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Francia

¿Hay un voto comunitarista musulmán?

Fuentes: Quantité Critique

Se está imponiendo en los medios de comunicación la idea de que la izquierda radical francesa se ha embarcado en una seducción clientelista de un «voto comunitario musulmán». Pero, ¿se puede hablar de un voto identitario o religioso en relación con estos electores?

En 2017 y 2022, la sobremovilización de los ciudadanos musulmanes por la candidatura de Jean-Luc Mélenchon se interpretó como el resultado de una estrategia clientelista. Más recientemente, la postura de FI sobre el conflicto israelo-palestino se ha interpretado como un medio de mantener un vínculo político con los musulmanes en Francia, basado en lo que muchos observadores consideran un fundamento problemático.

En 2022, el 69% de los votantes musulmanes de Francia votaron a JLM en la primera vuelta de las elecciones presidenciales (sondeo IFOP La Croix). En ese momento, el candidato de FI obtuvo una puntuación muy alta en los suburbios de clase trabajadora con una gran población inmigrante. Superó el 60% en varias ciudades de Seine-Saint-Denis.

En primer lugar, hay que recordar que esta preferencia por la izquierda entre los votantes musulmanes no es exclusiva de Mélenchon. Ya en 2012, en la segunda vuelta, el 93% de los musulmanes votaron a F. Hollande (Opinionway).

Voto comunitario, voto religioso, ¿cuáles son las realidades de esta preferencia electoral? Numerosos estudios cuantitativos muestran la clara correlación entre la pertenencia a un grupo racializado y el voto a la izquierda, principalmente en América del Norte, pero también en Europa (por ejemplo, Saggar y Heath 1999). En Le Monde en 2017, la investigadora Fatima Khemilat proponía un análisis del impacto de la variable musulmana en el voto: «Las leyes sobre el velo, el niqab por ejemplo, así como los comentarios antiislámicos se tendrán en cuenta a la hora de sopesar los diferentes programas y candidatos.»

En la práctica, pues, se trata más de un voto de censura contra los candidatos islamófobos que de un voto para defender los intereses religiosos. Como es lógico, ser musulmán significa no apoyar a fuerzas consideradas hostiles a la identidad a la que uno se adscribe, lo que limita considerablemente el espectro de partidos a los que se puede considerar apoyar. Más allá de esto, la gran mayoría de los electores de origen inmigrante explican su voto de la misma manera que la población de ascendencia europea: por preocupaciones sociales y económicas (salarios, servicios públicos) más que por razones ligadas a la identidad cultural.

Los investigadores Sylvain Brouard y Vincent Tiberj, en Français comme les autres? Enquête sur les citoyens d’origine maghrébine, africaine et turque (2005), advierten contra la sobrevaloración del impacto de la variable religiosa en detrimento de la relegación social y económica correlativa a la pertenencia a un grupo religioso determinado.

A día de hoy, seguimos sin ver un «voto mezquita». En una encuesta realizada en el panel Bilendi en febrero de 2023, encontramos incluso un efecto negativo de la intensidad de la práctica religiosa musulmana sobre el voto a J-L. Mélenchon: cuanto más religiosas son las personas, menos votan a este candidato y más tienden a votar a E. Macron.

La obra ¡Votes populaires! (2022) del colectivo Focale, basado en un análisis multivariante del voto en dos ciudades populares, también invalida la idea de un voto comunitario en 2017, es decir, un voto dictado por la pertenencia a un grupo religioso, o de un mismo origen migratorio. Al analizar el voto de los musulmanes en Villeneuve-Saint-Georges en función de su posición social, observamos que cuanto más ocupa este grupo posiciones sociales dominadas, más votan a Mélenchon. Entre los asalariados musulmanes cualificados, el candidato de LFI tiene como rival a Macron. Entre los directivos musulmanes, pierde trece puntos, mientras que E. Macron gana ocho.

El sobrevoto musulmán a favor de Mélenchon parece ser el resultado de un posicionamiento político vinculado a una historia de discriminación racial que no puede entenderse independientemente de la dominación económica, y nos dice que es esencial un análisis interseccional del voto. El exceso de voto de los musulmanes se corresponde con actitudes ideológicas coherentes con la izquierda: están más a favor de la redistribución, de salarios más altos, de la protección de los servicios públicos y de la lucha contra la discriminación que el resto de la población.

Por tanto, nos parece crucial reiterar cinco puntos:

  1. Los musulmanes prefieren la izquierda a la hora de votar. Y este fenómeno no se limita ni al candidato Mélenchon ni a Francia.
  2. El efecto de la variable musulmana en la elección del candidato es limitado. Si influye, es más bien para determinar a quién no hay que votar.
  3. Los musulmanes que practican regularmente su religión votan menos a J-L. Mélenchon que los musulmanes no practicantes.
  4. El voto musulmán no es homogéneo: J-L. Mélenchon obtiene altas puntuaciones entre los grupos precarios, pero es superado por E. Macron entre los ejecutivos.
  5. Estos grupos se caracterizan por una mayor adhesión a los valores de la izquierda (redistribución, servicios públicos, lucha contra la discriminación) vinculada sobre todo a su experiencia de discriminación económica y racial.

Por tanto, haríamos bien en aplicar un principio de simetría analizando el voto musulmán del mismo modo que el de otros grupos, teniendo en cuenta la profundidad de su posición social, las limitaciones económicas a las que se enfrentan y las posiciones ideológicas que adoptan, en lugar de reducir su participación electoral a la afirmación de una identidad cultural o religiosa esencializada.

Publicado en Quantité Critique (3 novembre 2023). Y a-t-il un vote communautaire des musulman·es ? Quantité Critique. Consulté le 15 juillet 2024 à l’adresse https://doi.org/10.58079/t3z7

Traducción de viento sur. https://vientosur.info/96101-2/