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Italia al borde de un ataque de nervios

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Gorka Larrabeiti

Estoy de acuerdo en parte con las primeras líneas del análisis de Giulietto Chiesa publicada el 11 de abril en Rebelión, donde se dice que «la televisión berlusconiana ha modificado Italia. O mejor dicho, una mitad de ella. La ha cambiado a peor, y profundamente».

Esto es cierto en parte porque el primer problema italiano actualmente no es la izquierda sino la «izquierda». Los italianos están muy cansados de Berlusconi porque en estos cinco años, cada uno de nosotros, aparte de un puñado de multimillonarios deshonestos, ha visto cómo empeoraban sus propias condiciones materiales de vida, además de la vida moral del país. Lo que afirman las cadenas televisivas puede favorecer a un gobierno o a un gobernante sólo si su estado de salud política es bueno. En otras palabras, la propaganda se hace inútil cuando el electorado está cansado de una determinada política. En los Estados Unidos sucedió con Lyndon Johnson en 1968 y con Richard Nixon en 1974.

Nada hubo que estos dos presidentes pudieran hacer para recobrar la confianza de un país desilusionado por la guerra del Vietnam o por el escándalo Watergate. Con Berlusconi nos encontramos en una situación análoga y vencerlo por algún punto no es que fuera difícil. Bastaba que hubiera una oposición, mediocre siquiera, mas oposición. No ha sido así. El centroizquierda no ha hecho campaña electoral sino que ha dejado que fuera la derecha la que dictara la agenda electoral hasta los últimos compases. Ni una iniciativa, ni un ataque, ni una palabra sobre el trágico deterioro de las condiciones materiales de vida de los italianos, fenómeno entre otras cosas paralelo al enriquecimiento del presidente del consejo y de un puñado de aventureros y/o sus compinches. Una redistribución al revés con transferencia de riqueza hacia los grandes patrimonios. Más precariedad, cada vez menos derechos. Leyes fascistas sobre trabajo y escuela. ¡La justicia, de rodillas; el país, al borde de un ataque de nervios y el centroizquerda, privado de argumentos! Un centroizquierda que se limita a responder a los argumentos del adversario, en constante actitud de defensa. Han sido días humillantes para cualquier ciudadano que conserve un mínimo de integridad moral. Por otro lado, el adversario, Berlusconi, gastaba los últimos cartuchos: adiós a los impuestos de basuras, adiós a los impuestos de bienes inmuebles, mientras no dejaba de amedrentar a los ciudadanos con los impuestos que Prodi iba a imponerles. Y los trabajadores italianos saben perfectamente bien que son los únicos que pagan impuestos, que los pagan siempre y por todos. Entre tanto, Prodi, y los ineptos que lo rodean, se entretenía en el intrigante juego de sociedad de los impuestos de sucesión (como justamente indicó un agudo periodista de La Repubblica). Al principio dijo que iba a introducirlo para herencias de más de 250.000 euros; al cabo de unas semanas dijo que lo haría sólo para las de más de 500.000 euros; días después que sólo las grandes fortunas, las muy muy grandes. Entonces quiso participar en el juego también Bertinotti, quien sentenció que «un concepto ecuo de gran fortuna se tenía que cuantificar en 175.000 euros». Prodi se lo pensó durante unos días y luego retomó el asunto: » tasaremos sólo los patrimonios de bastantes millones de euros». Dulcis in fundo, también Pecoraro Scanio, líder de los Verdes, quiso tomar parte en la partida de Monopoli burgués, afirmando que se iban a tasar sólo las fortunas de decenas de millones de euros. Durante meses se entretuvieron así, de una tertulia televisiva a otra, compartiendo tartaletas y copas de champán con los adversarios, además de cuatro carcajadas y un par de insultos.

Quizá algún italiano que paga los impuestos, exasperado, habrá pensado que, por modesta que fuera, podía ser más interesante para su propia economía la eliminación del impuesto por la recogida de basuras o el de bienes inmuebles visto que las grandes fortunas (tampoco las pequeñas) no forman parte de su horizonte.

