar su tejido industrial es un argumento que se utiliza de modo recurrente, a veces para apoyar tesis contradictorias. Para la patronal, esto demostraría la importancia de haber impulsado las grandes reformas del mercado laboral (Hartz IV) impuestas por el gobierno Schröder. Estas reformas «valientes» permitieron salvar e incluso incrementar el empleo. Para el movimiento sindical mayoritario, el «éxito» alemán se explicaría más por la política de apoyo al desarrollo de la industria alemana, protegiéndola de la depredación «extranjera» de empresas mundiales como Mittal. A contrapelo de estas ilusiones, el trabajo de Klaus Dörre constituye el intento más reciente de realizar un balance completo de la evolución del capitalismo alemán.

Tras la primera parte del extracto de su trabajo realizado por Terrain des luttes -ver http://www.vientosur.info/spip.php?article9426- publicamos ahora el segundo y definitivo, en el que Klaus Dörre se interroga sobre la validez de ese modelo. Quien desee leer el trabajo completo de Klaus Dörre, puede telecargar la versión completa en francés en esta dirección: http://rosalux-europa.info/userfile…]

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La respuesta es «no, pero…». El viejo capitalismo social ya no existe. Esto es algo evidente. La metamorfosis que ha sufrido contribuye de forma esencial a la desastrosa situación que vive Europa. El empleo precario y los sectores caracterizados por los bajos salarios ponen los límites a los salarios y al tratamiento de las y los trabajadores que viven de esos salarios.

Una de sus consecuencias es que la desigualdad entre las clases que poseen capital y la clases que no hace más que incrementarse. En Alemania, mientras los Directores Generales de las empresas que cotizan en bolsa (los DAX) ganaron en 1987 e incluso a mediados de los años 1990, una cantidad 14 veces superior a la percibida por los obreros y empleados que trabajaban en la misma empresa, en los años 2000 este ratio era ya 24 veces superior, para situarse poco después en 54 (1). Por el contrario, en lo que concierne a la evolución de los salarios netos, entre 2000 y 2010 registraron pérdidas, excepto la décima parte más alta de los mismos (2). El retroceso de los salarios reales desde el año 2000 se sitúa en el 4%. Sólo muy recientemente los sindicatos han logrado arañar de nuevo los incrementos de productividad. El reparto, también desigual, del patrimonio ha continuado creciendo a lo largo del mismo período. El 10% de los hogares más ricos disponen de más del 50% de las rentas patrimoniales, mientras que el 50% de las rentas más bajas apenas alcanzan el 1% de los patrimonios netos, lo que es tanto como decir que no alcanzan nada.

Globalmente, lo que se diseña de forma neta en Alemania es un nuevo reparto del beneficio de las rentas del patrimonio y de los hogares con rentas altas. No obstante, esto no hace más que reforzar la tendencia de lo que se dice que ha estado en el origen de la crisis financiera internacional. Es la «nueva clase al servicio del capitalismo financiero» a la que pertenecen los gestores de inversiones, las pensiones y de fondos de inversión, de la misma forma que los bancos de inversiones y los analistas financieros, los que atraen la creciente riqueza actual sobre los mercados financieros bajo la forma de activos circulantes, para transferirla a las empresas en forma de productos financieros y derechos de propiedad. La consolidación socio-estructural de los intereses vinculados de forma orgánica al capital financiero moderno ha contribuido de forma considerable a la vulnerabilidad a las crisis del capitalismo contemporáneo. Los intereses del capitalismo financiero, que reclaman la reducción del Estado «a su mínima expresión», la reducción de impuestos y también de los costes laborales y que los costes de reproducción sean los mínimos posibles, constituyen un factor esencial de la «destrucción creadora» del capitalismo social, y son ellos quienes han alimentado los desequilibrios económicos en Europa.

