Leyendo algunas noticias sobre los recientes acontecimientos registrados en Islandia me vinieron a la memoria los versos de Federico García Lorca «Córdoba, lejana y sola…» porque ¿qué más lejana y sola que aquella remota isla vecina del Artico y sin embargo atacada por los mismos males que abisman a la mayor parte de los cinco […]
Islandia, casi como un faro en el Atlántico Norte, con sus poco más de 100 mil km2 y sus algo más de 300 mil habitantes, ya era conocida por los vikingos antes del siglo I. Poblada un poco más tarde por celtas y europeos del norte, formó parte sucesivamente de los reinos de Noruega y de Dinamarca hasta que, a mediados del siglo pasado, logró su independencia.
Con una estructura orográfica muy particular, una enorme meseta con montañas, glaciares y ríos que fluyen hacia el mar por todo su perímetro y una gran actividad volcánica y geotérmica, tiene a pesar de su latitud (+ de 60º Norte) un clima templado gracias a la corriente del Golfo y una economía que aún dentro del marco neoliberal, la había ubicado, como país desarrollado en el décimo primer lugar a nivel mundial por su PBI pero en el primero en desarrollo humano o IDH1.
La «habían» ubicado y utilizo el pasado porque hasta allí ha llegado también el largo brazo de la crisis de la economía capitalista, «legitimadora de la codicia» como bien dice Michael Moore, con su característica fuerza destructiva poniendo en riesgo el bien logrado bienestar de sus habitantes. No hace mucho tiempo, en el 2008, su tasa de desempleo no llegaba al 2 %, mientras que últimamente afecta ya al 8% de su población activa. Y la casi absoluta responsabilidad de su crisis se la debe como en casi todo el resto del mundo al sector financiero.
Islandia contaba con tres bancos estatales con sucursales en Londres, Berlin, La Haya y Bruselas; se privatizaron en 2003, pero el estado tuvo que volver a hacerse cargo de ellos aceleradamente a fines del 2008 como consecuencia de la implosión del sistema bancario internacional. Y como siempre, los ahorristas externos, apoyados por la Unión europea, el FMI y los países sede de las sucursales de los bancos islandeses, han comenzado a presionar al estado islandés para que les restituya sus ahorros sobre la clásica base de requerir al gobierno de la isla austeridad presupuestaria y reducción de los servicios a los ciudadanos. Sin embargo, la ciudadanía islandesa, percibiendo el peligro, se movilizó rápidamente y logró formular un petitorio al gobierno firmado por casi la mitad de los electores con el objeto de impedir la sanción de una ley indemnizatoria abiertamente impulsada por el FMI, y destinada a restituir a Inglaterra y a los Países Bajos varios miles de millones de euros que estos habían anticipado a los ahorristas de los tres bancos nacionalizados y a los que el Estado había inyectado ya en el momento de nacionalizarlos una importante cantidad de fondos.
La ley llegó a aprobarse sin embargo, entre gallos y medianoche, precisamente en vísperas de Año Nuevo, y el petitorio fue presentado al Presidente del gobierno el día 2 de enero. De modo que el Presidente, invocando un artículo constitucional que se lo permite, ha convocado un referéndum para el 6 de marzo próximo. Mientras tanto han comenzado a arreciar las amenazas de los organismos internacionales y de las agencias de calificación como Standard & Poor’s con bajarle la nota o degradar al país o en algunos casos, el palo y la zanahoria, promesas de nuevos créditos aunque como de costumbre sobre la base de las tradicionales medidas de ajuste y de apoyo a su potencial ingreso a la UE, cuya Comisión ha manifestado ya que no abrirá sus puertas al país a menos que este asuma totalmente sus deudas con los ahorristas o, lo que es lo mismo, que los islandeses destinen una parte importante de sus ingresos a un pago que ha sido calculado en aproximadamente 12 mil euros por habitante.
Pero no solo le llegan las amenazas o las «promesas» directas, se ha desatado al mismo tiempo una campaña mediática tendiente a convencer a los ciudadanos de que el FMI está dispuesto a ayudarlos con nuevos préstamos, de que el ingreso en la UE es crucial para mantener su nivel de desarrollo y de que aunque en la consulta popular gane el NO Islandia no podrá dejar de respetar sus compromisos financieros.
Una vez más la terca imposición de un sistema que ofrece ganancias siderales a partir de una estructura especulativa que se niega a asumir los riesgos o, lo que es lo mismo, empeñada en socializar las pérdidas y en privatizar las ganancias.
Islandia, lejana y sola pero, aunque sola, no tan lejana que no sea capaz de proponer un ejemplo que se propague al mundo. Lo esperamos todos.
Fuente: CADTM (Comité para la anulación de la deuda del Tercer Mundo).
1. Índice elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que se basa en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: Vida larga y saludable, Educación y Nivel de vida digno (medido este último en el PBI per cápita en dólares).
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