Existen hechos en apariencia anecdóticos que se convierten en el catalizador de reivindicaciones y deseos de cambio, acciones que trascienden incluso los objetivos de sus propios iniciadores. Ocurrió en 1955 cuando Rosa Parks rehusó ceder su asiento en la parte delantera del autobús en el que viajaba en Alabama, se repitió recientemente en Tunez cuando […]
Existen hechos en apariencia anecdóticos que se convierten en el catalizador de reivindicaciones y deseos de cambio, acciones que trascienden incluso los objetivos de sus propios iniciadores. Ocurrió en 1955 cuando Rosa Parks rehusó ceder su asiento en la parte delantera del autobús en el que viajaba en Alabama, se repitió recientemente en Tunez cuando en diciembre de 2010 el joven universitario y vendedor ambulante Mohamed Bouazizi decidió quemarse a lo bonzo hastiado de las injusticias policiales y de un futuro sin perspectiva.
Ha vuelto a ocurrir en Rumanía. La gota que ha colmado el vaso y la paciencia de un pueblo históricamente habituado a sufrir y resignarse se produjo el pasado 11 de enero, cuando el mismísimo Presidente Basescu intervino en directo en la televisión Realitatea exigiendo de manera soberbia y petulante la dimisión inmediata del secretario de Estado de Sanidad Raed Arafat -uno de los personajes más valorados del país-, por oponerse al proyecto de reforma de la sanidad impulsado sin debate previo por el partido gubernamental, el conservador PDL.
El movimiento de protesta, que en un primer momento tenía como objetivo mostrar la solidaridad con Arafat y la repulsa al controvertido proyecto de ley, adquirió pronto otro cariz, transformándose en una ola de protestas -de una intensidad y participación ciudadana desconocidas desde 1989- que se ha extendido a más de 43 ciudades.
De nada ha servido que Basescu, sorprendido y acongojado por una respuesta que no esperaba, haya solicitado la retirada del proyecto de reforma de sanidad y la vuelta -aceptada por éste- de Arafat a su función en el Ministerio. Cuando la mecha del descontento prende es complicado apagarla.
La ausencia de líderes -los sindicatos y la coalición opositora USL (unión de socialdemócratas y liberales) se mantuvieron en un primer momento a la expectativa, temiendo tal vez el fracaso de las protestas- y el carácter absolutamente heterogéneo de sus componentes han planteado dudas sobre la continuidad temporal de las protestas.
Heterogeneidad que hace confluir en una misma causa a funcionarios y pensionistas a quienes el gobierno recortó el 25 y 15% respectivamente de sus salarios y prestaciones, nostálgicos del comunismo como Ovidiu Gheorghe, anciano de 80 años que lamenta amargamente que con su pensión de 180 euros » me es imposible pagar los medicamentos que necesito y vivir con un mínimo de dignidad «, ciudadanos sin afiliación política que muestran su rechazo al conjunto de una clase política corrupta (el Tribunal de Cuentas acaba de hacer público que durante 2010 se gastaron «irregularmente» 9.000 millones de euros), revolucionarios de 1989 a quienes el gobierno acaba de suspender sus asignaciones mensuales desde el uno de enero, partidos políticos extraparlamentarios de diverso pelaje -desde el partido Verde hasta el grupo ultraderechista Noua Dreapta, pasando por personajes más o menos estrambóticos que quieren aprovechar la protesta como plataforma-, ultras marginales de equipos de fútbol cuyo único objetivo es provocar choques con la policía, ecologistas contrarios a la explotación aurífera de Rosia Montana (proyecto minero que podría causar daños irreparables en el patrimonio y ecología del país), feministas como Tudorina Mihai -miembro de la asociación feminista Filia y quien exige mayor visibilidad social y política para las mujeres rumanas-, o los miembros de los partidos de oposición y sindicatos que no quieren quedar descolgados de unas protestas que les benefician indirectamente.
Basescu y su Primer Ministro Boc afrontan las manifestaciones del fin de semana con la vista puesta en una semana que se prevé funesta para sus intereses.
Por un lado, el Ministro de Interior Traian Igas está sufriendo presiones para dimitir o explicar la brutalidad policial desarrollada en Bucarest (http://youtu.be/0BlqUWqMH2w); ante los numerosos abusos cometidos y difundidos a través de los canales de socialización, se les ha abierto expediente penal a cuatro policías antidisturbios.
Desde Estrasburgo, los socialdemócratas (PSE) y liberales (ALDE) europeos han emitido un comunicado de condena: «Queremos expresar nuestra preocupación por el comportamiento cada vez más antidemocrático de régimen de Bucarest, donde su Presidente ha ejercitado sus atribuciones al límite de la Constitución». Asimismo, recordaron que si bien los ajustes son imprescindibles en estos momentos, máxime si quieren recibir la siguiente transacción del préstamo de un máximo de 20.000 millones de euros negociado en 2009 con el FMI, es incomprensible que al mismo tiempo Rumanía sólo haya sido capaz de absorber el 3% de los fondos europeos debido a su incapacidad administrativa y corrupción generalizada.
La oposición USL ha solicitado para el lunes 23 la convocatoria de una sesión extraordinaria del Parlamento en la que exigirá al Primer Ministro Boc explicaciones por los excesos policiales, la suspensión del Presidente Basescu y la convocatoria inmediata de elecciones anticipadas. No obstante, las posibilidades de prosperar estas dos últimas propuestas son escasas, por carecer la oposición de la mayoría necesaria.
Para rematar el particular vía crucis gubernamental, durante la próxima semana se han convocado tres diferentes manifestaciones multitudinarias: revolucionarios de 1989, ecologistas contrarios al proyecto Rosia Montana y del sindicato de militares en retiro.
Desde hace tres días en diferentes ciudades europeas como Londres, Lisboa, Viena, Roma o París se han congregado decenas de rumanos exigiendo la dimisión del Presidente Basescu. En España, están programadas para este fin de semana protesta frente a la embajada de Madrid y los consulados de Barcelona, Castellón y Zaragoza.
Según el analista político Andrei Taranu, «si las manifestaciones de la próxima semana tienen éxito, Basescu se verá obligado a hacer gestos conciliadores como podrían ser una remodelación masiva de actual gobierno o incluso plantear la convocatoria anticipada de elecciones legislativas».
Malas expectativas por tanto para un Presidente que escasamente supera el 15% de aceptación según las ultimas encuestas y ante un año en el que se celebrarán unas legislativas que pueden suponer un terremoto político en Rumanía.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.