El Reimo Unido y la Unión Europea sellaron un histórico acuerdo comercial posbrexit luego de meses de reñidas negociaciones que tuvieron en vilo a la economía británica debido a una posible y riesgosa salida forzada del bloque. El lunes deberá iniciar el proceso de ratificación de acuerdo, que debe entrar en vigor el primero de enero próximo, con los 27 países de la UE. Faltará el aval del parlamento Europeo, que se dará al entrar el nuevo año.
Desacuerdos de último minuto sobre las cuotas de pesca habían complicado el jueves la conclusión de la firma. El acceso a los ricos caladeros británicos es vital para los pescadores europeos. Sobre los derechos pesqueros, el acuerdo da a los pescadores europeos el acceso a las aguas británicas durante un periodo transitorio de cinco años y medio, hasta junio de 2026. La fumata blanca es solo un primer paso y ahora hay que analizar con detalle las páginas del pacto.
El pacto se cocinó a fuego lento, tras un camino de declaraciones y amenazas cruzadas, agotador para los equipos negociadores. En nueve meses, mismo tiempo que tarda en gestarse un bebé y poco más del que se ha necesitado para desarrollar y validar una vacuna contra la covid, selogró un acuerdo entre dos vecinos y socios, que están condenamos a entenderse, tras ser compañeros de viaje durante casi cuatro décadas.
Las principales diferencias que han hecho peligrar las negociaciones entre Bruselas y Londres han sido la pesca, la gobernanza y la competencia en igualdad de condiciones. desacuerdos que no han permitido grandes avances durante meses.
Este histórico acuerdo llega cuatro años y medio después del referendo de 2016, en el que los británicos decidieron por 52 por ciento de votos poner fin a casi cinco décadas de una tensa relación con la UE y convertirse en el primer país que abandona el bloque, en una votación que dividió a la población y a sus políticos.
Provocó la dimisión, primero, del primer ministro británico conservador David Cameron y, después, de su sucesora, Theresa May. Ambos recibieron el jueves con los brazos abiertos el fin de años de incertidumbre. El Reino Unido abandonó oficialmente el bloque el pasado 31 de enero gracias a la aplastante mayoría parlamentaria lograda por el conservador Boris Johnson en las elecciones legislativas de diciembre de 2019.
Sin un acuerdo con los 27, las relaciones entre ambas partes habrían pasado a regirse por las normas de la Organización Mundial del Comercio, que implican aranceles y cuotas y una montaña de formalidades burocráticas que amenazaban con colapsar los puertos británicos, provocar desabastecimiento de productos y disparada de precios.
De darse una ruptura, Reino Unido habría perdido mucho más que Europa: los británicos exportan 47 por ciento de sus productos hacia el continente, cuando la UE sólo sacaría ocho por ciento de sus mercancías al otro lado del Canal de la Mancha.
El negociador en jefe de la Unión Europea, Michel Barnier dio a conocer el único texto en inglés del acuerdo posbrexit, de 246 páginas, que deberá ser traducido a todas las lenguas de la UE. Gran parte de él es bien conocido en las capitales europeas y hay pocas dudas de que el acuerdo se firmará. Mientras, los embajadores examinarán medidas unilaterales para sancionar un incumplimiento del acuerdo por Reino Unido.
La Eurocámara (Parlamento europeo)se ha pronunciado en contra de una aplicación provisional total, porque no ve con buenos ojos dar este paso sin conocer su opinión, aunque una mayoría de grupos se han abierto en los días recientes a una aplicación interina previa a su voto, siempre que sea parcial y sólo afecte a los capítulos más urgentes.
La firma de un compromiso histórico, tras largas y arduas negociaciones, evitó una ruptura brutal que habría conllevado aranceles y cuotas, así como el cierre de las aguas británicas a las flotas europeas a partir del 31 de diciembre. La salida del mercado único y el final de la libre circulación será un giro colosal para los británicos, tras cuatro años y medio desde el referendo del Brexit y casi medio siglo de integración europea.
