No hace falta ser inteligente para advertir que la recomposición de los movimientos revolucionarios en América Latina y la llegada de algunos de ellos al Gobierno (Si llegaron al Poder es debatible dependiendo del caso concreto. En cualquier caso en un primer momento llegaron al Gobierno, posteriormente podríamos decir que alguno o algunos a partir […]
No hace falta ser inteligente para advertir que la recomposición de los movimientos revolucionarios en América Latina y la llegada de algunos de ellos al Gobierno (Si llegaron al Poder es debatible dependiendo del caso concreto. En cualquier caso en un primer momento llegaron al Gobierno, posteriormente podríamos decir que alguno o algunos a partir de ahí han conquistado el Poder, y en ningún caso de forma total) ha tenido como consecuencia directa el que la estrategia imperial liderada por los EEUU y las subordinadas oligarquías locales hayan apostado por lógicas golpistas ante la imposibilidad de derrotarles una vez llegados al Gobierno incluso dentro de los marcos de las democracias representativas bajo la hegemonía de las estructuras burguesas (Capital financiero, industrial, medios de comunicación, desigualdad de oportunidades en los procesos electorales, control de los poderes del Estado, etc.). Se podría decir que la Contra nicaragüense fue el último gran despliegue en este sentido en la última mitad del s.XX, y que finalizó con la restauración de los poderes tradicionales en el país, un saldo de unos 40.000 muertos a manos de una Contra organizada por EEUU con la omisión del conjunto de Occidente, ahogamiento de la economía a pesar de los logros del Gobierno sandinista, etc. No me olvido de Cuba, por supuesto, pero de ésta hay que decir que con todas las dificultades del mundo de momento ha resistido durante décadas la ofensiva imperial y sobrevivio al s. XX y hoy en día con sus limitaciones en todos los sentidos continua luchando y apoyando a los movimientos revolucionarios de América Latina.
Ejemplos actuales de la estrategia comentada son el golpe de Estado en Venezuela en el año 2002 (Dirigido por EE.UU, aplaudido por todo occidente por debajo de la mesa, y con la prensa española liderada por el Grupo PRISA directamente implicada en el proceso golpista desde su poder mediático -ejemplo la editorial de El País el día siguiente del golpe en donde es justificado por activa y por pasiva-), los intentos de desestabilización de Ecuador, las intentonas golpistas en Bolivia junto con los intentos de desmembrar el país cumpliendo la estrategia imperial (En donde por cierto, de nuevo, las empresas españolas han sido partícipes de los hechos, y en donde de nuevo el Grupo PRISA ha cumplido un papel importante en esta estrategia siendo uno de los grupos de comunicación que daba voz a dicha estrategia por su poder comunicativo en el país), el intento de amaño de las elecciones en El Salvador y Nicaragua, etcétera, y finalmente el golpe de estado en Honduras diseñado desde una base militar de EE.UU y sabido por el embajador de este país un mes antes, además de la posterior cobertura al nuevo régimen del país (Cobertura no basada en las palabras de cara a lavar la cara ante la opinión pública mundial, sino a los hechos concretos de la política internacional).
Honduras ha sido históricamente una plataforma de intervención sobre América Latina por parte de los poderes hegemónicos a través de la tecnología, el dinero, recursos militares, formación militar, un ejército totalmente infiltrado, etcétera, y es de dónde se planificaron y de dónde partieron intervenciones agresivas como la «contra» contra la Nicaragua sandinista que causó miles de muertos, contra El Salvador, etc.
Por lo tanto si había un lugar con posibilidad de triunfar un movimiento así en estos momentos era en Honduras por pura lógica. Y eso que el Presidente tampoco es un revolucionario desde una concepción tradicional, pero tampoco lo era Jacobo Arbenz, con el que hay bastantes similitudes, la cuestión está en que reformas mínimas en un país como Honduras pueden ser revolucionarias, y lo que es mucho más importante y determinante, la activación de movimientos sociales desde la base.
Creo que de ahí es de dónde se debe partir. Y a continuación seguir porque el ejército no actúa sólo, ni mucho menos hace esto por iniciativa propia, empezando porque es un ejército totalmente infiltrado. Y consecuentemente sucede que a nivel internacional se están diciendo unas cosas y por debajo de la mesa se están haciendo otras.
Por otra parte lo que han hecho es fácil de ver. La burguesía hondureña local e internacional -fundamental este último aspecto-, el ejército infiltrado, los congresistas, etcétera han ilustrado cuál es la posición de los poderes superiores, porque su acción sólo está pudiendo subrevivir si desde ahí se sigue trabajando en la misma dirección, y sobretodo cuál es su grado de aguante sobre lo que ha sucedido y en el futuro próximo.
