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El exilio dominicano de un luchador contra la dictadura trujillista: Entrevista a los historiadores Salvador Morales y Xurxo Martínez Crespo

José Almoina, un perdedor por partida doble

Fuentes: Vieiros/Rebelión

Hablamos con dos de los principales expertos en la figura del luchador gallego antifranquista y antitrujillista, eclipsado por la «sobredimensionada» figura del peneuvista Galíndez

Al finalizar la guerra civil española y a pesar de su anticomunismo recalcitrante, el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo decide acoger a un gran número de exiliados del franquismo. ¿Por qué lo hace? Lo explica Salvador Morales (La Habana, 1939): «En primer lugar, Trujillo había salido muy estigmatizado de una masacre de haitianos en 1937. Un escándalo internacional que frustró sus planes de ser promovido al Premio Nobel de la Paz. En segundo lugar, quería blanquear el país (‘biológicamente’), no sólo con republicanos sino también con judíos que se establecieron en Sosúa. Una inmigración que le daba buena reputación y que colocada en determinados puntos de la frontera podía constituir un valladar blanco. Y en tercer lugar, recogió todos los talentos, lo mejor de la cultura española que en aquel momento salió al exilio».

José Almoina (Lugo, 1903) fue uno de los muchos talentos gallegos que llegaron en barco a las costas dominicanas. Junto a él viajaba su familia. Atrás dejaban su tierra y experiencias difíciles de olvidar. Su mujer, Pilar Fidalgo, plasmó sus más dolorosos recuerdos en el libro Une jeune mère dans les prisons de Franco, escrito en 1937 en Francia, y que supone el primer testimonio de una mujer sobre las torturas y la represión en las cárceles franquistas. El historiador Xurxo Martínez Crespo recupera el texto para su libro José Almoina y Pilar Fidalgo. Exilio. Dominicana, México (A Nosa Terra, 2009).

En Dominicana, Almoina, masón y socialista, llega a ser profesor universitario, primero, y maestro particular del hijo de Trujillo y secretario personal del propio dictador, después. La aceptación del puesto le valió la expulsión del PSOE en el exilio. El gallego huye a México con su familia, pero antes, durante los pocos meses que permanece en el gobierno del dictador, realiza un informe secreto sobre las actividades desestabilizadoras de Trujillo en Cuba y Venezuela.

El libro de 1949 Una satrapía en el Caribe: Historia puntual de la mala vida del déspota Rafael Leónidas Trujillo, que firma con el nombre falso de ‘Gregorio R. Bustamante’, recoge esas denuncias. Un año después edita con su nombre real Yo fui secretario de Trujillo, una loa al dictador destinada a despistar al régimen. Sin embargo, después de permanecer escondido durante más de 12 años, muere asesinado en México por dos pistoleros cubanos, el 5 de mayo de 1960, un día después de ser atropellado y baleado. Sus últimas palabras fueron: «Fue Trujillo».

Hace unos días, aprovechando la presencia de Salvador Moreda para presentar la obra Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista (Universidad Michoacana, 2008) en nuestro país, juntamos en la lareira de Vieiros a estos dos expertos en la vida del luchador gallego antifranquista y antitrujillista. La historia, injusta, hizo de Almoina un colaboracionista, y de Jesús de Galíndez, exiliado vasco también asesinado por Trujillo y popularizado por el escritor español Manuel Vázquez Montalbán, un héroe. Ambos libros rompen con esos tópicos.

La importancia histórica de Almoina es incuestionable, pero su figura es todavía ampliamente desconocida. ¿Por qué?

Salvador Morales: Por lo controvertido de su personalidad, difícil de abordar. Hace falta valorarla de dos maneras: entendiendo de manera omnicomprensiva su saldo positivo como político y hombre de la cultura. Y también desde la visceralidad con que se analiza una figura que dejó denuncias escarnecedoras de los personajes del trujillismo que aún supuran por una herida que no acaban de cerrar en la sociedad dominicana. En Galicia son los restos del franquismo metamorfoseado, ya que Almoina como tantos otros republicanos luchadores contra el fascismo no acaba de tener el lugar que merece.

Sin embargo, también desde ciertas posiciones de la izquierda todavía es acusado de colaboracionista del trujillismo…

Xurxo Martínez Crespo: El año pasado el PSOE hizo un acto de restitución de una treintena de exiliados que habían sido expulsados del partido, empezando por Negrín (ex primer ministro español, y presidente de la República en el exilio). Pero en la lista no estaba Almoina. Aparte de los resquicios de una transición que reconvirtió a marxistas en políticos de centro, existe una gran desmemoria histórica tanto en Galicia como en gran parte del Estado. En el País Vasco, por ejemplo, donde siempre gobernó un partido nacionalista, la figura de Jesús de Galíndez es totalmente sobredimensionada con respecto a Almoina.

Pero Almoina fue secretario personal de Trujillo …

X.M.C: Almoina es un perdedor por partida doble. Pierde la guerra y en el exilio dominicano se ve en el deber de aceptar ese cargo por proteger a su familia. Y además es perdedor porque una vez que denuncia la dictadura trujillista -mucho antes que Galíndez- va a México que estaba lleno de exiliados y es tratado como un apestado. Su familia jugó un papel muy importante. Galíndez denunció la dictadura 12 ó 14 años después de marcharse de Dominicana y no arriesgaba la vida de nadie. Almoina tenía a su mujer, a su suegra y a sus cuatro hijos. Galíndez, al PNV y al gobierno del país más poderoso del mundo, como agente de los servicios de inteligencia de los EE.UU.

¿Cómo era la relación entre Almoina y Galíndez?

