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Sobre el acuerdo de Ginebra para Ucrania

Interpretaciones antojadizas

Fuentes: Rebelión

En esto de entender las cosas al revés, no hay quien le gane a los EE.UU. y sus socios de la UE. La ONU autoriza controlar los vuelos militares de la aviación Libia, pero ellos arbitrariamente llevan el caos y la destrucción a ese país, luego linchan a Gadafi y se jactan descaradamente del crimen […]

En esto de entender las cosas al revés, no hay quien le gane a los EE.UU. y sus socios de la UE. La ONU autoriza controlar los vuelos militares de la aviación Libia, pero ellos arbitrariamente llevan el caos y la destrucción a ese país, luego linchan a Gadafi y se jactan descaradamente del crimen mal parafraseando una célebre frase de Julio Cesar.

Se logra en Ginebra, según explicó Kerry en conferencia de prensa, un acuerdo para frenar en Ucrania la violencia y desarmar a «todos los grupos ilegales armados», se sobreentiende que eso significa a todos y no a una sola de las partes; sin embargo, acolitan a sus títeres de Kiev para que sólo sean desarmados los militantes del sur oriente de Ucrania, además, felicitan a sus cipayos por mal interpretar este acuerdo y, de yapa, van a introducir soldados en Polonia para compensar las tropas que en la frontera con Ucrania tiene Rusia, país soberano que las puede desplegar dentro de su propio territorio donde y cuando le convenga.

Como rechazaron la asistencia a Ginebra de la oposición ucraniana, la misma no acepta los acuerdos logrados y se niega a deponer las pocas armas que posee. Kirill Rudenko, portavoz de la República Popular de Donetsk, sostiene que el acuerdo fue firmado por Rusia y no por ellos y exige «al Gobierno ucraniano que desarme primero a los grupos ilegales que actuaron en Maidán, como el Sector de Derecha y esa Guardia Nacional que han creado, luego depondremos las armas y desalojaremos los edificios»; se refiere a las milicias nazis entrenadas en Polonia, Lituania y Estonia con el dinero que, según Victoria Nuland, EE.UU. entregó para dizque propagar valores democráticos.

Por su parte, el gobierno de mojiganga de Ucrania ofrece el estatus oficial a la lengua rusa y dar más autonomía a la región sur oriental de Ucrania, mientras que la ladrona de gas y candidata de ellos, Timoshenko, exige que las inexistentes tropas rusas abandonen Ucrania sino se iniciará una ofensiva con el apoyo imperial y, luego de reunirse con miembros de la oposición de Donetsk, expresa el deseo de que los acuerdos puedan realizarse; dice: «el diálogo ha comenzado y eso es muy importante.»Lastimosamente, sus amos del imperio buscan otra cosa y por eso el Sector de Derecharompe la tregua de Pascua de Resurrección asesinando a civiles inocentes en Slaviansk, lo que abre las puertas a una guerra civil de impredecibles consecuencias. A suvez, Obama ordena a Putin desarmar sus tropas, so pena de las más feroces sanciones. Por lo visto, algunos se equivocan de libreto, y esos no son ni Putin ni el pueblo ucraniano sino los belicosos de la OTAN.

Pero la UE y los EE.UU. no sólo interpretan arbitrariamente la realidad sino que aparentan no conocerla. A pesar de que en Ucrania todos sus habitantes son ruso hablantes, y no sólo los del sureste, pretenden convencer al mundo de que ucranianos que no hablan ruso y no tienen ideología nazi han emprendido actualmente una operación militar con la que buscan liquidar a lo que llaman invasores extranjeros, bandidos y terroristas, acto que enseguida aplauden porque dicen que se trata de una acción mesurada. ¡Vaya, qué son mesurados! Emplean a paramilitares nazis y a las Fuerzas Armadas de Ucrania para reprimir a un pueblo desarmado, su propio pueblo, lo que además de inconstitucional es criminal. En realidad, los atacados son ucranianos que también hablan ruso pero que no aceptan el nazismo, pues lucharon denodadamente contra la ocupación de Alemania Nazi. Esta situación ha puesto a Ucrania al borde de la guerra civil.

Los bandoleros del gobierno ucraniano tienen su punto de apoyo en los más retrógrados miembros de la OTAN, que los necesitan de carne de cañón en la lucha para apoderarse de las riquezas rusas, y en la zona occidental de Ucrania, donde sus mentores ideológicos, comandados por Stepan Bandera, lucharon codo a codo con las tropas de Alemania Nazi, asesinando a cientos de miles de ucranianos, rusos, bielorusos, judíos, polacos y gitanos durante la Segunda Guerra Mundial.

El desgobierno de Kiev, envalentonado por el cacareado apoyo de los EE.UU. y la UE, y al no contar con el de su propio pueblo, se venga contra la población de Ucrania sur oriental y muerde la mano de Rusia, que en los últimos veinte años ha permitido que ese país ahorre más de 100.000 millones de dólares, gracias al descuento en el precio del gas. La deuda de 2000 millones que Ucrania le debe a Rusia no ha sido pagada ni siquiera con el dinero que la misma Rusia le prestara.

Ahora sí, todo está claro. El golpe de Estado se dio para que el gobierno inconstitucional y provisional de Ucrania tenga las manos libres para enviar paramilitares nazis y el ejército a reprimir a sangre y fuego al pueblo ucraniano y amañar las elecciones del 25 mayo para instalar un gobierno títere de los EEUU; realmente, las están boicoteando porque su candidata, Yulia Timoshenko, no tiene la mínima posibilidad de triunfar.

Los tercos dirigentes de Occidente, que tragándose sus propias mentiras quieren ver rusos hasta en la sopa, no reconocen que son los mismos ucranianos quienes se rebelan contra una gavilla de facinerosos que les niegan incluso sus derechos ancestrales, como es hablar el idioma ruso, lo que torna peligrosa una situación que puede desencadenar la Tercera Guerra Mundial.

Pero el tiro les va a salir por la culata porque los ucranianos saben luchar por la libertad, como ya lo hicieron durante la Segunda Guerra Mundial; también se debe conservar la esperanza de que las Fuerzas Armadas de Ucrania no vayan a combatir contra sus propios hermanos de sangre en una guerra que sólo sirve al interés de los intervencionistas de Occidente.

En realidad, la solución de este complejo problema sería bastante sencilla de haber buena voluntad por parte del actual gobierno de pacotilla de Kiev y de sus titiriteros de Occidente: Para conservar la integridad de Ucrania, basta con que su parlamento (Rada) apruebe una nueva Constitución que convierta a ese país en una federación, dé autonomía a todas sus regiones, otorgue a la lengua rusa el estatus de oficial y reconozca a Crimea como parte del territorio ruso, tal como lo fue antes.

De estos puntos, el último es irrenunciable para Rusia, porque por la sola península de Crimea ofrendaron su vida más rusos que todos los norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.