Con este nuevo tratado comercial, la UE ofrece a su ahora exsocio un acceso inédito sin aranceles ni cuotas para su inmenso mercado de 450 millones de consumidores, apertura que irá acompañada de estrictas condiciones: las empresas del Reino Unido deberán respetar un número de normas que evolucionarán con el paso del tiempo en materia de medio ambiente, derechos laborales y fiscales para evitar cualquier competencia desleal.
En este periodo transitorio, la UE renunciará a 25 por ciento de su cuota anual en aguas británicas, valorada en unos 650 millones de euros anuales (800 millones de dólares).
La UE promete ayudar a este sector, que considera que es el gran perdedor del acuerdo, aunque el pacto fue presentado como equilibrado y que permitía “dejar atrás el Brexit definitivamente”, según la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Irlanda, Irlanda del Norte, Escocia, Alemania, Francia, España, Holanda, Portugal, Italia, Austria y Dinamarca saludaron por separado el pacto. Estados Unidos anunció que está listo para trabajar por el fortalecimiento de las relaciones transatlánticas tanto con Reino Unido como con la UE.
Tras el acuerdo conseguido a nivel técnico, quedan varios procesos en el tintero. En primer lugar, tendrá que reunirse el Colegio de Comisarios y a continuación la Comisión Europea enviará el texto a las capitales para que lo examinen y ratifiquen. Para ello, los embajadores de los Veintisiete se reunirán próximamente, momento en el que también decidirán si el pacto se aplicará de manera provisional. Por último, el pleno del Parlamento Europeo tendrá que dar luz verde para que el acuerdo entre en vigor en su totalidad, algo que no ocurrirá antes de enero de 2021.
Con este nuevo acuerdo, el Reino Unido dice adiós al programa Erasmus de intercambio para estudiantes europeos, lo que significa que los universitarios europeos no podrán elegir las islas como destino para desarrollar un curso académico. Los británicos, por su parte, tampoco podrán completar sus asignaturas en los países europeos.
Son muchos los jóvenes europeos que plantean en sus primeros años de carrera estudiar un curso en Londres. Hasta ahora, solo tenían que planteárselo, reunir unos ahorros y hacer las maletas, pero a partir del 1 de enero de 2021 tendrán que solicitar antes por un visado que les permita vivir más de 90 días seguidos en el Reino Unido.
En un mensaje de video, el primer ministro británico, Boris Johnson, presentó el acuerdo como un regalito para quienes buscaban algo que leer en la soporífera sobremesa de la comida de Navidad. Aquí está: noticias satisfactorias, esto es un acuerdo para aportar seguridad a las empresas y a los viajeros y a todos los inversores en nuestro país a partir del 1º de enero, dijo.
«Hemos recuperado el control de nuestras leyes y nuestro destino», aseguró Johnson, quien agregó que aunque la negociación incluyó discusiones «feroces», se había logrado un «buen acuerdo para toda Europa» que crearía empleo y prosperidad.
El pacto con Bruselas representa una victoria para Johnson, que tenía este año para preparar la salida del país del bloque. La pandemia de Covid-19 alteró sus planes. Con el descubrimiento de una nueva cepa más contagiosa, el país quedó repentinamente aislado y miles de camiones quedaron bloqueados en la frontera con el continente –en los alrededores del puerto de Dover-, lo que provocó temor a la falta de abastecimiento.
En realidad es un pacto menos ambicioso de lo que Bruselas pedía en origen, pero que garantiza un equilibrio a ambos lados del canal de la Mancha, que ha sido posible tras el impulso de las últimas dos semanas, cuando los equipos negociadores anunciaron acuerdos en materia de gobernanza y competencia. El acuerdo incluye la apertura mutua de los mercados, algo que podría no gustar nada a los conservadores británicos que sueñan con cortar todo vínculo con la Unión Europea.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)