Recomiendo:
0

(In)movilizaciones

Fuentes: Konteiner

Traducción de John Brown

El 29 de septiembre coincidieron en Bruselas 3 formas de movilización, cada una de las cuales expresaba una escenificación distinta de la tradición de los movimientos sociales o de distintas combinaciones de estos.

La primera era la manifestación de los sindicatos organizada por la Confederación Europea de Sindicatos. Era sin lugar a dudas una movilización de masas: los sindicatos hablaron de unas 120.000 personas. Un manifestante afirmaba en la radio que «no había visto nada así desde los años 70.»

En el punto de partida de la manifestación esperaba pacientemente para incorporarse a ella -en «la cola», pero dentro de la manifestación tal como se había acordado con el servicio de orden- el «bloque anticapitalista» Algunos de negro, otros de rosa, payasos, un grupo de samba etc. La mayoría de ellos se habían encontrado en Bruselas para el Noborder camp que había tenido lugar aquella semana-había acabado poco antes, mera coincidencia.

Al final ninguno de ellos consiguió manifestarse: nada más arrancar, la policía los rodeó y practicó una 300 «detenciones administrativas» (una peculiar institución establecida con vistas a los desplazamientos de hinchas deportivos y a la prevención del vandalismo de los hooligans). Los negros y los rosas quedaron. inmovilizados ante la mirada indiferente de los miembros del servicio de orden (a uno de los cuales se le oyó decir: «compañeros, también los policías son trabajadores, dejémosles hacer su trabajo»). Posteriormente muchos de ellos permanecieron detenidos durante varias horas o días; cuatro de ellos siguen estándolo y se les han imputado cargos. Han formulado denuncias por trato arbitrario, violento y degradante, al límite de la tortura, así como por un intento de hacer desaparecer pruebas (se incautaron cámaras, o se intimidó a sus propietarios para que no las usasen).

Al día siguiente tuvo lugar una extraña huelga salvaje de los controladores aéreos en todos los aeropuertos belgas. La huelga no se había anunciado, ni quedó posteriormente cubierta por ningún sindicato. Se organizó y se realizó mediante un acuerdo directo del personal: ni siquiera está claro que hubiese una asamblea. Los medios de comunicación se llenaron de tableros luminosos que decían «CANCELADO» junto a las indicaciones de los vuelos y. de (aspirantes a) viajeros que los miraban sin saber qué hacer junto a sus maletas.

La deserción de los puestos de trabajo no respondía a ningún acontecimiento en particular ni se asociaba con ninguna reivindicación concreta frente a la empresa. Los periodistas del «respetable» diario «Le Soir» intentaron, confusos, determinar «por qué» occurrió esta huelga, pero lo único que lograron arrancar fueron algunas informaciones anónimas sobre un «malestar generalizado en el trabajo» así como sobre dos traslados de funcionarios que fueron «la gota que desbordó el vaso». Los controladores optaron por consiguiente por la conducta de Bartleby, el escribano del relato homónimo de Melville, el cual se niega a obedecer a su jefe usando simplemente la difícilmente traducible expresión «I’d rather not to, Sir» («Preferiría no hacerlo», o «más vale que no lo haga», «Señor»)

Los directivos de los aeropuertos se vieron en una situación de impotencia y, ciertamente, además de las acusaciones habituales en Grecia en este tipo de situaciones («corporativismo», «han tomado a los pasajeros de rehenes» etc..), consideraron la huelga ¡una «falta de profesionalismo»! Finalmente, sin embargo, se entablaron negociaciones y acabó la huelga después de unas horas, como empezó: de repente y sin motivo declarado. El caos tardó de tres a cuatro días en reabsorberse. .

No se puede inferir de ningún dato conexión alguna entre esta movilización/inmovilización con la manifestación del día siguiente.

En otras palabras, teníamos:

– una previsible movilización centralizada de tipo «fordista», cuya reivindicación era el «Programa de Lisboa»: «crecimiento y empleo» que se hizo perceptible todo el día en el centro de una ciudad y se disolvió inmediatamente después, dejando detrás no se sabe qué.

– Una escenificación que trasladaba la experiencia de las fronteras y la resistencia contra ellas al centro, a la capital de la Unión Europea, organizada por personas que se declaran integrantes del espacio anticapitalista, así como un intento de participación crítica de estos en el sindicalismo mayoritario y en la institucionalizada «comunicación entre los interlocutores sociales» La única consecuencia cierta de esta comunicación fue una más fácil cartografía del terreno y una intervención terrorista en éste por parte de las fuerzas represivas.

– Una expresión (y simultánea realización) parcial y no programada (aunque impecablemente coordinada) del deseo de ciertas personas de trabajar menos, que descoordinó durante algún tiempo el mecanismo de la industria turística.

La ausencia de conexión entre ellas podría leerse como una ocasión perdida de «unidad de los trabajadores» y de actuación eficaz, pero también como una forma de difusión, un movimiento/inmovilidad rizomático que se sale momentáneamente de la velocidad imperativa del flujo de mercancías materiales e inmateriales y de su codificación.

¿Qué lectura tiene más fuerza? Nos lo dirán las próximas (in)movilizaciones.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.