Traducido para Rebelión por S. Seguí
El domingo 4 de octubre, Grecia vuelve a las urnas en unas elecciones anticipadas para elegir a 300 diputados de la Cámara, disuelta hace un mes. El primer ministro saliente, Kostas Karamanlis, líder del partido de centro-derecha Nueva Democracia (ND), será desafiado por el líder del partido socialista PASOK, Georgos Papandreu.
Karamanlis ha puesto su mandato en manos del presidente de la República, Karolos Papoulias, con la esperanza de obtener un nuevo mandato popular tras los de 2004 y 2007, pero según todas las encuestas, el PASOK tiene una ventaja de alrededor de seis puntos porcentuales. Karamanlis, en declaraciones recientes durante la campaña, ha instado a los suyos a rebatir las encuestas, mientras que Papandreu ya habla como primer ministro. Veremos, sin embargo, si podrá obtener una mayoría absoluta de 151 escaños, porque de lo contrario podría abrirse un período de gran inestabilidad para uno de los miembros de la Unión Europea que en este momento más preocupa en Bruselas.
Las razones son muchas, la economía en primer lugar. Según estimaciones de los expertos, la deuda pública oscila entre los 260 mil y 280 mil millones de euros, el equivalente de 25 mil euros por cada uno de los 11 millones de griegos. El lunes podría llegar una advertencia oficial del Banco Central Europeo (BCE), por cuanto el gobierno griego tiene un déficit de alrededor del 7 por ciento, en lugar del 3 por ciento que establece el Pacto de Estabilidad. El PASOK prometió impuestos más altos para las rentas altas y un paquete de ayudas a las empresas por tres mil millones de euros; por su parte, ND se ha centrado en la lucha contra la evasión fiscal y los recortes del gasto público. Nada de revolucionario, pues, en un momento de recesión internacional que ha afectado todavía más a países como Grecia, que ha financiado el crédito de manera imprudente, y que no tiene una estructura industrial sólida.
Segundo motivo de preocupación para la UE, no menos importante, es el orden público. Karamanlis, ha tenido que gestionar una serie interminable de atentados y violencia que ha sacudido a fondo el país helénico. El incidente al que todos achacan el comienzo de la violencia fue el homicidio del adolescente Alexis Grigoropoulos, asesinado en diciembre del año pasado. Un policía, durante un altercado menor, asesinó a sangre fría al joven, desatando una verdadera guerra de guerrilla urbana que duró un mes. De este movimiento, nacido de la indignación popular por la impunidad de que disfrutan las fuerzas del orden en Grecia, quedan sólo los más jóvenes. Pero de aquella rabia que sacó a las calles a padres e hijos juntos, han intentado sacar provecho grupos extremistas como Lucha Revolucionaria, que proponen la lucha armada. Desde hace casi un año, más o menos todos los días, en Grecia se produce un ataque o un enfrentamiento entre la policía y grupos de jóvenes manifestantes.
Para muchos, estas elecciones anticipadas suponen una especie de suicidio político, pero es probable que más allá de estas declaraciones de fachada se encuentren las presiones de la UE en favor de un gobierno estable. Karamanlis se encontraba ya contra las cuerdas. Entre otros, porque a la crisis económica y la violencia se agregó la tragedia de los incendios, mal gestionada por el gobierno, y la corrupción y los escándalos de la clase política.
La victoria del PASOK parece cierta. El elemento más interesante, a la espera para darle tiempo a Papandreu para que cumpla sus promesas, va a ser el impulso cívico que el electorado pueda demostrar hacia las instituciones del país. Las últimas elecciones europeas, en junio del año pasado, arrojaron una de las cifras más altas de abstención en la historia de la Grecia democrática contemporánea.
Si aquéllas indicaban la tendencia, esta jornada electoral puede también caracterizarse por una escasa participación en la votación.
La corrupción, de hecho, afecta no sólo a ND. También altos dirigentes del PASOK, en los últimos meses, se vieron involucrados en lo que ha pasado a la historia como el caso Siemens. La gran empresa habría pagado sobornos, durante años, a políticos de todos los colores para obtener contratos y adquisiciones.
Todo ello surgió a la luz en el momento en que la crisis económica se apoderaba de la sociedad griega, en particular, de lo que se llama la generación de los 700 euros, jóvenes que no pueden siquiera formar una familia.
Otro elemento, al mismo tiempo, que ha erosionado la relación entre la política y los ciudadanos de este país donde nació la democracia, es el sistema de castas que caracteriza a la clase dirigente griega. Una vez más, como siempre, la pugna será entre un Papandreu y un Karamanlis.
El PASOK ha dado ya dos primeros ministros de la familia Papandreu, el abuelo y el padre del actual candidato. Un tío homónimo de Karamanlis fue primer ministro en cuatro ocasiones y dos veces presidente de la República. Lo llamaban el etnarca, el líder del pueblo. La sorpresa desagradable para los dos candidatos, sin embargo, podría ser que el pueblo griego se hubiera cansado de sus dirigentes.