Un sector industrial consolidado…

Si es posible hablar de éxito, hay que hacerlo de la consolidación del sector industrial. Alemania, con el 30,5% de la creación bruta de valor de la Unión europea, es de lejos la principal nación industrial europea. Mientras que desde principio del milenio la participación de la industria en la creación bruta de valor ha retrocedido en el resto de los países de la UE, ésa ha aumentado ligeramente (0,1%) en Alemania. Con Austria, Alemania es uno de los dos únicos países de la UE en los que el empleo industrial ha progresado alrededor del 6% después de 2008 (3). El núcleo del sector industrial está constituido por las industrias de la máquina-herramienta y el automóvil (en 2011 estas dos ramas representaban cada una cerca del 6% de la creación bruta de valor industrial). Ambas se caracterizan por la proporción elevada de sus exportaciones (en 2012: 62% y 64% respectivamente). Muchas empresas de estas ramas tienen detrás de ellas una larga tradición. Cooperan estrechamente con redes de suministros, de equipamientos e instituciones de investigación y, a pesar de su tamaño -a veces mediano- y de su estructura de propiedad familiar, están bien situadas a nivel internacional. Parcialmente, la estabilidad del sector industrial se debe al hecho de que las ramas orientadas hacia la exportación están bien situadas para responder a la creciente demanda asiática, sobre todo la proveniente de China. En efecto, los productos de las empresas alemanas son necesarios para el proceso de recuperación económica o para responder a la demanda la clase media que se desarrolla rápidamente en esos países. Por esta razón, ha sido posible «aumentar la creación del valor industrias en Alemania, incluso si el sector orientado a la exportación continua presentados salarios elevados» (4).

En otros términos: la economía alemana es sobre todo ganadora allí donde aún funciona un tanto correctamente la producción de calidad diversificada. Mientras que los empleados que trabajan en otros sectores han sufrido pérdidas salariales superiores a la media, la industria orientada a la exportación ha logrado, al menos, mantener los salarios efectivos e incluso aumentarlos (5). Sin embargo, este «modelo industrial» no puede ser trasladado a otros países. Funciona en base a relaciones de cooperación que se han desarrollado a lo largo de muchos años y no a pesar de, sino gracias a, niveles salariales relativamente elevados. El hecho que durante la gran crisis de los años 2008/09 este sector industrial no se viera envuelto en ella es el resultado de una gestión de la crisis que, bajo la influencia determinante de las organizaciones sindicales de la industria, constituyó de hecho el abandono de la política definida en la Agenda del gobierno Schröeder ,y el retorno a una política industrial y de medidas en materia de empleo adoptadas en los años 1980-1990. La financiación por el Estado de empleos a tiempo parcial pero a largo plazo, así como la subvenciones para renovar el parque automovilístico hicieron que el empleo no se hundiera de forma dramática en ese período de crisis. En muchas ocasiones fue necesario que los comités de empresa o los sindicatos lucharan por imponer medidas que garantizaran el empleo a nivel de empresa (6). En cualquier caso hay que precisar que este corporativismo de crisis no logró los mismos objetivos en todos los casos. La gestión de la crisis ayudó a los sindicatos de la industria a lograr un nuevo reconocimiento social e incrementar la afiliación. La gente más beneficiada fueron las y los trabajadores fijos con contratos indefinidos de los sectores orientados a la exportación. En el sector servicios, con un nivel de organización más débil y con altos porcentajes de feminización, no fue posible imponer condiciones similares. El éxito de la gestión de esta crisis no pudo, por consiguiente, corregir las asimetrías de poder en el mercado de trabajo a favor de los «sectores débiles» y de los activos precarios. En semejante contexto, es importante hacer mención a un punto débil absolutamente central en el modelo económico alemán. Tradicionalmente, el estímulo del sector industrial orientado a la exportación en Alemania ha tenido como consecuecia la falta de consideración hacia los servicios a las personas y las actividades «reproductivas»; falta de consideración que va acompañada de la depreciación de estos servicios y actividades.

