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Italia, apuros a la Berlusconi

Fuentes: Rebelión

A la economía italiana no le ha ido bien en los últimos años y menos aún desde que el primer ministro Silvio Berlusconi llegó al poder en mayo del 2001. Recientemente, su partido, Forza Italia, y los que integran la coalición de gobierno, sufrieron fuertes derrotas en las elecciones europeas y en los comicios nacionales […]

A la economía italiana no le ha ido bien en los últimos años y menos aún desde que el primer ministro Silvio Berlusconi llegó al poder en mayo del 2001. Recientemente, su partido, Forza Italia, y los que integran la coalición de gobierno, sufrieron fuertes derrotas en las elecciones europeas y en los comicios nacionales parciales, realizados paralelamente.

Estos malos resultados electorales fueron una de las causas que motivaron a los partidos de la coalición a exigir nuevas medidas económicas en el país, lo que al final le costó el puesto al ministro de Economía, Giulio Tremonti, representante de la Liga Norte. Quince días más tarde, Domenico Siniscalco, brazo derecho del ministro saliente fue designado para el cargo.

Berlusconi se había encargado de la cartera de Economía desde la renuncia de Tremonti, lo cual fue criticado severamente por los partidos Alianza Nacional (AN), la Unión de Demócratas Cristianos (UDC), y Liga Norte, que integran con Forza Italia la coalición.

Otro escollo para Berlusconi fue la renuncia del ministro para las Reformas y líder de la Liga Norte, Humberto Bossi, que hizo tambalear nuevamente a la débil alianza.

A principios de julio, el gobierno aprobó un decreto ley que obliga a un recorte de los gastos presupuestario del presente año por 5 500 millones de euros, con lo cual se intenta evitar que la Comisión Europea (CE) aplique la llamada «alerta rápida»,(sanciones).

La CE había advertido que Italia no podía permitir que su déficit público se situara este año en el 3,2 % del Producto Interno Bruto (PIB), dos décimas por encima del fijado en el Pacto de Estabilidad.

La nueva ley incluye medidas financieras por valor de 2 000 millones de euros, en un intento por detener el déficit público, que en el primer semestre del 2004 llegó a 38 500 millones de euros, muy superior a los 25 800 del mismo período del año anterior.

Para muchos analistas la grave turbulencia política ocurrida en este país europeo, está íntimamente relacionada a sus deficientes resultados económicos mostrados en los últimos tiempos.

Ya se comienza a hablar de que Roma es la oveja negra del llamado Grupo de los 7 (G-7) que integran Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Francia e Italia.

En el último trimestre del 2003, la economía italiana permaneció estancada en contraposición a los demás integrantes de la zona euro que alcanzaron un promedio de 0,6 %.

Para el 2004, economías que habían sufrido estancamientos como Alemania y Francia, crecerán 1,3 % y 1,2 %, respectivamente; se espera que España llegue a 2,8 % y Gran Bretaña sobrepase el 3 %, mientras la italiana quedará con un bajo 0,7%.

La inflación en este país de Europa meridional ha reaparecido con fuerza y ya se sitúa en 2,5 %, por encima de la zona euro que tiene como promedio 2,1 %.

Los nuevos recortes presupuestarios aprobadas tendrán un efecto inmediato entre la población más necesitada y no se descarta que vuelvan a resurgir las huelgas que tuvieron lugar a fines del 2003 y principios del 2004 cuando centenares de miles de personas se lanzaron a las calles para rechazar la política económica esgrimida por el gabinete de Berlusconi y contra los proyectos de recortes en el sistema de pensiones.

Las flamantes regulaciones impondrían que la jubilación no se obtendría hasta que un trabajador llegara a los 65 años o tuviera 40 años de servicio prestado.

Un reciente estudio realizado por especialistas de la universidad de Milán indican que el crecimiento económico italiano en épocas anteriores se debió fundamentalmente al amplio gasto público de la década de los 80 y la devaluación de la moneda italiana de entonces, la lira, y no al desarrollo del sector productivo ni al aumento de la productividad.

Con estos handicaps, y las acusaciones sobre corrupción que aún tiene pendiente de dilucidar en los tribunales, Berlusconi tendrá que continuar salvando los numerosos escollos que al parecer se le presentarán para tratar de llegar al final de su mandato.

El primer ministro italiano, con un enorme capital que que se estima en 7 000 millones de dólares y un control total sobre los medios de comunicación de su país, logró llegar a la cima del poder por primera vez en mayo de 1994, pero tuvo que dejarlo en enero de 1995 por las manchas negras en su expediente tecnocrático.

Sus problemas con la justicia se remontan a 1979, cuando recibió una condena, nunca cumplida y finalmente condonada en aplicación de una ley de amnistía dictada en 1990 por el Gobierno de Giulio Andreotti. En este caso, dado la lentitud de la maquinaria judicial italiana, el delito prescribió antes de que llegase la sentencia definitiva del Tribunal de Apelaciones. Similares circunstancias siguieron a otra condena por fraude en diciembre de 1987.

En mayo de 1995, la Fiscalía de Milán acusó formalmente a Berlusconi de cohecho, por el pago de comisiones ilegales a la Guardia de Finanzas para evitar controles fiscales a sus empresas. Tras dos años de prolongarse el juicio, en diciembre de 1997 la Fiscalía milanesa condenó a Berlusconi en primera instancia a 16 meses de prisión más una multa de 50 millones de liras por el delito de contabilidad fraudulenta en la compra por Reteitalia, perteneciente a Fininvest, de la productora y distribuidora cinematográfica Medusa.
En 1998 (con expediente abierto en 1995) esta oficina dictó sendos autos de procesamiento contra Berlusconi por dos casos de corrupción relacionados con la editorial Mondadori y la empresa de alimentación SME. El proceso concluyó con otra condena a dos años y nueve meses de reclusión.

Una tercera sentencia, a los dos años exactos de iniciarse el caso, le condenó a dos años y cuatro meses más una multa de 10.000 millones de liras por la financiación ilegal a un partido político en 1991 a través de la sociedad All Iberian, ligada a Fininvest. Berlusconi no cumplió las sentencias al presentarse recursos y quedar las condenas en suspenso, dado que las penas de prisión eran inferiores a tres años.
En febrero de 2000 el Tribunal de Apelación de Milán le absolvió del delito de fraude sentenciado en 1997 y en mayo hizo lo propio con la condena de 1998 por el caso del soborno a la Guardia de Finanzas. En su quinta victoria judicial, en junio del 3000 quedó exonerado también de la acusación de soborno a un magistrado con el objeto de obtener un arbitraje favorable a los intereses del grupo Mondadori en 1991.

No es menos cierto que a pesar de su tambaleante accionar en el premierato italiano, Berlusconi ha sabido eludir las acusaciones ante los tribunales esgrimiendo persecuciones políticas o indicando que los jueces obraban por inquina personal.

Veamos si con esa misma versatilidad puede darle un vuelco a la debilitada economía italiana.