Mientras estos burgueses ineptos, que han perdido completamente -por exceso de poder, dinero e impunidad- su contacto con la realidad, se divertían en batallitas similares, los berluscones ejecutaban un plan de ataque preparado desde hacía tiempo cuya última píldora envenenada ha resultado ser esta ley electoral. Hecha ad hoc para conducir a un único resultado: la total ingobernabilidad del país. Introduciendo algunas trampas como el voto de los italianos en el extranjero así como el voto electrónico, hecho éste del que el centroizquierda no ha considerado que tuviera que ocuparse y que no ha de excluirse que haya sido la razón de los retrasos y de la incertidumbre del voto que se produjo ayer. No hay pruebas para decir que haya habido pucherazo y sin embargo una recuperación semejante por parte de la Casa de las Libertades, unida a las encuestas a pie de urna tan desmadradas y contradictorias trae a la memoria el caso de Florida, que pensaba haber votado a Kerry y en cambio se encontró gobernada por Bush. Y luego, tras semanas de recuento de votos, que hubiera habido pucherazo sólo se supo en internet. Así pues, extraoficialmente. Y, qué casualidad, una de las compañías contratadas por el gobierno Berlusconi para realizar esta empresa de 34 millones de euros es la sociedad involucrada en el presunto pucherazo electoral de Florida. Y, qué casualidad, el hijo de un ministro (Pisanu) del gobierno Berlusconi es socio de dicha compañía, la EDS, la cual, junto a Accenture y a la asociación para delinquir Telecom Italia se adjudicaron la contrata. Y qué casualidad, las cuatro regiones en las que el escrutinio electrónico se ha usado por primera vez en estas elecciones en Italia oscilan entre el centroizquierda y el centroderecha y afectan a un total de unos 11 millones de votos. Así, la noche del escrutinio, en Italia después de la euforia de una victoria que parecía segura; un escenario montado a las 15:00 h. en piazza del Popolo en Roma para la fiesta del Olivo y desmontado a las 11 en la plaza desierta; una cita para el discurso de Prodi en piazza S.S. Apostoli anunciado a las 18:30, pospuesto hasta las 19:30 primero, luego hasta las 20:30, luego hasta las 21:30 y finalmente suspendido mientras la plaza abarrotada no dejaba de esperar (los últimos desesperados la abandonaron a las 3 de la mañana); después de haber estado a un paso del abismo, muy cerca del desastre, ahora nos concedemos un suspiro de alivio. Aun con una mayoría de gobierno escasísima y justísima cuya vida no será nada fácil, nos hemos liberado de Berlusconi. ¿Hasta cuándo? Por poco, me temo. Y sobre todo, estoy segura de que hasta que no nos libremos de estos dirigentes de la izquierda, Italia no tendrá un futuro libre y digno.

La izquierda inexistente

Si Italia hoy está dividida como una manzana en dos partes y la mayor parte de la gente que vota a la derecha lo hace, más o menos conscientemente, contra sus propios intereses es por falta de alternativa; por ausencia de una izquierda que sepa defender los intereses de las clases más desfavorecidas; porque la izquierda se ha convertido progresivamente con el paso de los años en el partido de la clase medio-alta, de los burgueses cultos y pudientes que desean un país más presentable para el mundo y para su propia conciencia. Se trata de los mismos italianos que adoran a Zapatero y que no desearían nada mejor para nuestro país. Paradójicamente, a las clases desfavorecidas Berlusconi les sabe hablar mejor. Por un lado porque usa un lenguaje comprensible con esa comunicación binaria que hemos conocido muy bien con Bush: mal contra bien, amor contra odio, libertad contra comunismo, que no sólo tranquilizan a quien escucha, sino que ponen constantemente al adversario en una situación de defensa cuando, por el contrario, debería haber motivos más que suficientes para atacar. Esto por lo que respecta al lenguaje, a la representación de la cual Berlusconi es maestro y la izquierda no. Esta es la forma, que no deja de ser importante. Pero si la izquierda está obligada a seguir a rueda el discurso de Belusconi, a imitarlo incluso, es porque no tiene argumentos. Es porque está desnaturalizada de todos sus propios principios e ideales, de su mismísima razón para existir. No es ni carne ni pescado. No es plenamente izquierda, ni plenamente derecha. No es nada sino, como decía, una coalición que habla con dificultad a esas personas que querrían una Italia con una capa de pintura que la vuelva menos impresentable frente al mundo y a la propia conciencia. Para quienes es de todo menos ideal o satisfactoria, pero sí lo menos malo. Y a fuerza de cerrar los ojos y taparse las narices, votándoles a pesar de todo, porque al otro lado hay siempre un peligro más grande al acecho, nosotros, pueblo de la izquierda, hemos llegado hasta aquí. Con buena fe, hemos contribuido a producir este desastre, que no es de ninguna manera reversible a menos que se opere una ruptura neta con nuestra clase dirigente de referencia.