… en detrimento de otros sectores de la economía

Frente a los poderosos sectores exportadores, que comportan un alto índice de empleos cualificados en el ámbito de las tecnologías punta, se encuentra un sector en expansión que abarca la actividad de servicios (débilmente remuneradas, inestables y, a menudo, poco reconocidas), cuya productividad sigue siendo inferior a la del sector industrial si la medimos a la luz de los parámetros tradicionales. Simultáneamente, si se tiene en cuenta las condiciones de empleo, asistimos a una modificación del peso respectivo de las diferentes sectores. Sólo en la economía social, en fuerte expansión y en la que la parte en el empleo total ha pasado en el espacio de una década del 4,5% al 6,2%, trabajan 1,7 millones de personas cotizantes de la Seguridad Social. El sector de cuidados a las personas mayores, de ayuda a la infancia, a la juventud y a las personas minusválidas emplea tanta gente como la de la construcción de máquinas y vehículos, que constituye el corazón industrial de la economía alemana. Este ejemplo muestra que en relación a las ramas altamente productivas orientadas a la exportación, el peso relativo del sector remunerado de los cuidados, menos productivo y más intensivo en mano de obra (entendemos por ello a todas las actividades que sirven para «reproducir» la mano de obra), ha aumentado. Lo que desde el punto de vista de las exportaciones, al menos a nivel micro-económico, parece problemático por la cuestión de los costos, ya que las actividades de reproducción profesional estén financiadas en gran medida mediante transferencias del Estado. La política pública ha modulado el intercambio entre el sector de las exportaciones y el trabajo de cuidados para convertirlo en un «intercambio fundamental» entre mercados internos valorizados y mercados externos depreciados, ya que no funcionan según el principio del intercambio de valores equivalentes. Una política fiscal basada en la competitividad, que debería garantizar el flujo de capitales líquidos, que alivia a los poderosos y a la industria y, de ese modo, genera dificultades recaudatorias al Estado, no permite transferencias generosas a favor de los servicios a las personas y a los trabajados remunerados del sector de cuidados. Lo que lleva a que las funciones básicas del Estado deben ser financiadas mediante la privatización del patrimonio púbico y a través del crédito. Mientras el patrimonio privado se incrementa y aumenta su concentración, los activos públicos se «hunden». La demanda más importante de prestaciones de cuidados ya no puede más ser financiada por el Estado. La puesta en marcha de prestaciones de cuidados en tanto que servicio público sufre una creciente presión en razón de la ausencia de una demanda solvente financiada por el Estado. Los principales agentes reaccionan ante esta situación poniendo en pie una combinación de mercantilización, de competencia, de precarización de las condiciones de trabajo y haciendo soportar a los hogares privados la factura de la prestación de los cuidados.

Notas:

1/ Joachim Schwalbach (2011): Vergütungsstudie 2010. Vorstandsvergütung und Personalkosten. DAX30-Unternehmen 1987-2009, sans indication de lieu de publication.

2/ Karl Brenke (2012): Einkommensverteilung, Sparen, Konsum und Wirtschaftsleistung – ein Rückblick auf die letzten zehn Jahre, dans: Matthias Machnig (Ed.): Welchen Fortschritt wollen wir? Neue Wege zu Wachstum und sozialem Wohlstand, Francfort-sur-le-Main/New York: Campus, pp. 84-102.

3/ Deutsche Bank (2013): Re-Industrialisierung Europas: Anspruch und Wirklichkeit. EU Monitor. Europäische Integration, Francfort-sur-le-Main: DB Research, p. 6.

4/ Ibid., p. 7, El 40% de la gente empleada en el sector de la Industria trabaja en sectores altamente tecnificados que, al mismo tiempo, representan los principales factores de crecimiento. Además hay que remarcar que la tendencia a la deslocalización de la producción, a pesar de los costos relativamente elevados de la mano de obra, (por término medio, casi 37 euros/hora frente a 10€ en la República Checa, 6,65€ en Polonia) se haya debilitado considerablemente. Si en 2006, una proporción del 15% de las empresas indicaba haber procedido, en el curso de los años precedentes, a la deslocalización de la producción al extranjero, en 2010-2011 no eran más que el 11% (frente al 25% a mediados de los años 90). En 2003, 87% de las empresas que había deslocalizado su producción al extranjero utilizaban como principal argumento los más débiles costos salarias, mientras que en 2012, esta proporción cayó al 71%. Globalmente, la parte de los costos salariales en los costos finales de la industria decrece constantemente. Si se tiene en cuenta el costo de los trabajadores eventuales, este costo se sitúa por debajo del 20%.

5/ «Si se compara el monto salarial por trabajador en la industria de transformación, tanto para las empresas orientadas a la exportación como para las que lo son están, aparece que las primeras pagan salarios más elevados. Las diferencias salariales medias observadas han aumentado para pasar, entre 1996 y 2008, del 40% a alrededor del 55%. En 2004-2007, la diferencia llegó a alcanzar, por un breve período de tiempo, hasta el 70%. Tras el examen de todas las variables «deformantes», subsiste cuando menos aún una diferencia salarial de entre el 6 y el 13%» Cf.: Andreas Hauptmann, Hans-Jörg Schmerer (2012) : Lohnentwicklung im Verarbeitenden Gewerbe: Wer profitiert vom deutschen Exportboom? IAB Kurzbericht 20/2012, Nuremberg: Institut für Arbeitsmarkt- und Berufsforschung der Bundesagentur für Arbeit.

6/ Cf. articles dans: Stefan Schmalz, Klaus Dörre (Éd.) (2013): Comeback der Gewerkschaften. Machtressourcen, innovative Praktiken, internationale Perspektiven, Francfort-sur-le-Main/New York: Campus.

Fuente original: http://terrainsdeluttes.ouvaton.org…

Traducción: VIENTO SUR