S.M.: Fue distante y crispante en determinados momentos. Almoina, por ejemplo, recibió la ‘orientación’ de que la novia de Galíndez no fuera aprobada en un examen que tenía que pasar. No sabemos que otros elementos se conjugaron, pero sí que desde ese momento hubo enemistad entre ellos. Galíndez dice que Una satrapía … era de la pluma de Almoina, algo que ya se rumoreaba en los círculos republicanos, y que confirmó las sospechas del trujillismo y por lo que fue ejecutado Almoina en 1960. Pero cuando Galíndez desaparece (fue secuestrado en Nueva York y asesinado en 1956 por Trujillo), Almoina escribe unas páginas donde tiene un gran gesto de nobleza hacia él.

Galíndez cumplía una doble función para los servicios de inteligencia estadounidenses: por una parte, informaba de los movimientos de los nazis que llegaban a Dominicana y por la otra de los exiliados republicanos, ¿es así?

X.M.C.: El PNV fue un partido que consiguió articular una estructura y un sistema de información importantes en el exilio. Apuesta por un acercamiento al gobierno de EE.UU., y a partir de 1942 entra, por exigencia estadounidense, en la nómina de sus servicios secretos. El lehendakari José Antonio Aguirre hace una visita oficial a Dominicana y viaja en un avión de la fuerza aérea de EE.UU. con los soldados. Era un convenio contractual: EE.UU. aprovechaba las fuentes vascas y el PNV esperaba salir beneficiado tras una hipotética caída de Franco. Galíndez vigilaba a los nazis, también a los republicanos y, dentro de estos, a Almoina. Y él lo sabía.

S.M.: Yo creo que vigilaba fundamentalmente a los comunistas. Es una tarea que le encarga Aguirre directamente. Por los testimonios de personas que aún viven, que conocieron tanto a Galíndez como a Almoina, se ve que se había tomado muy en serio la misión. El primero estaba en todo: en el parque, en el teatro, en las conferencias, haciendo contactos allí y allá, mientras que el segundo era un hombre retraído, de poca vida social.

Xurxo Martínez comenta en su libro que este carácter de Almoina podría estar relacionado con su masonería. También tiene la teoría de que su ‘hermandad’ le pudo favorecer en determinados momentos de su vida…

X.M.C.: Cuando empieza la guerra, Almoina es jefe de Correos en Benavente. Su mujer, que es de allí, es detenida y pasa 10 meses en la cárcel con la hija recién nacida. Es extraño que en situaciones de guerra, la mujer de un funcionario de Correos pueda ser intercambiada por la familia de un general franquista, tal y como aconteció. O como puede llegar a ser vicecónsul de la República o a fundar una escuela diplomática en el exilio. Creo que a través de las logias logró acceder a determinados puestos. Cuando se marcha a México, edita Una satatrapía … en 1949 y hasta que es asesinado en 1960 tuvo que estar al acecho. Su hija cuenta que tenían un sistema de seguridad para que Almoina fuera avisado cada vez que llegaban pistoleros a México, y yo lo ligo con la masonería. Pero es una teoría.

S.M.: La militancia en el PSOE también desempeña un papel. Él quedó muy bien relacionado con algunas grandes figuras del partido a pesar de ser expulsado. Y la masonería es algo muy importante. Lo cierto es que queda mucho por resolver, pero de lo que no hay duda es de la actividad de Almoina más allá de la mera incidencia ideológica en un momento, 1949, en que Trujillo estaba interviniendo muy audazmente en los procesos políticos del Caribe. La denuncia que hizo Almoina tuvo una gran repercusión entonces, aunque Trujillo salió indemne. Un momento en que empiezan a constituirse los regímenes de fuerza en América Latina, la conocida como «Internacional del Sable». Y Almoina es en esa coyuntura que intervino para intentar revertir esa tendencia que se estaba dando.

Trujillismo y franquismo, y memoria histórica. ¿Hay paralelismos?

X.M.C.: Nosotros estamos reivindicando a Almoina porque es gallego, pero Salvador lo está haciendo de una manera más universal, empezando por que su libro ha sido editado y presentado en Dominicana. Pero por paradojas del destino, Almoina todavía a día de hoy es una persona mal vista en Dominicana. A pesar de este libro, de su asesinato, etc. Hay determinados procesos históricos -decía Salvador- en que tú puedes cortar la cabeza de la serpiente pero el resto del cuerpo permanece indemne. Aquí muere Franco en la cama, pero hubo una reconversión de siglas. Los que mandaban conservaron sus ámbitos de poder y no sufrieron ni nada les hizo temer o sentir vergüenza por su pasado.

S.M.: El final de algunos regímenes dictatoriales, que embarraron las manos en sangre y no tuvieron una justicia a posteriori, trae como consecuencia que personajes como Almoina queden ocultos. Nadie quiere oír hablar de esos crímenes, sobre todo cuando no son atribuibles a la persona sino a todo un régimen que apoyaba a esa dictadura. Lo mismo en España. Todas esas leyes llamadas «de amnistía», «de conciliación», creo que son de lo más negativo que le puede ocurrir a un país. Lo hiere de una manera muy subterránea, y en situaciones como esta de ahora que nada más que remueves un poquito como hizo Garzón -muy poquito, nada más!- se forma un escándalo. Lo vimos en Argentina, en Uruguay, en Chile, como se va tapando para impedir que se haga verdadera justicia. Justicia quiere decir justicia total. También con los crímenes que hicieron los republicanos. Y en Dominicana tampoco se hizo justicia, y ahora hay un trujillismo subyacente que cuando emergen figuras como la de Almoina y se remueven esos lodos, preferiría echar tierra por encima.

Fuente (gallego): http://vieiros.com/nova/79447/galiza-esta-en-debeda-con-almoina

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.