Si no sabemos exigir que se componga una nueva coalición que se proponga llevar a la práctica un programa de izquierda anticapitalista auténtico, lo que hoy por hoy, en Italia es casi una ilusión.

El giro gandhiano-movimentista de Bertinotti y la izquierda europea

Berlusconi ha dividido Italia en dos (jamás se habían sentido los italianos más divididos por cultura civil, estilos de vida, esperanzas…), ha conducido el país al desastre y la izquierda cada vez más a la derecha. «Desde hoy, finalmente -dicen los comentaristas de centroizquierda- se puede comenzar a hablar de izquierda». ¿Pero de qué izquierda? ¿Dónde está la izquierda? Cuando incluso en Rifondazione Comunista se ha producido la misma transformación burguesa, radical-chic. En estas elecciones el PRC ha apoyado la coalición de la Unión con un acuerdo político-programático que preveía la aprobación de un texto de 280 páginas de orientación euroliberal. El texto habla expresamente de privatizaciones y liberalización de la economía, no se propone derogar las nefastas leyes del gobierno Berlusconi y aunque se prevé el retiro de las tropas de Iraq (tras consultarlo con el gobierno iraquí, ça va sans dire), apoya la Alianza Atlántica y un ejército europeo. Rifondazione Comunista da, pues, un giro que se viene preparando desde hace años, integrándose en una coalición política que apoya los intereses del capital burgués. Con este giro, Bertinotti ha recogido elogios de la prensa así como de todos los burgueses de izquierda y de derecha; así se ha ganado un ministerio, cuando no la vicepresidencia en el próximo gobierno de la Unión. Achille Occhetto, protagonista de la revolución de la Bolognina que liquidó el viejo partido Comunista Italiano en 1989 ha afirmado con justicia que Bertinotti se estaba preparando para hacer lo que él hizo hace unos 17 años. Con este cambio, sin embargo, ha creado un profundo malestar en la base de Rifondazione, que ve perfilarse la perspectiva de una liquidación y disgregación del PRC con la fuga de Bertinotti y sus fieles hacia una suerte de socialdemocracia europea, representada por ese partido d ela Izquierda Europea fundado en Roma en mayo de 2004 y del que Bertinotti es Presidente. El Partido de la Izquierda Europea nace bajo el signo del antiestalinismo y del anticomunismo. La discusión sobre el estalinismo, definida como «un peñazo» por Claudio Grassi, líder del Ernesto (área más amplia de oposición dentro de Rifondazione) ha quedado reflejada, por otro lado, en un estatuto que, en cambio, ignora completamente el neofascismo dominante en Italia y Europa.

Durante ese mismo congreso con 300 delegados y 16 partidos comunistas, Bertinotti dijo que no «venimos de una historia grande y terrible, vamos hacia el futuro. No podemos avanzar sin una ruptura clara e irrevocable con aquello que ha impedido que nuestra historia se propusiera ante buena parte de la humanidad como una historia de liberación: a todo ello lo llamamos estalinismo y con ello debemos romper irrevocablemente».