Claro que esto no son los años 50, y la OEA tiene influencias internas diferentes que la han obligado a hacer determinados movimientos, al menos a nivel superficial pero que han sido relativamente importantes para deslegitimar internacionalmente el golpe. Pero en esta fase las posiciones de EEUU y Europa no han ayudado en absoluto, al contrario, ya que en los primeros momentos la restitución de la legalidad pasaba por un posicionamiento claro de EE.UU -fundamentalmente- y de Europa contra el nuevo régimen, por la sencilla razón de que son precisamente ellos los que tienen el principal poder para cambiar la posición interna de los golpistas en su conjunto, empezando por la propia estructura económica del país que está directamente conectada con los centros de poder mundiales y no duraría un mes en pie si estos quisieran. Y esto por no comentar la presencia militar de los EE.UU en el país antes, durante y después del golpe.
Desde una óptima más global del conflicto latinoamericano lo ocurrido en Honduras es obvio que debilita el frente anti imperialista que se está creando, debilita al ALBA, supone un soplo de aire fresco al Imperio (En mayúsculas, es decir, no ya al Estado de EEUU como elemento central que garantiza su continuidad, sino a la estructura real que sustente a éste, es decir, el capital transnacional fundamentalmente con sede en Washington pero también al europeo, del cual el que tiene sede en España tiene una considerable importancia). Pero a nadie se le escapa que además de ser una agresión directa a Honduras, a los movimientos sociales y la propia ciudadanía del país -especialmente los más pobres-, el Imperio afronta esto como una posición regional y de forma especial en su lucha contra el Gobierno de Venezuela, ya que éste tiene un papel protagonista en los nuevos vientos que soplan en la región, empezando por sus posicionamientos políticos de estrategia regional como por sus ingentes recursos energéticos, los cuales son fundamentales para el funcionamiento del sistema a nivel global y los cuales hasta la fecha habían estado bajo severo control de los EE.UU y las transnacionales occidentales.
En este sentido lo que está pasando en Colombia está directamente relacionado con Venezuela, evidenciando una nueva apuesta por tensionar la política regional y activar nuevos resortes de poder que dificulten o impidan el asentamiento del frente anti imperialista en los países que actualmente los sustentan y en los que se puedan sumar (Perú, etc.). Colombia es ni más ni menos que la Israel de EE.UU en América Latina, utilizándola como plataforma militar en la región, además de explotarla económicamente de forma brutal a través del Tratado de Libre Comercio, controlando de forma indirecta su ejército y también de forma indirecta la promoción del paramilitarismo en la región, apoyando y financiando un régimen político que de democrático no tiene nada, en el cual hacer sindicalismo y la muerte está muy relacionado, en el que los movimientos políticos de base están perseguidos y cuyos protagonistas en muchas ocasiones mueren, en donde han muerto en las últimas décadas varios candidatos presidenciales opositores al régimen, en donde el paramilitarismo, el narcotráfico el Gobierno hay una conexión absoluta demostrada, en donde según informes internacionales más del 90% de la violaciones de derechos humanos los cometen entre el ejército y los paramilitares, etc.
Por todo esto que comento es especialmente relevante el posicionamiento del Gobierno español, del PSOE, a través de la señora Fernández de la Vega, a favor de instalar más bases de EEUU en Colombia, ya que implica un posicionamiento claro tanto a nivel gubernamental como del PSOE en el conflicto, ya que dichas bases son una extensión, una vuelta de tuerca, de la estrategia comentada, que en definitiva tiene como objetivo ahogar los movimientos sociales de izquierdas y volver a adueñarse de los recursos naturales de la región -del petroleo, sí, pero también del agua-. Y es más relevante aún porque a pesar de que el PSOE siempre ha tenido una política de cobertura al capital español en la región (Concretamente en Colombia el BSCH, el BBVA tienen grandes inversiones e influencia, y el Grupo PRISA es un baluarte comunicacional) ha solido tener de cara a la opinión pública posicionamientos más disimulados que el PP, al que nunca le ha importado posicionarse públicamente con este tipo de «lineas duras» en los conflictos. Asistimos en toda regla a una clara internacionalización del conflicto, a una alianza a toda luz tanto económica como política de los poderes occidentales para intervenir en la región que sólo traerás más muerte, más miseria, más tragedias, etc.
Y no, no vale con que la historia los vaya a juzgar, que eso pasa siempre. Es hora de solidarizarnos con nuestros hermanos latinoamericanos, con los movimientos políticos y sociales que van a hacer frente a una situación larvada de hace tiempo pero que se va a recrudecer, y en nuestro ámbito denunciar las posiciones de nuestros Gobiernos.
Pedro Mª De Palacio es militante del PCE e IU y autor de la bitácora «La escarpada subida».