Ovación de casi todos los delegados, excepto los griegos, portugueses y checo-moldavos, amén de los disidentes en el seno de Rifondazione. Aún más: «Un colectivo hecho de comunistas y no comunistas, socialistas, progresistas, expresiones no definibles según la tradición». Pilares de la «Izquierda» Europea son el reformismo y la no violencia, allí donde no se distingue entre ataque y defensa y se ignora el legítimo derecho de los pueblos a combatir contra invasiones instrumentales y programadas de antemano por meros fines de interés económico. La de Bertinotti y sus secuaces es una posición superficial e instrumental, apta para dar cobijo a prófugos de los DS, miembros del movimentismo y a todos aquellos que no votarían jamás a un símbolo que contuviese la palabra «comunista»; sirve para garantizarles a Bertinotti y sus seguidores alguna «poltrona» bien remunerada en el Parlamento; divide ulteriormente la izquierda anticapitalista en Italia intentando limar consenso al PDCI y a los Verdes y daña las relaciones con estos partidos así como con las minorías internas de Rifondazione. A nivel europeo, el Partido de la» Izquierda» Europea es un proyecto poco más que virtual por el momento, sin una fisonomía bien dibujada (aparte de la frívola vanidad oscilante de su líder), que abraza un discurso de izquierda radical-chic-movimentista y de no violencia sin matices ni profundización. Se trata por el momento de una mera agrupación de fuerzas que comparten con Bertinotti un proyecto que, por un lado, intenta volver a diseñar la experiencia de los partidos comunistas europeos menos vinculados con el bloque soviético y, por otro, responde a las exigencias de muchos de estos partidos (casi todos excepto los portugueses, griegos y checo-moldavos que, de hecho, no se adhirieron sino que se presentan sólo como observadores) de relanzar formaciones en gran dificultad, acreditándolos como partidos de opinión. Si era necesaria una formación a nivel europeo, ésta debía haber sido construida para unir y no para dividir. Que el proyecto de la Izquierda Europea despegue de verdad en Europa no es seguro, pero de hoy en adelante es más probable. Los resultados de Rifondazione en estas elecciones dan ánimos para continuar este camino, que se ha revelado exitoso. Rifondazione ha obtenido un 5,8% en el Parlamento y un 7,4% en el Senado. El primer resultado es más bien modesto, no aumenta los votos; el segundo es óptimo. La diferencia entre estos dos resultados es lo que explica, en mi opinión, lo eficaz que es la línea Bertinotti, De hecho, en el Parlamento, donde DS, Margarita, etc. se presentaban en una única coalición llamada Olivo para el pueblo de los tránsfugas, movimentista, etc. este voto ha parecido más sugerente y Bertinotti ha conservado inalterado el consenso obtenido en las pasadas elecciones. Mientras en el senado, donde se han presentado los partidos con su propia sigla, ese mismo pueblo, el pueblo de los tránsfugas, movimentistas, etc. ha votado Rifondazione. Ahora se trata de ver qué hará la oposición interna de Rifondazione, que es un bloque (nada compacto, desgraciadamente) del relevante 41% del partido, según los datos del último congreso.

Formado aproximadamente por un 27% del Ernesto; un 6% de troskistas; un 6% de esa formación cuyo líder es ese tal Ferrando que fue candidato y a quien han quitado la posibilidad de volver a serlo por ser «incompatible con la línea del Partido» por haber declarado en una entrevista: «Nosotros estamos a favor del derecho a la reivindicación popular iraquí contra nuestras tropas, los iraquíes tienen derecho de defenderse del ejército imperialista angloamericano y de todo ejército de ocupación», más otras dos minorías.

Concluyendo: la izquierda italiana se aferra apenas a un último y tenue residuo de esperanza; que esta facción no homogénea de oposición en el interior del partido, ampliamente discriminada por elecciones irrespetuosas de las minorías (frente aun 41% de representantes en el parlamento que les debería haber correspondido, han obtenido un magro 13%), sepa conformar un bloque y conducir adelante, sumando elementos, una seria política anticapitalista y comunista. La otra alternativa es que incluso esta tenue esperanza restante se diluya en la fragmentación, las divisiones, lasluchas intestinas y pequeños oportunismos de pequeños liderazgos.